jueves, 4 de agosto de 2022

Artículo : CCV : Profesora Leonor Bakún : LA ORACIÓN

 




LA ORACIÓN

Leonor Bakún

Swami Shivananda dijo que nosotros debemos limpiar nuestra “jungla”. Algunas herramientas para ello son el control de los sentidos, el control de la mente, introspección y fortaleza. Si no intentamos limpiar la jungla las semillas plantadas en ella serán desperdiciadas.

Thakur solía cubrir su rostro con una toalla y decir: “Vean qué cerca estoy de ustedes, pero a causa de esta toalla que se ha interpuesto entre nosotros, ustedes no pueden verme”.

Con las prácticas espirituales y con total devoción quizás podamos limpiar la jungla para poder correr la toalla.

Thakur decía que no importa si alguien está obrando equivocadamente, porque si ora con devoción, Dios mismo lo va a arreglar y se va a ocupar de ponerlo en el sentido correcto.

Annie Kirkwood en El mensaje de la Virgen al mundo dijo que “el acto mismo de desear una intimidad con Dios es la mejor oración que hay”.  Ella relata que se dio cuenta de que no todos comprenden lo que es orar. La mayoría piensa que es como rogar o pedir pero que la oración es una manera de comunicarse con Dios y hay muchas maneras. La oración –puntualiza- es hablar a Dios de la manera y forma propia de cada uno. Es la habilidad que todos tenemos para comunicarnos directamente con Dios, una habilidad necesaria y esencial. Todo el mundo ora aunque no siempre se da cuenta de esto. “Todo el mundo se habla a sí mismo. El parloteo en su mente y en su corazón es oración <…> Lo que esperan, lo que consideran importante, ésa es la oración.” Ella aconseja como beneficioso hacerse consciente de las líneas de comunicación porque al prestar atención a los pensamientos que persisten hallaremos la razón de las circunstancias que vivimos y aclara: “Las palabras proferidas hacia el exterior deben concordar con lo que creen en el corazón y en la mente.”

Ciertamente hay muchas personas que están convencidas de que se reza en un lugar diseñado para eso, con fórmulas especiales. Algunos cuentos jasídicos se refieren a esto. El de la silla vacía es uno de los más conocidos. Dice así:

“La hija de un hombre le pidió al rabino que fuera a su casa a rezar una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando  el rabino llegó a la habitación, vio que había una silla al lado de la cama del enfermo, por lo que el rabino pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.

-Supongo que me estaba esperando - le dijo.

-No, ¿quién es usted? - dijo el hombre enfermo.

-Soy el rabino que su hija llamó para que orase con usted; cuando entré y noté la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.

-Ah sí, la silla. ¿Le importa cerrar la puerta? - dijo el hombre enfermo.

El rabino sorprendido cerró la puerta y el hombre le contó lo siguiente:

-Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo rezar. He escuchado siempre al respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que trae. Pero  de las oraciones ¡No sé! Me entra por un oído y me sale por el otro. No tengo idea de cómo hacerlo. Entonces, hace mucho tiempo abandoné por completo el rezo, hasta que un amigo me dijo:

-José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Dios. Así es como te sugiero que lo hagas: -Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía frente a ti, luego con fe miras a Dios sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera que lo estás haciendo conmigo ahora.

-Es así que lo hice una vez y me gustó tanto, que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces.

-Siempre tengo mucho cuidado que no vaya a verme mi hija. Me internaría de inmediato en el manicomio.

El rabino sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que no dejara de hacerlo nunca. Luego rezó una oración con él, y se fue. 

Otro cuento jasídico, también muy conocido es el que tiene como protagonista a un campesino que está yendo al pueblo vecino. En el viaje cae la noche y se dispone a descansar pero se da cuenta de que olvidó el libro de oraciones y entonces se sienta y le dice a Dios: “Mirá, me olvidé el libro de oraciones así que vamos a hacer lo siguiente: Yo voy a recitar tres veces el alfabeto y vos armá las oraciones”.

