lunes, 20 de noviembre de 2023

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : La educación según Swami Vivekananda

 




La educación según Swami Vivekananda  


Un tema central si se habla de Swami Vivekananda, es la importancia de la educación en su pensamiento, en su obra. Él dijo: “La educación que no ayuda a la gente común a equiparse para la lucha por la vida, no merece esa definición. Verdadera educación es aquella que nos capacita para pararnos sobre nuestros propios pies.”

En la página del Ramakrisha Ashrama, hay un artículo de Ana María Menghini titulado La tempestad del pensamiento. Ella escribió lo siguiente: 

“En algún momento u otro en la historia de las grandes personalidades surge una actitud crítica cuando examinan las creencias de su vida temprana con su asimilación inconsciente de tradición y cultura. Luego hay, muy frecuentemente, si no siempre, una rebelión contra los viejos estándares, o si no un cambio radical o, al menos, una gran modificación de puntos de vista. Reformadores y rebeldes son los hacedores de épocas o los avanzados guardianes del progreso, como atestigua la historia.

La educación es a menudo el medio. La educación en sí misma es la creación de nuevos universos de perspectivas. Asociada con la originalidad del pensamiento siempre hay una tempestad de pensamientos. La nueva visión siempre nace en la tempestad. Con frecuencia, la corriente de tal período de tempestad es la separación de los caminos, una marcada distinción entre la vieja cultura y el nuevo propósito.

Con la nueva actitud nacida de la lucha, surgen nuevas resoluciones que implican inevitablemente una batalla por el reconocimiento de una nueva visión.” 

Fue precisamente esta nueva visión la que Swami Vivekananda, con mucho esfuerzo y sacrificio imprimió en aquellos que luchaban por recuperar una India fuerte y pujante.

Naren llegó a Thakur en su anhelosa búsqueda por encontrar la verdad.

Sri Ramakrishna, con su espiritualidad, su ascetismo y sus realizaciones era el corazón mismo de la India ancestral, la India de los Upanishads. Naren llegó a él con dudas y  escepticismo, muy poco dispuesto a aceptar las verdades de la religión, sin verificarlas previamente.

El resultado del encuentro de estas dos grandes personalidades, Sri Ramakrishna y Narendra Nath, fue Swami Vivekananda, quien se convertiría en el corazón de una India enriquecida, ampliada y fortalecida por una nueva perspectiva espiritual. El ascetismo y la soledad serían reemplazados por el trabajo y el servicio al prójimo.

Ramakrishna comenzó a ser ampliamente reconocido como un santo de gran iluminación. A los devotos, les dio instrucción de acuerdo a su naturaleza y situación de vida. A los hogareños les enseñó cómo realizar a Dios viviendo en el mundo y cumpliendo con sus obligaciones familiares. Mientras, a un puñado de jóvenes solteros y con educación, en su mayoría de clase media bengalí, los preparó para llevar una vida monástica y ser los portadores de su mensaje hacia la humanidad. El principal de ellos fue Narendranath, él  único entre todos los discípulos de Sri Ramakrishna que vio en el Maestro, no solamente una persona sino un Principio; no sólo al apóstol de realización y renunciamiento sino también de servicio a la humanidad con espíritu de adoración. Fue quién llevó el mensaje universal del Vedanta a diferentes partes del mundo y despertó el alma de India.

Después de que Thakur pasara a la habitación de al lado, Swamiji decidió salir en peregrinación, cosa que hizo desde 1887 hasta 1893. Durante esos viajes pudo conocer  algo de India y trabar relación con personas de diversas opiniones. Lo que quería para él y sus hermanos era tener una gran amplitud de miras para poder cumplir su misión de acuerdo a las enseñanzas del Maestro.

Su alma desbordó con infinita ternura y angustia por la pobreza de India. Vio que el pobre y el humilde habían sido pisoteados y oprimidos durante siglos. El Swami observaba las costumbres sociales y también las anomalías de muchos pasajes de las escrituras. El Swami tenía la inquietud de hacer algo por su  país. En todas partes hallaba rivalidad, animosidad y desunión. Todo esto lo vio como barreras que India debía franquear para progresar, sabía que era necesario para India un abierto lanzamiento, para todas las clases sociales, de las verdades inmortales de los Vedas y los Upanishads.

