Śruti versus Smṛti: tradición viva o dogma muerto
En la tradición hindú existe una distinción fundamental que explica por qué aún siendo tan antigua, sigue vigente: su capacidad de renovación. Ello también se basa en estar atentos al mismo tiempo, a sus desvíos históricos. De ello trata la diferencia entre śruti y smṛti. Swami Ranganathananda, en su libro The Charm and Power of the Upaniṣads, dedica un capítulo entero a este tema, porque allí se juega nada menos que la fidelidad al espíritu profundo de los Upaniṣads.
La śruti —literalmente “lo oído”— designa las escrituras reveladas, como los Vedas y los Upaniṣads, que no se consideran producto humano sino intuiciones de verdad eterna transmitidas por humanos. Representa la autoridad espiritual más alta, un conocimiento universal que no depende de épocas ni de contextos. En palabras de S. Ranganathananda: “Śruti is eternal truth; Smṛti is its application in time”, es decir, lo oído es la verdad eterna, lo recordado es su aplicación en el tiempo.
La smṛti —“lo recordado”— corresponde a las tradiciones y textos producidos por los seres humanos: desde los Dharmaśāstras y los grandes poemas épicos hasta los Purāṇas. Allí se traducen los principios de la śruti en normas sociales, costumbres y reglas prácticas para una época y un lugar concretos. Por eso su naturaleza es mutable, contingente, cambiante.
El criterio de jerarquía es claro: cuando ambas entran en conflicto, la śruti debe prevalecer. S. Ranganathananda lo resume en una fórmula simple: “When conflict arises, Shruti must prevail.” Esa prioridad protege a la tradición de volverse rígida, pues recuerda que lo esencial es la libertad y la experiencia espiritual, no la obediencia ciega a reglamentos sociales.
Sin embargo, la historia de la India muestra que muchas veces se absolutizó la smṛti, con reglas de casta o de género que terminaron sofocando el espíritu universalista de los Upaniṣads. De este modo, lo que era relativo y transitorio se convirtió en dogma opresivo. El propio Swami advierte que “the spirit of the Upanishads is freedom, not bondage (el espíritu de los Upanishads es la Libertad, no las ataduras.”
El mensaje del capítulo es claro y actual: hay que distinguir entre lo eterno y lo coyuntural, entre la visión y su traducción social. Esa distinción no solo evita la rigidez, sino que abre la posibilidad de diálogo con la modernidad, con la ciencia y con los valores democráticos. La śruti ofrece principios universales, mientras que la smṛti se adapta a las necesidades de cada tiempo.
El aporte de S. Ranganathananda es también emancipador. Nos recuerda que la verdadera espiritualidad consiste en la búsqueda de la verdad y la libertad interior, y no en la sumisión a normas sociales arcaicas. Así, el hinduismo, lejos de ser un museo de tradiciones, puede ser una tradición viva, capaz de renovarse sin perder su esencia.
Este dilema no es exclusivo de la India: también en Occidente se confunde con frecuencia el mensaje eterno con sus formas históricas. Allí donde la costumbre se absolutiza, la tradición se convierte en dogma muerto. Allí donde se distingue entre lo universal y lo contingente, la tradición respira y permanece viva.
El análisis de S. Ranganathananda resuena más allá del hinduismo. En términos de teoría de la religión, la distinción entre śruti y smṛti puede compararse con el contraste occidental entre el principio revelado (el evangelio) y sus formas institucionales eclesiásticas, o entre la filosofía perenne y las mediaciones históricas de cada cultura. El problema es recurrente: la confusión entre lo eterno y lo coyuntural convierte la tradición en dogma muerto; la conciencia de su diferencia, en cambio, asegura su vitalidad.
En clave sociológica, puede afirmarse que la dialéctica entre śruti y smṛti ofrece al hinduismo una flexibilidad estructural que le permite articular continuidad y cambio, evitando tanto el arcaísmo inmutable como la ruptura total. Esta dialéctica no siempre se ha aplicado con éxito, pero constituye un principio interno de autorregulación que explica en parte la longevidad del sistema religioso hindú.
La contribución de S. Ranganathananda es así doble: hermenéutica y emancipadora. Hermenéutica, porque establece un criterio de interpretación que separa el núcleo universal del ropaje cultural; emancipadora, porque recuerda que la verdadera espiritualidad, según los Upaniṣads, consiste en la liberación interior y no en la obediencia a normas sociales transitorias.
En tiempos donde las tradiciones religiosas enfrentan el desafío de dialogar con la modernidad, la distinción śruti/smṛti adquiere relevancia global. La fidelidad al espíritu de los Upaniṣads no se juega en la conservación de reglas sociales antiguas, sino en la capacidad de promover lo que S. Ranganathananda llama la “libertad del espíritu”, horizonte que trasciende épocas y culturas.
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