lunes, 19 de mayo de 2025

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : Swamiji, discípulo

 




CCV – Swamiji, discípulo

Leonor Bakún

Era el 28 de julio de 1885. Thakur le explicaba a M qué es una Encarnación Divina. Dijo: “Imagina una extensión de tierra sin límites que va más allá del horizonte. En ese campo hay un muro que obstruye la visión. Pero en ese muro hay un agujero y a través de él, puedes ver una parte del infinito, más allá ¿Qué es ese agujero? ¿Puedes decírmelo?” “Sí señor, Usted es ese agujero” le respondió M. Sri Ramakrishna, muy complacido, le dijo: “Me siento muy feliz de comprobar que finalmente has comprendido.”

La Encarnación Divina aparece en el mundo cuando la espiritualidad está en peligro. Es su tarea conducir a la humanidad hacia Dios. Para ejecutar su trabajo trae consigo ayudantes que actúan como sus instrumentos en la propagación de su enseñanza. Normalmente viven con el Maestro, en su intimidad más cercana. Lo cuidan y auxilian en su vida cotidiana y, a la vez, difunden las palabras del Maestro esparciéndolas por el mundo para beneficio de la humanidad.

Así, la aparición de Sri Ramakrishna en el escenario humano vino acompañada por la de un grupo de seres extraordinarios que encarnaron con Él.

Uno de los más grandes, sin duda alguna, fue Swami Vivekananda, quien no sólo fue el difusor del mensaje de su Maestro a lo largo y ancho del mundo, con gran sacrificio y dejando su vida en el esfuerzo, sino que impulsó a sus compatriotas para que salieran del letargo en que los habían sumido los largos años de sometimiento.

Su ideal lo resumió del siguiente modo: “predicar a la humanidad su divinidad y cómo hacer para que se manifieste en cada movimiento de la vida.”

Esta comprensión de la unidad en la diversidad, de que todo es “variación del uno” es lo que hace universal su mensaje y es lo que lo vuelve conciliador de las supuestas diferencias, que solo son momentos, diferentes apariciones del Ser que mora en todas las cosas.

Swami Vivekananda es el león que impone con su sola presencia. Para ser advertido no necesita rugir.

Hay un aspecto de Él que quiero rescatar porque lo considero fundamental. Es un aspecto anterior a Swami Vivekananeda. Aparece con Narendra, el muchacho joven, puro, inocente que llega a Thakur para preguntarle si conoce a Dios.

Me refiero al discípulo. Swamiji, evidentemente ha de ser recordado por la difusión incansable del conocimiento y de la espiritualidad, pero su conducta, su amor por el Maestro, su entrega, su dedicación y cumplimiento absoluto del mandato de su Gurú, lo convierten en el discípulo por excelencia. Tengo para mí que aquel que quiera ser discípulo debe observar con atención la vida de Swamiji.

Hay momentos entre Narendra y Thakur de ternura y amor indecibles y, sin embargo, ambos se probaron severamente para asegurarse de que eran ellos, “Su Maestro” y “Su discípulo”.

Sabemos que el amor, la alegría, la música, el humor, cimentaron en forma constante su relación. Swamiji tenía una voz muy hermosa y a Thakur le gustaba mucho escucharlo. Más de una vez entró en samadhi cuando Naren cantaba. Del humor, de la risa, hay numerosos testimonios.

Por sobre todas las cosas, la Orden Ramakrishna, fue el fruto de la confianza y de la fe que había en su relación. La confianza de Thakur en el discípulo capaz de continuar su obra y la confianza del discípulo en el Gurú que hizo que surcara los mares rumbo a tierras extrañas para difundir su enseñanza.

Swamiji dijo alguna vez que sin la bendición de la Santa Madre su empresa no hubiera sido posible. La Santa Madre continuó la labor del Maestro. Su bendición es la bendición del Gurú, del Maestro, la que el discípulo recibe con la certeza de que, ahora sí, va a llevar su trabajo a buen puerto.

La espada desenvainada, como lo llamaba Thakur por lo agudo de sus razonamientos, el motor de la Orden y tantos otros nombres que recibe, se define a sí mismo en una hermosa carta que le escribe a Josephine Mac Leod cuando vislumbraba próxima su partida. Dijo:

“Después de todo soy tan solo aquel muchacho que escuchaba, transportado y embelesado, las maravillosas palabras de Ramakrishna bajo el árbol baniano de Dakshineswar. Esa es mi verdadera naturaleza.”