En 1894, desde Chicago, escribió: “En Cabo Comorín, sentado en la última roca de India, se me ocurrió un plan: Nosotros los hindúes tenemos tantos monjes que vagan por doquier enseñando metafísica a la gente. ¡Qué locura! ¿Acaso nuestro Gurudev no decía que “un estómago vacío no es apto para la religión”? Supongamos que algunos sannyasines desinteresados, resueltos a hacer el bien a otros, fueran de aldea en aldea diseminando educación y tratando, de diversas maneras, de mejorar la condición de todos, hasta del chandala, el paria, mediante enseñanza oral y por medio de mapas, cámaras, globos terráqueos y otros accesorios. ¿Esto, no traería un gran bien con el tiempo? Tenemos que devolver a la nación su perdida individualidad y levantar al pueblo. La fuerza para levantarlo debe venir desde adentro. La solución no viene haciendo descender al que está más arriba sino levantando al que está por debajo, levantar al chandala hasta la altura del brahmín. El lema de Swamiji parece haber sido: buscar la igualdad por medio de la cultura, por un proceso de elevación más que de descenso.

“Para llevar esto a cabo, lo primero que necesitamos son hombres y luego los fondos. Por la gracia de nuestro Gurú estoy seguro de conseguir diez o quince hombres en cada ciudad. He venido a América para ganar dinero yo mismo y dedicar el resto de mis días a la realización del único propósito de mi vida.”

Y así como lo soñó, así sucedió. Swami Gambhirananda en su Historia de Ramakrishna Math y Ramakrishna Mission transcribe como uno de los objetivos para el Departamento de Trabajo en India lo siguiente: “Las actividades de la Mission estarán dirigidas al establecimiento de Maths y Ashramas en diferentes partes de India para el entrenamiento de sannyasines y de los hogareños que estén dispuestos a dedicar su vida a la educación de los demás y para hallar los medios posibles para educar al pueblo recorriendo y viajando de una provincia a otra.”

Algo que le preocupaba mucho a Swamiji era la situación de la mujer en India y en sus planes de trabajo incluyó un plan de ayuda a las mujeres. Además de su proyecto de fundar centros monásticos, tenía planeado  establecer una institución para la educación de las niñas sobre lineamientos nacionales que diera como resultado mujeres trabajando para el mejoramiento de su condición. Miss Müller prometió sostener tal institución educacional para las niñas hindúes y el Swami puso al frente de esa escuela a Miss Margaret Noble, posteriormente Sister Nivedita. En una conversación le dijo: "Tengo en mi mente algunos proyectos para las mujeres de mi país, en los cuales creo que usted podría serme de gran utilidad.” Ella escribió que en ese momento acababa de escuchar un llamado que habría de transformar su vida.

En una carta le dice: “Con toda franqueza le digo que estoy convencido de que usted tiene un gran porvenir en su trabajo en India. Lo que se necesita es una mujer; una verdadera leona para trabajar por los hindúes, especialmente por las mujeres. Su educación, sinceridad, pureza, inmenso amor y  determinación hacen de usted la mujer que, en este momento, India necesita." 

Cuando regresó a India, en 1897, Swami Vivekananda, dondequiera que fuese, era recibido como un héroe nacional de regreso a su patria después de su victoria. A las palabras de bienvenida el Swami respondía hablando de la necesidad de reconstruir la vida nacional por medio de la educación. Condenaba el letargo nacional enmascarado de equilibrio espiritual y exhortaba a todos a aprender de Occidente cómo ordenar la vida material de la nación.

Swami Vivekananda deseaba la educación de las mujeres de India y el progreso científico y técnico de su país. Tenía la convicción de que India no era ni vieja ni caduca sino joven, fecunda en posibilidades, erguida, en los albores del siglo XX, sobre el umbral de grandes descubrimientos. Esa visión estaba implícita en cada una de sus palabras y palpitaba en todas las historias que él relataba.

Todos los planes que Swami Vivekananda puso en marcha estaban destinados a que su sueño más querido: el renacimiento de lndia, se cumpliese. Para eso, entre otras cosas, la condición de la mujer debía mejorar, las mujeres y la juventud debían educarse, la unidad en la diversidad debía pasar de ser un postulado teórico a modo de vida en que el otro tuviese lugar, el servicio a Dios sería trabajo y servicio al prójimo. La espiritualidad, entrega en la confianza .

El Swami ya había expresado su preocupación por la educación en una carta en la que dice: “Aquí en América un mozo de cordel es más educado que muchos de nuestros jóvenes y toda mujer americana tiene mejor educación que la que vemos en las mujeres hindúes. ¿Por qué no podemos tener la misma educación? ¡Debemos tenerla!”

Estamos a fines del siglo XIX cuando lo dice. Hoy, en los albores del siglo XXI, estas premisas siguen siendo deseables para todo aquel que desee bienestar y paz. Es por eso que Swami Vivekananda nos habla desde el presente, aquí y ahora.

- Profesora Leonor Bakún




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