Lo que señalan estos relatos es la importancia de la espontaneidad al rezar, el abrir el corazón sin fórmulas y con sinceridad. El Maestro guía para que uno se dé cuenta de lo que tiene que hacer. El proceso es interés, concentración, meditación. No hay un método para todos. Rezar es para todos. El modo de rezar de todos es diferente.

Swami Vijoyananda en Sri Ramakrishna Dios-Hombre dice que la respuesta a toda oración, súplica o plegaria es una manifestación de la misericordia. Al respecto señala: “La Misericordia Divina es una expresión devocional que significa "Dios en acción". La misericordia actúa de diversas maneras, conforme al deseo y necesidad del creyente. Cuando nuestro ruego es hecho de corazón, Dios nos da lo que hemos pedido. Cuando se pide auxilio a un Dios lejano, y con duda, Él no nos oye; cuando el pedido es urgente y la mente se concentra momentáneamente, Dios nos otorga el ansiado objetivo. Y cuando nuestro ruego es sincero y dirigido a Dios, concebido como muy cerca nuestro, la respuesta es inmediata. Además, cuando nuestra súplica brota como una verdadera angustia y está dirigida a Dios, pero, cuya morada es nuestro corazón, no solo nos da lo pedido sino que la misericordia entra a funcionar en una manera tal que el hombre empieza a transformarse.”

En el Evangelio de Ramakrishna, Consejos al Pandit Shashadhar, Lunes, 30 de junio de 1884 encontramos el siguiente diálogo:

“PANDIT: ¿Oye Dios nuestras plegarias?

MAESTRO: Dios es el Kalpatarú, el árbol que cumple los deseos. Con seguridad obtendrán todo lo que le pidan. Deben rogar de pie cerca del Kalpatarú. Sólo así su ruego se cumplirá. Pero deben recordar otra cosa. Dios conoce nuestro íntimo sentir. Un hombre obtiene el cumplimiento del deseo que abriga mientras practica sádhana. De acuerdo con lo que uno piensa, recibe.”

Nuevamente encontramos la advertencia, el señalamiento de que lo que realmente va a llegar a Dios es lo que pensamos, lo que sentimos y eso implica prestar, prestarnos atención. Implica un acto de sinceridad con nosotros mismos. Animarse a ver, revisar en nuestro interior lo que en verdad queremos. Y ese tal vez sea el primer paso para comenzar a limpiar la “jungla” a la que se refiere Swami Shivananda.

Orar no es sólo pedir. Pero seguramente hay un interés, una necesidad en mantener esa conversación que tenía el hombre con Dios sentado en la silla. Es más, muchas veces se nos advierte sobre el cuidado que hay que tener cuando se pide. No siempre uno pide lo que es mejor o beneficioso, para nosotros o para nuestros seres queridos o para el que sea destinatario de nuestro ruego. Pero necesitamos rezar por ellos o por quiénes sabemos que están viviendo momentos difíciles. Tal vez lo mejor sea dejar en manos de Dios la situación y confiar.

Cuando fue el atentado a las Torres Gemelas Swami Pareshanandaji participó en un encuentro interreligioso. Era un momento de gran conmoción. Este fue su rezo:

Om

madhu vata ritayate madhuksharanti sindhavah

madhvima-santvoshadhih

madhu naktamutoshasi madhumatparthivagm rajah

madhu dyaurastu nah pita

madhumanno vanaspati-madhumagm astu suryah

madhvirgavo bhavantu nah

Om santih santih santih

“¡Que el viento sople dulcemente! ¡Que el río fluya dulcemente! ¡Que las plantas nos provean dulces cosechas! ¡Que el polvo de la tierra se llene de dulzura! ¡Que los cielos nos protejan con dulces lluvias! ¡Que los árboles nos den dulces frutos! ¡Que el sol brille dulcemente sobre nosotros! ¡Que haya dulzura en todas las direcciones! ¡OM! ¡Paz, Paz, Paz!”

¡Que así sea!




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