jueves, 10 de julio de 2025

GURU PURNIMA 2025

 


El 9 de julio celebramos Guru Purnima en nuestro Ashrama de Bella Vista, con cantos y adoración en el templo











martes, 8 de julio de 2025

Artículos : CCV : Lic. Cristina Viturro : El ego de un niño

 


El ego de un niño :

Estuve leyendo recientemente un libro que me recomendó Eugenia, llamado Disolver el Ego, de un autor norteamericano llamado David R. Hawkins. Como sabemos, el ego, que es el sentido de identidad que nos permite sobrevivir y relacionarnos y ser personas, es a la vez, una fuente de sufrimiento. ¿Qué dice Sri Ramakrishna al respecto? Lo he escuchado muchas veces pero siempre que lo leo, es como que me recuerda algo que olvidé otra vez y que necesito volver a tener en cuenta. Por eso voy a leer este fragmento del Evangelio, del capítulo 45, “Sri Ramakrishna en Shyampukur”, que está en el tomo III.

Dice el Maestro: “Si no es posible deshacerse de este ego, entonces, que el muy canalla quede como el servidor de Dios. (Todos ríen). 

Un hombre puede conservar este ego aún después de alcanzar samadhi. Un hombre así siente: o bien que es un servidor de Dios o que es un amante de Dios. Shankaracharya retuvo el ego del Conocimiento para enseñar a los hombres la vida espiritual. El ego servidor, el ego del Conocimiento o el ego devoto pueden llamarse el ego maduro. Es distinto del ego inmaduro que nos hace sentir “Yo soy el hacedor, yo soy el hijo de un hombre rico, soy instruido, soy rico. ¿Cómo pueden atreverse a desairarme?” Un hombre con un ego inmaduro acaricia tales ideas. Supongamos que ha entrado un ladrón a la casa de un hombre así y roba algunas de sus pertenencias. Si el ladrón llegara a ser capturado, se le arrebatará todo lo que ha robado y se lo castigará. Y finalmente, será entregado a la policía. El dueño de las cosas robadas dirá:”¡Qué! ¡Este canalla no sabe en la casa de quién ha entrado!”

Después de alcanzar a Dios un hombre se vuelve como un niño de cinco años. Su ego puede ser llamado el ego de un niño, el ego maduro. El niño no está bajo el control de ninguno de los gunas. Está más allá de los tres gunas. No está bajo el control de ninguno de los gunas -sattva, rayas o tamas-. Observad un niño y veréis que no está bajo la influencia de tamas. Por un momento pelea y discute con su amiguito y al rato lo abraza, demostrándole mucho cariño y vuelve a jugar con él. No está ni siquiera bajo el control de rayas. Ahora construye una casa de juguete y hace toda clase de planes para hermosearla y al rato abandona todo y corre hacia su madre. También podéis verlo llevando un hermoso traje de cierto valor. Después de un momento, el traje está tirado en el suelo; ha olvidado todo al respecto. O tal vez lo ponga bajo el brazo. Si se le dice “¡Qué hermoso traje! ¿de quién es?”, contesta: “Es mío, mi papá me lo dio”. Si se le dice “Querido, ¿no me lo darías?”, contestará “Oh, no, no es mío. Mi papá me lo dio, no te lo daré”. Unos minutos más tarde podéis engatusarlo con un juguete o una cajita de música que cueste un centavo y él te dará su traje. Aún más, un niño de cinco años no está apegado, ni siquiera a sattva. Un día pueden encontrarle muy feliz con sus compañeritos de la vecindad; no se siente feliz ni por un momento si no está con ellos, pero mañana, cuando vaya a otro lugar con sus padres, encontrará nuevos amiguitos: todo su cariño se volcará a sus nuevos compañeros y olvidará casi por completo a los anteriores. Además, el niño no tiene orgullo de casta o de familia.  Si su madre le dice con respecto a cierta persona: “Este hombre es tu hermano mayor”, él cree que esto es verdad cien por ciento.  Uno de los dos puede haber nacido en una familia brahmin y el otro pertenecer a una casta baja, por ejemplo, la de los herreros, pero comerán juntos del mismo plato. Un niño está más allá de toda idea de pureza e impureza, no está atado a las convenciones sociales, no vacilará en andar desnudo ante los demás. 

