viernes, 10 de mayo de 2019

Artículo: Counselor Veronica Pomerane : (9-9-2019)




La doctrina del karma de la Vedanta es de una justicia automática. Las circunstancias de nuestra vida, nuestras penas o nuestros placeres, son el resultado de nuestras acciones en ésta e innumerables vidas pasadas desde el principio de los tiempos.
Cada experiencia nos da la oportunidad de tener una reacción constructiva que nos ayude a romper la cadena de nuestro apego a maya, y llevarnos más cerca de la libertad espiritual.
Shankara distingue entre las dos clases de maya: avidya, (mal o ignorancia) y vidya ( bien o conocimiento). Avidya es aquello que nos aleja del Ser real y nos ciega el conocimiento de la Verdad. Vidya nos aproxima y capacita para acercarnos al Ser real removiendo el velo de la ignorancia. Las dos, vidya y avidya, son trascendidas cuando pasamos por encima de maya y entramos en la Conciencia de la Realidad Absoluta, asi nos liberamos de los efectos de todos nuestros hechos.
El principio de maya es la super imposición del ego sobre el Atman, el Ser verdadero. El ego representa un reclamo falso de la individualidad, de ser distintos a otros como también de Brahman.
Por lo tanto, se puede decir que cualquier acto que contradice este reclamo, es un paso hacia el conocimiento correcto, hacia la conciencia de la Realidad interior.
Se puede considerar que la bondad es más real y válida que el mal, ya que acciones y pensamientos malos nos enredan más profundamente en maya, mientras que los pensamientos buenos nos conducen de la trascendencia de maya a la Conciencia de la Realidad.
Nunca debemos olvidar que la conducta ética es un medio y no un fin.
El Conocimiento de la Realidad impersonal es el único válido.
Aparte de eso, nuestra sabiduría más profunda es una ignorancia oscura y nuestra rectitud más estricta es toda en vano.
Existen tres clases de karma: el karma que ya ha sido creado y almacenado y que dará frutos en alguna vida futura; el karma creado en el pasado o en alguna vida anterior que dará frutos en esta vida presente y el karma que estamos creando en el presente con nuestros pensamientos y acciones. De todos estos, el karma que ya existe está más allá de nuestro control; sólo podemos esperar que se agote por sí mismo y aceptar sus frutos con valor y paciencia. Pero el karma que ahora estamos creando, el dolor que todavía no ha llegado, puede ser evitado sin dejar de actuar, pero abandonando el deseo por gozar de los frutos de la acción. Si dedicamos los frutos de la acción a Dios, gradualmente iremos desenrollando el carretel del karma y evitando así su dolor. Este dolor es causado por la falsa identificación del experimentador con el objeto de experiencia y puede ser evitado.
El experimentador es el Atman, nuestra naturaleza real y el objeto de experiencia es la totalidad del mundo aparente incluyendo la mente y los sentidos.
En realidad, sólo el Atman existe, Uno sin segundo, eternamente libre.
Pero por la falsa identificación a través de maya, el Atman se ve confundido por el ego individual, sujeto a todas las olas de pensamiento que surgen y perturban la mente. Es por ello que imaginamos que somos desgraciados o felices, iracundos o lujuriosos.
El Guita nos recuerda la verdad:
“El alma iluminada piensa: "Yo no hago nada".
No importa lo que ve, oye, toca, huele, come...
Siempre sabe esto:
"Yo no estoy viendo, no soy yo quien está oyendo;
son los sentidos los que ven y escuchan,
y tocan las cosas de los sentidos".
Hasta tanto el experimentador erróneamente se identifique con el objeto de la experiencia no podrá conocer al Atman, su verdadera naturaleza.
Permanecerá ligado, creyéndose esclavo de la experiencia.
Escribe Swami Vivekananda:
"Cuenta una historia que Indra, el rey de los dioses, se convirtió en un cerdo; como todo otro cerdo se bañaba en el barro; tenía una cerda compañera y un montón de lechoncitos y se sentía muy feliz por todo eso. Viendo su condición
algunos dioses se le acercaron y le dijeron: "Tú eres el rey de los dioses, todos nosotros estamos bajo tus órdenes, pero no comprendemos porqué estás aquí". Pero Indra replicó: "Yo estoy muy bien aquí y el cielo no me interesa mientras tenga a mi compañera marrana y a mis lechoncitos".
Los pobres dioses, desesperados, decidieron matar a toda la prole, uno tras otro. Ante esto Indra comenzó a llorar y a lamentarse. Entonces los dioses desgarraron el cuerpo del cerdo y así, liberado del cuerpo, Indra salió riendo pensando en el horrible sueño que había tenido; él, el rey de los dioses,
convertirse en un cerdo y pensar que la vida de cerdo era la única vida! Y no sólo eso, sino que había deseado que todo el universo llevara vida de cerdo.
El Atman, cuando se identifica con la naturaleza, olvida que él es puro e infinito. El Atman no ama, es el amor mismo; no existe, es la existencia misma. El Atman no conoce, es el conocimiento mismo. Es un error decir que el Atman ama, existe o conoce. Amor, existencia y conocimiento no son las cualidades del Atman, sino su esencia. Cuando llegan a reflejarse sobre algo las llamamos cualidades de aquel algo.
El Infinito Ser, sin nacimiento, sin muerte, establecido en su propia gloria, pero que parece haber llegado a tal grado de degeneración que si alguien se le acerca y le dice: "Tu no eres un cerdo', comienza a chillar y morder.
