lunes, 9 de diciembre de 2019

SEGUIR APRENDIENDO: Counselor Veronica Pomerane: (7/12/2019)



Desde que me despierto todo empieza a manifestarse. Desde que me duermo profundamente todo se desvanece y desaparece.
El Mandukya Upanishad llama Prajna a Aquél que es consciente del pasado, del presente y del futuro, así como de todos los estados y todos los sujetos. Es también la Consciencia no diferenciada. El estado de sueño profundo nos ayuda a comprender nuestro verdadero Sí. Nos hace dudar de la realidad, de las experiencias de los otros estados. El Si está en su hogar. En sánscrito, "él duerme".
El sueño profundo nos produce una alegría similar a la del extásis. También quien vuelve a su hogar está feliz porque se encuentra en su lugar. 
Nuestra ignorancia hace que no sepamos que hemos atravesado el estado supremo en el sueño profundo.
El Chandogya Upanishad describe ese estado:
“Igual que los hombres pueden recorrer un campo una y otra vez sin saber que están pasando por encima de un tesoro de oro que está oculto y sin encontrarlo, todas las criaturas pasan día tras día por el mundo de Brahmán y tampoco Lo encuentran porque están dirigidos por su ignorancia”.
                                                      Chandogya Upanishad, VIII 3-11
En el sueño profundo estamos unidos a Brahmán.  En ese estado caminamos sobre un tesoro sin saberlo. En el sueño profundo estamos unidos a Brahmán.
Debemos superar el sueño profundo para alcanzar otro estado en el que haya desaparecido la ignorancia. Los Upanishad se refieren a este estado: Turiya. El Sí es ATMAN. Turiya es silencio.
  "Turiya no es ni percibido (por un órgano sensorial), ni relacionado con nada, ni captado por el pensamiento; es imposible de inferir, impensable, indescriptible. Es en esencia de la naturaleza de la pura Consciencia, que por sí sola constituye Atmán. Negación de toda apariencia, es paz eterna, felicidad eterna, excluye toda dualidad. He aqui lo que se indica como Turiya; eso es en verdad Atmán y eso es lo que se debe realizar"
                                                  Mandukya Upanishad, 7° Mantra.
Los Upanishad dicen que no existe otro medio de llegar a ese descubrimiento que la experiencia mística. Atmán está siempre más allá de la comprensión intelectual. Podemos realizarlo por la intuición.
Puesto que nuestro objetivo es llegar al Atmán, nuestro verdadero Ser, tal objetivo no está situado fuera de nosotros, ni es una adquisición, sino una Realización. No es un objeto adquirido por un sujeto, ni un Conocimiento de algo que se encuentre fuera del Sí. No es el resultado de un proceso y no depende de condiciones.
Lo Eterno no es un producto. 
Aquello que no es eterno no puede convertirse en eterno. Así pues, resulta que decir "yo realizaré el Atmán" no es exacto. No hay intervalo alguno entre el adorador y el adorado. Los Upanishad dicen: "Si se ve la menor distinción entre Brahmán y Él, entonces no ha comprendido".
En la disciplina de la devoción (Bhakti-yoga), el adorador tiene a su Señor presente ante sí. El adorador pasará por una experiencia espiritual en la que realizará la presencia del Señor dentro y fuera de su Sí.
Toda experiencia en la que el sujeto mantenga una consciencia individual separada, diferente o distante del Supremo no puede ser, por principio la experiencia de la Realización última.
El Vedanta insiste en este punto y afirma que de hecho no existe separación, ya que no hay ni sujeto, ni objeto, ni consciencia de sujeto-objeto. Esto se hace claro y evidente sí recordamos que es la misma única Realidad la que se manifiesta en todo bajo formas
diversas. En el Vedanta la adoración es la del Sí por el Sí.
Dicho de otro modo: Es una apertura al Infinito oculto dentro del finito aparente.
¿Cómo es posible que el Sí aparente no sea consciente de su infinitud?
Sucede algo parecido a lo que le pasó a un pequeño principe que se perdió en el bosque y fue educado por hombres salvajes. Años después, el joven príncipe fue descubierto y recibió su herencia. Nunca dejó de ser príncipe, ni siquiera cuando vivía con las tribus salvajes de la selva. No hubo ningún cambio fundamental, pero en un momento determinado no era consciente de ser príncipe. El comentarista explica por medio de este ejemplo que somos siempre lo Infinito, aunque a menudo no seamos conscientes de ello. El objetivo de nuestra vida es realizar esa verdad.
Aquel que conoce a Brahmán se convierte en Brahmán, enseña el Upanishad. No hay sujeto y objeto, sino una sola rrealidad. Aquel que realiza esta experiencia sabe que él mismo es esa experiencia. 

Una vez que hemos realizado la experiencia mística sabemos que el Atmán está siempre dentro de nosotros. Antes, nos parecía muy lejano o ni siquiera nos parecía que existiese. Las enseñanzas del Vedanta son incomprensibles para quienes no hayan pasado por esta gran experiencia espiritual.

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