Luego está el ego de la vejez. (El doctor Sarkar se ríe) Un viejo tiene muchos grilletes: casta, orgullo, vergüenza, odio y temor. Además, tiene las ideas de ingenio mundano, inteligencia calculadora y engaño. Si se enoja con alguien, no puede olvidarlo fácilmente, tal vez conserve el sentimiento mientras viva. También están el ego de la erudición y el ego de la riqueza. El ego de la vejez es un ego inmaduro. 

(Al doctor) Hay unos pocos que no pueden alcanzar el conocimiento de Dios. Los hombres orgullosos de su erudición, de su educación o de su riqueza. Si a tales personas les hablas de un santo y les pides que los visiten, pondrán toda clase de excusas y no irán. Pero en lo íntimo de su corazón piensan: “Nosotros somos gente importante. ¿Y vamos a ir a visitar a otros.”

Es clarísimo, ¿no?



David R. Hawkins


Hawkins lo explica así: “El ego considera una pérdida abandonar la dinámica de la autogratificación. El ego no confía en Dios, y por lo tanto considera que solo se tiene a sí mismo para su sustento, supervivencia y placer. El ego tiene fe en sus propios mecanismos y no en Dios. No se le debería considerar en falta por este error, porque no tiene base experiencial de comparación. Su único camino de salida es mediante la fe en que hay una manera mejor. Oye la verdad espiritual y comienza a buscarla cuando la mente se desilusiona con sus propias falacias y no alcanza la felicidad. Finalmente, se da cuenta de que la sombría satisfacción que obtiene del dolor es un pobre sustituto de la alegría.”

5/7/2025



sábado, 28 de junio de 2025

Artículos: CCV : Counselor Veronica Pomerane : Swami Prabhavananda: Charla 27/6/25

 



Swami Prabhavananda:

Charla 27/6/25


Swami Vivekananda: 

"La perfección es la naturaleza de cada hombre, solo que está encerrada, no pudiendo tomar su curso apropiado.Si alguien pudiese abrir la verja, entraría con fuerza la naturaleza". 

Así es que la perfección ha sido encerrada con ciertos obstáculos. Cuando el conocimiento rompe estas barreras, entonces Dios es revelado.
La palabra "obstáculo" merece nuestra atención especial, ya que introduce una importante diferencia entre el punto de vista hindú y cristiano. Lo que los Hindúes llaman un obstáculo, los cristianos lo llaman "pecado".
Estos generalmente definen "pecado" como un acto de desobediencia o ingratitud hacia Dios. 

Por "Dios" ellos entienden Dios Padre, la Realidad como aparece entre tiempo y espacio en el aspecto de Padre y Creador del universo. Los hindúes lo llaman Ishwara. 

Cuando Patanjali habla de un obstáculo, se refiere al efecto negativo que sigue a un determinado acto, es decir, la nube polvorosa de ignorancia que se levanta para ofuscar la luz del Atman dentro de nosotros. Es decir, el cristiano enfatiza la ofensa contra Ishwara, al que considera como alguien distinto y aparte de nosotros; mientras el hindú acentúa la ofensa en contra de nuestra propia naturaleza verdadera, que es el Atman.
Cuáles son los obstáculos según Patanjali:

Estos, los causantes del sufrimiento del ser humano, son ignorancia, egotismo, apego a las cosas, y a la vida". Considerar lo transitorio como eterno, lo impuro como puro, lo doloroso como placentero, y el no-Atman como Atman, esto es ignorancia, es lo que ofusca la naturaleza verdadera del Atman que es universal. El efecto principal que causa la ignorancia es la identificación del
Atman que es pura conciencia con la mente y cuerpo físico ya que son meros reflectores de Conciencia. Y así brota el egoísmo, el sentido del ser empírico fenomenal”.
En el Kena Upanishad está escrito: 

"¿Quién dirige la mente a pensar? ¿Quién le da vida al cuerpo? ¿Quién hace la lengua hablar? ¿Quién es ese Ser fulgente que dirige el ojo a la forma, al color y el oído al sonido? 

El Atman es el oído del oído, la mente de la mente, el habla del habla. Él es también la respiración de la respiración y ojo del ojo. Renunciando a la identificación falsa del Atman con los sentidos, con la mente y conociendo el Atman como Brahman, los sabios llegan a la inmortalidad’.



Artículos : CCV : Lic. Arturo Flier : SOLEDAD Y VACIO ESPIRITUAL.