Este cerdo-que-no-es-cerdo puede volverse un animal muy peligroso. El poder de tamas en nuestra naturaleza es tan grande que nos hace aborrecer toda perturbación. Detestamos toda nueva idea, especialmente si ella implica introducir algún cambio en nuestra vida.
Y así, cuando el maestro espiritual llega a decirnos que no somos cerdos sino Dios, estamos listos para perseguirlo y crucificarlo.
A aquellos que quieren permanecer en el barro, si les dice que toda experiencia sensoria es en última instancia dolorosa, la gente-cerdo se enfurece. Dicen: “uno no debe temer al placer, sino que debe aprovechar los momentos efimeros y gozarlos, sean cuales fueren las consecuencias”.
El Bhagavad Guita nos dice:
" Empapado en rayas el placer es veneno”. Los sentidos tambien tienen su jubilo en unión con los objetos de los sentidos, al principio muy dulce pero al final que amargo”.
Por que los aspirantes consideran a los placeres de tal manera?
No importa cuanta indulgencia haya, nunca es suficiente. Como dijo un mistico:
"Lo terrible es que nunca nos podremos embriagar lo suficiente".
La realidad es que el ser humano está constituido de tal manera que el hambre no puede ser saciado por algo que es finito limitado. Los animales no tienen muchos deseos; tienen algunas necesidades fundamentales y siendo éstas saciadas quedan satisfechos. Sin embargo, el ser humano esta hecho de tal modo que nada de lo finito lo satisface totalmente, porque dentro de él mora el infinito, Dios, la autoconciencia ha evolucionado dentro de él, y es sólo en el infinito donde el hombre encontrará una felicidad total.
El universo de la experiencia sensoria es un gran libro y aquel que lo lee integramente con discernimiento llegará a saber que no hay nada más que el Atman.
Ninguna experiencia es en vano, ninguna página de ese libro es superflua, siempre que el lector aprenda algo de éste y prosiga hacia la página siguiente. Pero nosotros nunca aprendemos, leemos la misma página una y otra vez repitiendo la misma experiencia vacía, carente de sentido.
Hay un dicho hindú: "La abeja va a absorber la miel, pero sus patas se quedan pegadas a ella".
Nosotros solamente podemos evitar el destino de abeja si consideramos nuestra vida como una perpetua búsqueda del designio y significado de cada experiencia, como un ejercicio de discernimiento entre lo real lo irreal.
Con ese espiritu, daremos la bienvenida a toda clase de experiencias agradables y penosas- las que nunca nos dañaran. Porque la Verdad yace escondida en todas partes, dentro de cada experiencia y de cada objeto del universo. Todo lo que nos sucede, no importa cuan trivial puede parecer, ofrece algún indicio que puede conducirnos hacia un conocimiento espiritual más amplio y eventualmente a la liberación.
El objeto de experiencia está compuesto de los tres gunas, los principios de la iluminación (sattwa), actividad (rayas), y de inercia (tamas).
De éstos ha evolucionado el universo entero, conjuntamente con los instrumentos del conocimiento tales como la mente, los sentidos, etc., y los objetos percibidos, los elementos físicos.
Los gunas pasan por cuatro estados: denso, sutil, pristino y de involución.
Cuando el universo existe únicamente en su forma potencial, los gunas están en perfecto equilibrio y su estado es descrito como no desarrollado o sin rastros. Cuando el universo comienza a evolucionar y el equilibrio de los gunas se rompe, aparece el amanecer de Mahat, el sentido del ego cósmico. Este estado es considerado primario o 'indicado'. En la siguiente etapa de evolución, cuando los gunas han entrado en la combinación que forma la mente y las esencias internas de las cosas, su estado es descripto como sutil o indefinido'.
Y finalmente, cuando el universo ha alcanzado su manifestación fisica, externa, el estado de los gunas es descrito como denso o definido.
El universo (objeto de experiencia), existe para que el experimentador pueda experimentar y así volverse libre.
El objeto de experiencia existe solamente para servir al propósito de Atman.
Atman -el experimentador- es conciencia pura. Aparece como tomando el color cambiante de la mente pero en realidad, él es inmutable.
Si bien el objeto de experiencia se vuelve irreal para el que ha alcanzado el estado de liberación, el mismo permanece real para los otros seres.
Atman, el experimentador, se identifica con Prakriti-el objeto de experiencia-para que la verdadera naturaleza de ambos: Prakriti y Atman, pueda ser conocida.
La identificación es causada por la ignorancia. Tal identificación cesa cuando se destruye la ignorancia. Entonces la ligadura llega a su fin, el experimentador se vuelve independiente, libre.

Arraigados en maya, no podemos abrigar la esperanza de comprender a maya ni juzgar por medio de muestras pobres y relativas normas éticas, la justicia y la injusticia de su ligadura. Todo lo que sí sabemos con certeza, es que los grandes seres que alcanzaron la liberación no miraron hacia atrás recordando sus grandes luchas con amargura o pesar. Ni siquiera consideraron a maya con horror, más bien la vieron como un juego fascinante y divertido. Ellos gozaban de su larga lucha por la libertad.

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