jueves, 15 de agosto de 2019

Artículo: Profesora Leonor Bakún (10-8-19)




Cierta mañana, el Maestro estaba reunido con sus discípulos cuando un hombre se aproximó:
-¿Existe Dios?- preguntó:
-Existe- respondió el Maestro.
Después del almuerzo, se acercó otro hombre:
-Existe Dios?- quiso saber.
-No, no existe-dijo el Maestro.
Al atardecer un tercer hombre hizo la misma pregunta:
-Existe Dios?
-Tendrás que decidirlo tú- respondió el Maestro.
En cuanto el hombre se fue, un discípulo comento indignado:
-Maestro, ¡que absurdo! ¿Cómo es que das respuestas diferentes para la misma pregunta?
-Porque son personas diferentes y cada una llegará a Dios por su propio camino.
El primero tendrá fe en mi palabra.
El segundo hará todo lo posible para probar que estoy equivocado.
Y el tercero sólo cree en aquello que es capaz de escoger por sí mismo.
El sendero que seguimos está en concordancia con lo que en cierta medida expresamos. Todos estamos equipados de igual forma. Todos tenemos las mismas vías de expresión pero nuestras facultades están dirigidas a diferentes puntos.
En el océano hay enormes olas, como montañas; luego olas más y más pequeñas, llegando hasta la simple burbuja, pero tras de todo esto está el océano infinito. La burbuja está conectada con el infinito océano en un extremo y la enorme ola en el otro extremo. De manera que, uno puede ser un gigante y otro una pequeña burbuja, pero cada uno está conectado con el infinito océano de la energía, que es la herencia común a todo animal que existe. 
La tradición hindú dice que el Universo es una maravillosa red de diamantes, perteneciente al Dios Indra, en la cual cada uno de los eslabones posee la propiedad de reflejar a todos los demás. Esto quiere decir que cada elemento que conforma el universo no es una parte aislada, cada partícula es idéntica al todo y adquiere sentido a través de su relación con las demás, con las cuales forma una totalidad armoniosa. Y esto se debe a que todo es energía.
Sri Sárada Devi, dijo una vez que vivía de acuerdo con una instrucción que le diera el Maestro. La belleza del ritmo de esta frase en bengalí no aparece en la traducción: ''Jakhan jeman, Takhan teman. Kakhane jeman, Shakaneteman. Jarkachhe jeman, Tarkachhe teman". La primera línea significa que todo debe hacerse de acuerdo con las demandas del momento o del tiempo. La segunda línea significa que uno debe adecuarse a lo que exige el lugar en que uno se encuentra. Y la tercera dice que nuestras acciones deben adecuarse a las personas con quienes tratamos. No es posible actuar de la misma manera con todos. La Santa Madre ajustaba su conducta a las demandas de tiempo, lugar y ambiente y a las necesidades de las personas que acudían a ella para recibir su bendición.
La mayoría de nosotros comprendemos esto pero no tratamos de ponerlo en práctica. Es necesario tener en cuenta la mentalidad de la otra persona y actuar en consecuencia, o sea adecuarnos a las demandas de tiempo, lugar y necesidades de la gente con quien tratamos. Servir a Dios en trabajo y servicio al prójimo. Swami Gñaneswarananda define esto como 'la ley de oro de la adecuación'.
Aceptar que, siendo todos lo mismo, somos sin embargo, diferentes es muy difícil.

La unidad en la diversidad no es un postulado teórico, es un  modo de vida en el que el otro ocupa su lugar. La espiritualidad, entrega en la confianza son absolutamente actuales y necesarias. Para lograrlo, como dice Swami Pareshananda en uno de sus poemas: “Hay que aprender a vivir, nueva, nuevamente, a vivir.”

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