 



SOLEDAD Y VACIO ESPIRITUAL. 


Vivimos en un mundo de luces y sombras


Ciertamente la cultura occidental nos anima a desarrollarnos por nosotros mismos. Estimula la creatividad e innovación que ha brindado un franco progreso a la humanidad, así como la conciencia de derechos entre tantos otros elementos.


Su contracara es el individualismo, la competencia que provoca no sentirse parte de un colectivo. Con instituciones y religiones en decadencia. Un sistema que nos aísla de la naturaleza y la agrede sin conciencia de la autodestrucción en un marco de incertidumbre y poca solidaridad


Tuve la posibilidad de viajar a Japón en búsqueda de un sentido colectivo por sobre el individualismo


Un sistema con normas que regulan al mínimo la vida social. Con un Budismo activo no sólo en los templos sino en la vida cotidiana


Un país que siendo la quinta potencia mundial cuenta con una distribución equitativa de la riqueza y una notable modestia en sus viviendas y vehículos.


Una sociedad que ha sabido combinar los adelantos tecnológicos con el respeto por la naturaleza con un código de honor, actitudes reverenciales y respeto por sus tradiciones expresadas por geishas instruidas en arte y poesía, teatro Kabuki o ceremonias del té sostenidas en un Emperador como expresión de una unidad que a su vez brinda identidad


Ciudades superpobladas con ciudadanos respetuosos en el trato y actitud colaborativa en mantener la limpieza y el silencio. Sin inseguridad en la vía pública.


Sin embargo:


Son parte de un colectivo que diluye la individualidad. Con altas tasas de suicidios tanto por soledad como por presión social en la educación o el trabajo. Con indicadores de represión sexual expresados tanto en sus “maids cafés”, en dibujos animados sexualizados como en la ausencia de expresión de afecto en público


Una isla que da identidad pero que aísla y no contiene con una población que recurre a un mundo de fantasía para escapar de un sistema que asfixia por lo reglado. 


Ambos sistemas, tanto el occidental como el japonés nos separan y brindan un vacuo sentido de vida, uno persiguiendo la fantasía del éxito, la fama y el placer, el otro detrás del orgullo por pertenecer a un pueblo honorable.


Ambos arrojan al individuo a la soledad. Nos hacen olvidar que no estamos solos, que tenemos una pertenencia más elevada y que esta existencia terrenal tiene un sentido profundo.


Tal vez haya que recordar este cuento bien conocido:


“En el vientre de una madre hay dos bebés, y uno le dice al otro:

—¿Crees en la vida después del parto?

Y el otro responde:

—Por supuesto, tiene que haber algo después del parto. Quizás estamos aquí para prepararnos para lo que vendrá después.

—¡Tonterías! —dice el primero—. No hay vida después del parto. ¿Qué clase de vida sería esa?

—No lo sé —responde el segundo—. Pero tal vez haya más luz que aquí. Quizás caminemos con las piernas y comamos con la boca. Quizás tengamos otros sentidos que ahora no podemos comprender.

El primero dice:

—Eso es ridículo. Caminar es imposible. ¿Y comer con la boca? Eso es absurdo. El cordón umbilical es lo que científicamente nos proporciona nutrición y todo lo que necesitamos, pero es demasiado corto. La vida después del parto es, lógicamente, imposible.

Y el segundo dice:

—¿Y si simplemente es diferente a como es aquí? Tal vez ya no necesitemos ese cordón físico.

El primero responde:

—Está bien, si realmente hubiera vida después del parto, decime: ¿por qué nadie jamás volvió de allí? El parto es el fin de la vida. Y después del parto no hay nada más que oscuridad, silencio y olvido. No nos lleva a ninguna parte.

Y el segundo dice:

—Pero seguramente conoceremos a mamá y ella nos cuidará.

El primero responde:

—¿Mamá? ¿De verdad crees en mamá? Si mamá existe, ¿dónde está ahora?

Y el segundo responde:

—Está a nuestro alrededor. Somos parte de ella. Es en ella donde vivimos. Sin ella, este mundo no existiría ni podría existir.

El primero dice:

—No la veo, así que, lógicamente, no está aquí.

A lo que el segundo responde:

—A veces, cuando estás en silencio y realmente escuchas, podrás percibir su presencia. Podrás oír su voz llena de un amor que nos llama desde arriba.


Lic. Arturo Flier

Sociólogo-Psicólogo Social