Y esa es la forma en que lo imagino cuando pienso en Él. Grande, imponente, con una dulce sonrisa, sentado a los pies de Thakur con toda su atención puesta en él.

Jay Thakur!!!



domingo, 18 de mayo de 2025

SWAMI PURNABODHANANDA EN URUGUAY

 





Los dias 16 y 17 de mayo el Rev. Swami Purnabodhananda brindó en el Uruguay 2 conferencias en el Centro de Yoga Sudamérica de Uruguay. La primera titulada "El Vedanta de acuerdo a Paramahansa Ramakrishna" y la segunda "La Divinidad femenina de acuerdo al Vedanta. 













sábado, 17 de mayo de 2025

Artículos : CCV : Lic. Cristina Viturro : Narendra en El Evangelio de Sri Ramakrishna 2

 



Narendra en El Evangelio de Sri Ramakrishna 2


Siguiendo el caminito que arranqué hace unos domingos, seguimos los rastros de Narendra en El Evangelio de Sri Ramakrishna, que vuelve a aparecer en el capítulo 4, “Consejos a los hogareños”. La presencia del discípulo dilecto de Thakur no solo es una manera de ver en acción a Sri Ramakrishna, sino que también va mostrando cómo se gesta la relación entre M. y el futuro Swami Vivekananda. 

En este caso, se trata de una visita de Narendra y algunos otros devotos al Maestro, ocurrida el 16 de octubre de 1882, días antes de Durga Puya, que dura hasta el día siguiente. También, por supuesto está M., cronista de este encuentro. 

La presencia de Narendranath llena al Maestro de alegría: ”Hablaba con los devotos con gran deleite. Con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro y los ojos fijos en Narendra, daba diversas enseñanzas espirituales intercalando al mismo tiempo, algunos incidentes de su propia vida.[…] 

Hacia el atardecer, Narendra cantó. Estaban presentes, Rakhal, Latú, M., Hazra y Pria, el amigo Brahmo de Narendra.”

Cuando concluyó la música, Sri Ramakrishna abrazó por largo rato a Narendra, diciendo "¡Qué felices nos has hecho hoy!" La compuerta del corazón del Maestro se había abierto tanto esa noche, que a duras penas podía contener la inmensa dicha que le inundaba. Eran las ocho de la noche. Embriagado con el divino amor, caminaba por la larga galería norte de su cuarto. De vez en cuando se le oía hablar con la Divina Madre. De pronto, dijo con voz excitada: "¿Qué puedes hacerme?" ¿Quería acaso el 

Maestro significar con esto que maia era impotente ante él,

desde el momento que la Divina Madre era su sostén?”

La escena sigue y tiene un interludio bastante gracioso: Narendra, M. y Pria se quedan a dormir en el jardín del templo y todos cenan juntos los alimentos preparados por la Santa Madre. Antes de comer, Narendra conversa con M. sobre los jóvenes hoy en día: Narendra los critica diciendo que fuman, pierden el tiempo charlando cosas inútiles, se visten pretenciosamente, se hacen la rata y se juntan con gente poco recomendable. M. le dice que no vio esas cosas en su vida de estudiante, pero Narendra insiste. Es más, dice que deberían ser vigilados por sus tutores (no olvidemos que M. era docente). En eso llega Thakur y les pregunta de qué estaban hablando. Y cuando Narendra le contesta, el Maestro lo encara a M. y lo reta: “Esta clase de conversación no es buena -dice-. No es deseable entretenerse en ninguna otra conversación que no sea de Dios. Tú eres el mayor de ellos y eres inteligente. No deberías haberlos animado a hablar de tales temas.” Todos quedan muy escaldados. 

Esa noche, que para el Maestro es de gran alegría no termina todavía, Narén canta de nuevo y se reproduce un diálogo con un devoto, muy interesante.

Al otro día, después del servicio matutino, el Maestro convoca a sus discípulos y Narendra le pregunta si el Tantra prescribe disciplinas espirituales en compañía de la mujer, cosa que Thakur considera no recomendable: “es un camino muy difícil y a menudo causa la caída del aspirante”. 

Unos días más tarde, cuando M. visita al Maestro éste le recomienda que deje de frecuentar a los brahmos: “Aquellos que pertenecen al círculo muy íntimo de mis devotos vienen solo aquí. Muchachos como Narendra, Bhavanath y Rakhal son mis muy íntimos discípulos. No hay que conceptuarlos con ligereza. Invítalos a comer un día. ¿Qué piensas de Narendra?

