martes, 23 de junio de 2020

SEGUIR APRENDIENDO: LIC. Cristina V.: (21-06-20)



Sobre la devoción


Leemos en el primer tomo del Evangelio de Sri Ramakrishna, la historia del rey Yaiamal, que Sri Ramakrishna le hace leer a M. 
Todos la recuerdan: es la del rey que amaba a Krishna con todo su corazón. Era su Deidad Ideal, nunca dirigía su atención a otra divinidad y  bajo el nombre de Shyamalasundar lo adoraba todas las mañanas, hábito que no abandonaba por ningún motivo. Sabiendo esto, un rey enemigo atacó su territorio un día y sin su mando, los soldados de su ejército tuvieron que quedarse viendo cómo los invadían las tropas que, finalmente, llegaron a las puertas de la ciudad.
Yaiamal seguía adorando a Shyamalasundar cuando su madre fue, bañada en lágrimas, a pedirle que fuera a combatir. 
“El le dijo con calma: “¿Por qué te preocupas? Shyamalasundar me dio este reino. ¿Qué puedo hacer yo si Él ha decidido quitármelo? Por otra parte, nadie podrá dañarme si Él me protege. ¡Nuestros propios esfuerzos son vanos”.
Mientras tanto era el propio Shyamalasundar el que, montado en el caballo de Yaiamal, fue al campo de batalla y dirigiendo al ejército, venció al invasor y volvió al templo. Cuando Yaiamal vio al caballo sudoroso y cansado, atado en las cercanías, se preguntó quién podía haberlo usado y montándolo se dirigió al campo de batalla donde encontró a todos los invasores muertos, menos al rey, que le preguntó quién era su amigo el Guerrero Azul, que no solo lo había vencido, sino que había ganado su corazón. 
Como Yaiamal, el rey vencido comprendió que había sido el propio dios quien lo había vencido, le rindió culto a Yaiamal y gracias a su bendición, recibió la gracia de Krishna.
Es, como dice Thakur a M., una de las lindas historias acerca de los devotos que hay en el Bhaktamala, pero lo que me queda vibrando es esa frase de Yaiamal que muestra su absoluta entrega a la voluntad de Dios, que acepta totalmente:
 “¿Por qué te preocupas? Shyamalasundar me dio este reino. ¿Qué puedo hacer yo si Él ha decidido quitármelo? Por otra parte, nadie podrá dañarme si Él me protege. ¡Nuestros propios esfuerzos son vanos”.
Si lo pensamos bien, ¿qué otra cosa podemos hacer frente a cosas que nos superan? Pero somos humanos y nuestra naturaleza tiende a hacernos extraviar en la ilusión, en lo transitorio, en lo exterior. “Lo nuestro es pasar”, diría Machado, pero también dudar. Hasta el propio Cristo, siendo hijo de Dios, en su hora más oscura, pregunta con el Salmo 22: “¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. La ausencia momentánea de respuesta divina no desalentó al devoto Yaiamal, ni  a Jesucristo ni al salmista que dice más adelante que su dios, Jehová, 
“[…] no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,
Ni de él escondió su rostro;
Sino que cuando clamó a él, le oyó. “
Hoy, Swamiji posteó un texto que decía que la práctica espiritual es la que nos libera de nuestra propia pequeñez mental, que solo nos muestra el mundo terrenal. La práctica es el modo de levantar la mirada y poder ver, en nuestro interior, al Dios cuya voluntad aspiramos a aceptar y a quien le pedimos devoción. 

Ese Dios que, como dijo Santa Teresa, por sí solo basta.

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