martes, 11 de septiembre de 2018

SEGUIR APRENDIENDO: Lic. Noemi Villacorta



" ...No te asombres de que te haya dicho que tenéis que nacer de nuevo.  El viento sopla donde quiere, y oyes su rumor, pero no sabes de donde viene ni adonde va. Así esto todo lo que nace del Espíritu " (Juan 3:7-8).

Es imposible ver el origen del viento, pero nos percatamos de su presencia por medio del sonido; de la misma forma, la sustancia del Espíritu es invisible, y las almas encarnadas que nacen del Espíritu constituyen el fenómeno visible.

Jesús señaló que, así como es difícil hallar el origen del viento, también es difícil encontrar la Fuente del Espíritu de la cual proceden todas las cosas. Y hay una referencia paralela en las escrituras hindúes: "El comienzo de todas las criaturas está oculto, el estado intermedio resulta manifiesto, y el final de nuevo es imperceptible" (Bhagavad Guita II:28). Todos los seres  provienen del océano del Espíritu y se disuelven nuevamente en el océano del Espíritu.
El ser humano continua firmemente convencido de que es en esencia un cuerpo, aún cuando a diario recibe demostraciones de lo contrario. ¡Cuantos nacimientos humanos se han desperdiciado por permanecer absortos en la comida, el dinero, la gratificación del cuerpo y las emociones egoístas!
Tarde o temprano , después de un mayor o menor número de penosas encarnaciones, el alma del hombre clamará a gritos recordándole que su hogar no está  aquí, y él comenzará con sincera determinación a volver sobre sus pasos para regresar a su reino celestial.
Cuando alguien tiene un anhelo intenso de conocer la Verdad, Dios le envía un maestro, a través de cuya y realización el Señor implanta su amor en el corazón de esa persona.
El nacimiento como ser humano lo recibimos de nuestros padres; el nacimiento espiritual,en cambio, lo concede un gurú enviado por Dios.
En la tradición vedica de la antigua India, al bebé recién nacido se lo llama kayastha, que significa "identificado con el cuerpo". Los ojos físicos, que miran la materia son un legado de los padres físicos; pero en el momento de la iniciación (bautismo espiritual), es el gurú quien abre el ojo espiritual. Por medio de la ayuda del gurú, el iniciado aprende a utilizar el ojo telescópico para contemplar el Espíritu y se convierte, en un dwija, " nacido dos veces "(mismo término utilizado por Jesús).
Comienza así su avance hasta alcanzar el estado de brahmín, aquel que conoce al Brahmán o el Espíritu. Se nace, entonces, de nuevo; el alma abre la ventana interior de su identidad con el Espíritu y comienza a percibir la maravillosa omnipresencia de Dios.
Cuando el ser humano sea capaz de percibir que no es un cuerpo mortal sino una chispa del Espíritu Infinito revestida de un cúmulo de energía vital, podrá contemplar el reino de Dios.

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