M.: Tengo un elevado concepto de él, señor.

Maestro: “¿Has observado cuántas virtudes tiene? No sólo es bien versado en música vocal e instrumental, sino también muy instruido. Además, ha controlado sus pasiones y declara que permanecerá célibe toda su vida. Ha sido un devoto de Dios desde su más tierna infancia.”

Aquí terminan las menciones a Narendra en el capítulo, pero me gustaría volver al primero de sus cantos, de gran belleza y profundidad, y termina en una noción que estos últimas semanas ha abundado en nuestros encuentros y en las tonaditas de Maharaj: el canto incesante del mantra.

“El canto, acompañado por el tambor decía:”


Medita, oh, mente mía, en el Señor Harí,

El inmaculado, Puro Espíritu, desde el principio hasta el fin.

¡Cuán sin par es la luz que en él brilla!

¡Cómo cautiva el alma su maravillosa forma!

¡Cuán amado es Él por todos Sus devotos! ...

Oh, ¿cuándo amanecerá para mí el día de Bienaventuranza,

Día en que Aquel, que es todo Bondad, todo Belleza y todo Verdad

Ilumine el más recóndito altar de mi corazón?

¿Cuándo me hundiré, al fin, siempre contemplándole,

En el Océano del Deleite?

Señor, como Infinita Sabiduría, Tú entrarás en mi alma,

Y mi inquieta mente, enmudecida por Tu visión,

Hallará refugio a Tus pies.

En el firmamento de mi corazón, Oh, Señor, Tú surgirás

Como la Bienaventurada Inmortalidad;

Y como cuando el ruiseñor mira la luna ascendente,

De pura alegría vuela de aquí para allá,

Así también, me sentiré pleno de celestial felicidad

Cuando Tú aparezcas ante mí.

¡Oh Tú, Uno sin segundo, todo Paz, Rey de Reyes!

A tus bienamados pies renunciaré a mi vida

Y así, por fin, alcanzaré la meta de la vida;

¡Aún estando en la tierra gozaré de la bienaventuranza del cielo!

¿En qué otra parte se otorga tan precioso don?

Entonces veré Tu gloria pura e inmaculada

Como la oscuridad huye de la luz, así mis más negros pecados

Desertarán de mí en la proximidad de Tu aurora.

Enciende en mí, ¡oh, Señor! el ardiente fuego de la fe

Y haz que sea el norte de mi vida.

¡Oh, Amparo de los débiles, cumple mi único deseo!

Entonces me bañaré día y noche

En la ilimitada bienaventuranza de Tu Amor, y

Oh, señor, al alcanzarte, totalmente me olvidaré de mí.

Con faz radiante canta el dulce nombre del Señor

Hasta que desborde el néctar en tu corazón.

¡Bébelo incesantemente y compártelo con todos!

Si sientes secar tu corazón abrasado por las llamas

De los deseos mundanos, canta el dulce nombre del Señor,

Y el amor celestial, humedecerá tu alma estéril.

Jamás olvides, oh, mente mía, de cantar

Su santo nombre: cuando el peligro enfrente tu rostro,

Llámale a Él, Tu Misericordioso Padre;

¡Con el trueno de Su nombre, haz estallar los grillos del pecado!

Ven, cumplamos los deseos de nuestro corazón

Bebiendo hasta lo hondo la Eterna Dicha,

Unificados con Él en puro éxtasis de amor.




lunes, 28 de abril de 2025

VISITA DE SWAMI BODHASARANANDA Y SWAMI NIRMALATMANANDA

 


El 25 de abril recibimos la visita del Swami Bodhasaranandaji Mahraj, miembro del cuerpo administrativo y asistente secretario de Ramakrishna Math, Belur Math India, y del Swami Nirmalatmanandaji Maharaj, Director del centro Ramakrishna de Brasil.
Ambos participaron de nuestros programas virtuales y ofrecieron una charla el domingo por la tarde, la cual se transmitió en directo en nuestro canal de Youtube.
















domingo, 27 de abril de 2025

Artículos : CCV : Lic. Cristina Viturro : Con solo repetir

 


Con solo repetir :

El domingo nuestro visitante, el Reverendo Swami Sarvasthanandaji Maharaj, habló sobre los cuatro caminos hacia la espiritualidad, una síntesis muy clara de los cuatro yogas: el gnana yoga, el bhakti yoga, el karma yoga y el que llamó yoga de Patanjali. Como él mismo dijo, los tres primeros se basan en tres características de la mente, que también reconoce el pensamiento occidental: el intelecto, los sentimientos y la determinación que, bien dirigidos, nos impulsan, respectivamente, hacia el conocimiento supremo, la devoción y el servicio a los demás. 

