Vivekananda, su efecto, su obra y el hombre
Les cuento el efecto de Vivekananda con un simple ejemplo: Había un hombre muy simple del sur de la India que siguió las enseñanzas de Swamiji, por su modesta condición lo dejaron trabajando en la cocina del ashrama. Sin embargo, poco a poco se fue volviendo un gran orador a pesar de humildes orígenes, con el tiempo se volvió la voz del ashrama en Delhi que atraía multitudes por su elocuencia y sabiduría. Creció tanto que se convirtió en el decimotercer presidente de la orden Ramakrishna, se llamaba Ranganathananda. Un seguidor se le preguntó de dónde sacó tanta sabiduría siendo su educación tan simple, él contestó: Será porque leí cien veces las obras completas de Vivekananda…
La obra de Vivekananda es muy completa en géneros y temas. Él se expresa con un leguaje simple, directo con una lógica impecable. Siempre habla desde lo llano la base ordinaria de todos los días para llevar el pensamiento paso a paso, a las alturas más abstractas del Conocimiento. Su decir es todo inclusivo y respetuoso de todo otro pensar, es en sí un pensar de síntesis porque lleva todo a un Uno sin un segundo. Así, vemos que su obra es completa y toda abarcante pues en ella hay filosofía, religión, ética y los temas más prácticos de la vida diaria.
Vivekananda como hombre es un Ulises conquistando los todos los obstáculos de su dura Odisea. Las armas con que cuenta son: la Verdad y la fuerza, materializándose en una voluntad inquebrantable. Vivió en medio de injustas hostilidades, denuncias mentirosas e infundades, de fanáticos religiosos extranjeros y de sus propios compatriotas envidiosos, pero jamás perdió la calma, resolviéndolo todo con la fuerza de la Verdad y la Paz de la no violencia, que habitan naturalmente en todo ser realizado. Fue así como despertó en occidente un vivo interés y admiración por las verdades de la “Eterna Religión”. Por otro lado, a Oriente le devolvió su autoestima y el orgullo de ser los eternos custodios de la sabiduría suprema.
Oración: Swamijí enséñame esa voluntad inquebrantable para el logro supremo, porque Tú mismo eres esa voluntad inquebrantable.
Profesor José Astigueta
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