martes, 3 de septiembre de 2019

Artículo: Profesora Leonor Bakún (24-8-19)




El día que M. conoció a Thakur, al retirarse se preguntó: “¿Quién es ese hombre de aspecto sereno que me arrastra hacia él?” Tal vez sea esa la pregunta más difícil de contestar.
En el Lila Prasanga, Swami Saradananda cuenta que al año de haber realizado la adoración a Shodashi, el Maestro tuvo anhelo por ver a la Divina Madre a través de otros senderos religiosos. En ese entonces él estaba en contacto con Shambhú Charan Mallick, quien le leía la Biblia. De esta forma, el Maestro conoció la vida de Jesús y la fe cristiana. Tan pronto como el deseo de practicar el cristianismo surgió en su mente, la Divina Madre lo satisfizo de una forma extraordinaria. La quinta de Jadulal Mallick está situada hacia el lado sur del Templo a Kali en Dakshineswar. Cuando  Thakur iba a la casa de Jadulal para caminar, los cuidadores le abrían el salón de recepción y le pedían que se sentara y descansara un rato. En ese salón había colgados de las paredes cuadros espléndidos, y uno de ellos representaba al niño Jesús en el regazo de su madre. Un día se sentó en ese salón y observó intensamente esa imagen, pensando en la maravillosa vida de Jesús. Entonces vio que el cuadro cobraba vida y luminosidad. Rayos de luz emanaban de los cuerpos de la Madre María y del niño Jesús, entrando en el corazón del Maestro y cambiando su actitud mental. Cuando sintió que sus inclinaciones hindúes innatas estaban desapareciendo de su mente y que otras distintas estaban surgiendo trató de controlarse, resistiéndose de varias formas. Imploró a la Divina Madre diciendo: “Madre, ¿qué me estás haciendo?” Pero el frenesí continuaba. Su corazón se colmó de reverencia y fe en Jesús y su religión y tuvo la visión de un clérigo cristiano ofreciendo incienso y luces frente a una imagen de Jesús en una iglesia, y expresando a través de oraciones su profundo anhelo. Las olas de fe cristiana lo conmovieron duraron tres días. Al final del tercer día, cuando el Maestro estaba caminando por el Panchavati, vio a un desconocido, un hombre hermoso y divino, de tez clara, que avanzaba hacia él mirándolo fijamente. El Maestro quedó encantado con la excepcional y divina expresión de su sereno rostro y se preguntó quién sería. La forma se acercó y una voz interior le dijo: “Éste es Jesucristo”. El divino hombre abrazó al Maestro y se fusionó en él que perdió su conciencia externa. Con esta visión, se convenció de que Jesús era realmente una encarnación divina.
Para Thakur, la Madre es un misterio. Le dice: “Madre, cada uno dice: “Sólo mi reloj es exacto, pero el hecho es que el reloj de ninguno es exacto. ¿Quién puede comprenderte verdaderamente? Pero si uno te reza con un corazón anhelante, puede alcanzarte por medio de tu gracia, por cualquier sendero.” Esto era algo que había experimentado en carne propia. Su plegaria cuando quiere realizar a la Madre y verla en todo momento es: “No sé lo que son estas cosas. Desconozco los mantras y las escrituras. Enséñame Madre, cómo alcanzarte. ¿Quién sino Tú puede ayudarme? ¿No eres Tú mi único refugio y guía?” Y la Madre lo hace y aparecen las personas que lo ayudan y enseñan en las diversas prácticas que realiza.
Thakur exigía que la mujer fuese respetada, cuidada y servida puesto que todas las mujeres son imágenes de la Madre Universal. Sri Ramakrishna veía a la Divina Madre en todas las mujeres. La Santa Madre, Sri Sarada Devi, decía: "El Maestro consideraba a todas las criaturas como manifestaciones de la Divina Madre. Él me dejó para dar expresión a esa Maternidad". Swami Vivekananda escribió: "... la maternidad de Dios es prominente en esta Encarnación. Sri Ramakrishna solía vestirse como una mujer. Fue, por así decirlo, nuestra madre y nosotros debemos del mismo modo, mirar a todas las mujeres como reflejos de la Madre".  Así, señala la importancia de reverenciar la Divina Conciencia Femenina.