Swami Sarvasthananda agregó el yoga de Patanjali que, nacido de la tradición hindú, se ocupa del control de la mente, a fin de mejorar sus poderes (lo que, según entiendo, puede asimilarse al Raja Yoga). Con este fin existen dos herramientas largamente predicadas por nuestros maestros: la meditación y el japa. Es decir, la práctica, propiamente dicha.

Me acordé entonces de un librito muy precioso, de Swami Pareshananda: La práctica universal de Japayoga, que se publicó hace unos años (yo estuve cuando lo presentaron en Estados Unidos). 

Voy a recordar básicamente el concepto: el Japa es “la repetición de lo sagrado, el método más común y universal de recordar entre los practicantes de la espiritualidad.” Esa es una primera definición, pero también se cita a Sri Ramakrishna que la define así: “Japa significa repetir el Nombre del Señor en silencio y sentado en un lugar tranquilo. Si uno sigue haciendo Japa con devoción y concentración, es seguro que obtendrá al final la visión divina y la realización de Dios.”

Patanjali dijo en sus conocidos aforismos: “La palabra que manifiesta al Señor (Ishvara) es Om. (El sendero) es la repetición sobre su significado” (Yoga Sutra I.II.16).

Literalmente, dice en el texto Swami Pareshananda, “… japa significa repetición. Es una sistemática repetición de un santo Nombre o sagrado Mantra (fórmula mística) Divino. El poder y la gloria del Nombre de Dios son infinitos. Espiritualmente hablando Dios y su santo Nombre son una y la misma cosa. Ambos están hechos de conciencia. Además, el Nombre es, verdaderamente, la morada del Señor”. 

Este es un espacio dedicado a la Santa Madre. Justamente, Swami Sarvasthananda, habló de ella, poniéndola como ejemplo y dijo que Ma Sarada repetía miles de veces en el día, el Mantra. Ella misma lo dice a sus discípulos: “Repite el Nombre de Dios, sea que la mente se concentre o no. Será bueno para ti el que puedas repetir, diariamente, el Santo Nombre un número fijo de veces”. Más aún, Swami Pareshananda cita su frase: “¡Japat siddhí!”, que significa “La perfección viene del sólo repetir”.


Claro que, si se hace con concentración, da mucho más resultado: “Si se repite el Nombre de Dios una vez -continúa diciendo Ma Sarada - cuando la mente está concentrada, equivale a un millón de repeticiones cuando la mente está alejada de Dios. Puedes repetir el Nombre durante el día entero; pero si la mente está en cualquier otra parte, eso no produce mucho resultado. La repetición debe ser acompañada con la concentración. Sólo así se logra la gracia de Dios.”

Si la repetición del Mantra es el camino de la espiritualidad, la repetición es una herramienta de todos los maestros para que no perdamos de vista un camino (cualquier camino) no siempre fácil ni evidente. Así, entonces, dice Maharaj en la tonadita que cantamos: “Incesantemente canta/ con amor tu Mantra,/ hallarás la fuente /de paz, luz y ananda. /Dios y su Mantra

son una y la misma cosa, /la Madre Divina, Gurú misma, /Diosa Todopoderosa. /Ve cumpliendo tus tareas / en este mundo ilusorio /recordar a Dios siempre/ es el deber verdadero. Incesantemente canta,/ Incesantemente canta…”

Las repeticiones, ya sea del Mantra, de las tonaditas de Maharaj, de los textos y reflexiones que leemos y compartimos en estas reuniones, nos ayudan con la práctica espiritual. Así que, para finalizar, además de recomendarles que tengan siempre a mano el libro de Swami sobre el Japayoga, me gustaría compartir con ustedes una frase de un monje budista que compara la práctica espiritual a un arroyito ínfimo pero que corre incesantemente y me hizo pensar por qué son necesarios estos maestros que aconsejan repetir. Dice así: 

Master Sheng Yen

“Sean delicados en su práctica. Piensen en el método como una fina corriente plateada, no una catarata rugiente. Sigan la corriente, tengan fe en su recorrido. 
Hará su propio camino, serpenteando aquí, goteando allá. Encontrará los surcos, las grietas, los resquicios. Solo síganla. Nunca la pierdan de vista. Los llevará a destino.” 

Sheng Yen (1931-2009)