Más allá de las ideas está lo siempre permanente.
Nuestro gran problema es el sufrimiento. Nos cuesta vivenciar el constante fluir de todo. Cuando nos identificamos con algo nos aferramos y entramos en la ilusión de que eso es permanente. Como vivimos esclavizados por la mente, entramos en los pares de opuestos: gusto/ disgusto, bueno/ malo etc. Ya que la mente es dual. Si es bueno, queremos retenerlo y si no es placentero, lo resistimos.
Permanentemente nos escapamos del presente, vivimos en el pasado rememorando una y otra vez lo vivido o generándonos ansiedad por el futuro imaginario.
Cómo puedo integrar mi experiencia con el presente?
Cómo puedo aprender a vivir nuevamente?
Habiendo pasado una y otra vez por los mismos errores que cada vez nos hace caer más bajo? Una vez que comprendemos que la vida no se ajusta a nosotros y que no tenemos la claridad para comprendernos profundamente. Las situaciones que parecen venir bajo otro aspecto una y otra vez nos hacen cometer los mismos errores.
Es ahí que buscamos una realidad permanente y empezamos a vislumbrar nuestra propia vida espiritual.
Que puedo hacer yo para crecer interiormente?
Realizar las prácticas con fidelidad. (Deriva de la palabra en latín fidelitas que significa servir a un dios, en su nivel más abstracto implica una conexión verdadera con la fuente).
Regularizar mis costumbres.
Comprender que todas las situaciones son para renovarnos, para enseñarnos.
Comprender que todo es Voluntad Divina y que nosotros no sabemos nada.
Actuar con sinceridad. (En este punto puedo indagarme en cada situación si estoy siendo sincero, conmigo y con los otros).
Siempre intentar, intentar y explorar.
Al tratar de estar más atentos, nuestros complejos, sublimarlos.
Nacemos para mejorarnos. Para ser una mejor versión de nosotros mismos.
Nos mejoramos alabando la Supremacía. Trascendiendo la linealidad de los acontecimientos e intuyendo el plano vertical donde hay algo mucho mayor que yo, (que el pequeño yo).
Profundizarnos y disfrutar de la Existencia.
Sentir lo infinito que brilla en lo finito.
Simpatizar y sentir esa Presencia.
Fluir y no resistir.
Repetir el mantra con amor ya que Dios se transforma en Maestro y Mantra. El Mantra nos eleva nos guía, nos sostiene y nos llena de alegría.
La forma de Dios posee el amor como componente. Alabarlo, adorarlo, amarlo.
Enamorarse de Dios y así alabarlo y cantarle. Aprender a sentirlo.
Tenemos que volver a la mente practicante.
Meditar y contemplar para aproximarnos a nuestra Realidad interior y fortalecernos interiormente.
Así descubrir la presencia de Dios en uno mismo.
Es el más elevado dominio de la vida.
Crecer hacia ese sentido.
Contemplar con el corazón puro y sincero. Abrir el corazón recordándolo.
Refugiarse en esta forma, entregarse y vivir solo en Su gracia.
¿Cuál es mi verdadero compromiso? Mi entrega a Dios. Clamar por anhelo.
Tratar de vivir en la conciencia de la Presencia divina, integrando todos nuestros planos.
A cada momento podemos sentir la Divina Presencia.
Mientras realizamos nuestras tareas comprender que estamos amándolo y sirviéndolo.
Recordándolo divinizaré los deberes diarios y así creceré en amor y simpatía hacia todos, ya que Él mora en todos y en todo.
Los seres humanos somos seres inmortales. En nuestro propio interior hay un estado de Paz, Luz, Amor.
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