Thakur consideraba de la misma manera a la Madre Divina Kali, a su madre Chandra Devi y a su consorte Sarada Devi. Este reconocimiento dejó, luego de su partida, a la Santa Madre como guía espiritual, no sólo de devotos hogareños sino de más de uno de los discípulos monásticos. Si bien Thakur le dio instrucciones específicas sobre cómo llevar su tarea de despertar la vida espiritual de innumerables personas, Ella ya lo tenía todo en sí misma. Swami Premananda dijo de la Santa Madre que aquellos que hacían diferencias entre ella y el Maestro nunca progresarían en su vida espiritual; ella y el Maestro eran como las dos caras de la misma moneda. 
Sri Ramakrishna decía que si uno unta sus manos en el aceite de la devoción, la exudación lechosa y pegajosa de la fruta del mundo no le va a afectar. Al buscar refugio en Dios, la vida se hace más fácil de transitar y adquiere sentido y propósito
Pongamos a modo de ejemplo la historia de cierto ser que tenía que nacer. Tenía mucho miedo, estaba asustado y fue a pedir ayuda a Dios. Dios le dijo que lo ayudaría, pero con una condición. Le dio una escalera. Esa escalera tendría que tenerla con él durante cada momento de su vida. Nunca podría dejar de sostenerla.
Pasó el tiempo, nació, fue creciendo y en cierto momento de su vida la escalera comenzó a cansarle. Era incómoda por momentos, pesada por otras, había cosas que quería hacer y no podía por culpa de la escalera.
Finalmente, tomó una decisión. La cortó. De ese modo, la escalera se volvió más liviana y a él le resultó más cómodo cumplir con la condición de llevarla en todo momento. Pasaron los años, envejeció y nuevamente la escalera volvió a molestarle. Le costaba trasladarla, pero... la condición era llevarla en todo momento. Él ya sabía como resolver tan molesta situación. Volvió a cortar la escalera. Finalmente, falleció y llegó al paraíso. Ahí había un cartel precioso que decía: ¡Bienvenidos! Para entrar siga la flecha. La flecha señalaba hacia arriba. Miró y vio una pared altísima, sobre la que se recostaban dos preciosas puertas de oro con gemas engastadas. Miró a su alrededor y descubrió un montón de gente saltando y tratando de alcanzar el portón y comprendió que si hubiera conservado la escalera tal como estaba, le habría resultado muy sencillo acceder al paraíso. Ahora tendría que realizar un gran esfuerzo y no sabía si le resultaría posible.
La diferencia entre un devoto y alguien que no lo es, es precisamente el corte de la escalera. Esa escalera representa la vida espiritual, la que nos permite vivir a nosotros, seres terrenales, con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo, en Dios, en el Ser. Para un devoto que tenga intensa fe, él no perderá su fe, aunque su oración no dé el fruto esperado, porque tiene consigo la escalera en todo momento y confía. El secreto de la devoción es buscar refugio en Dios. La práctica de la devoción no es una garantía contra los sufrimientos de la vida. Es el sostén de la vida porque el devoto sabe que su conciencia y su existencia están dentro del Ser y el poder divinos. Para quien Dios es todo ¿dónde más que en Dios buscará alivio y socorro cuando se encuentra angustiado y desorientado? 
Uno sabe que sólo no lo va a lograr. Se presenta ante Dios tal como es, con sus miserias, sus cosas chiquitas, sus dolores grandes, sus necesidades, su todo y ponerlo a sus pies. Es eso, refugiarse en Él, poner todo a sus pies y confiar. 
Creo que ahora podemos contestar la pregunta que hacía M al principio: “¿Quién es ese hombre de aspecto sereno que me arrastra hacia él?” Ese ser es el que nos enseña a sostener la escalera cueste lo que cueste.

Jay Thakur!!!

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