Se dice que alguien es Devoto cuando entrega su Fe, Lealtad y Confianza Total a un ser humano, ser divino, imagen o idea. El Devoto es quien entiende que hay algo Supremo en lo cual podemos confiar y entregarnos sin titubear, estando seguros que PASE LO QUE PASE, ES LO QUE TIENE QUE PASAR, porque es Voluntad Divina. Cuando comprende esta verdad, el Devoto transita por la vida desapegado y se recuesta en Esa Fuerza que es invisible a los ojos, pero que Siempre lo sostiene; de ésta forma el Devoto demuestra su Fe y considera que la Fe es Eso: Fe.
Para ser un Devoto hay que residir siempre en el Ser.
Realizar diferentes prácticas espirituales nos conducen al Ser; como ejemplo: El silencio profundo, meditación, oración, repetición del nombre, cantos devocionales, etc. Lo más importante para el Devoto es No desperdiciar la oportunidad de ayudar al prójimo. Hay algo muy importante en el recorrido, para llegar a ser un devoto y es la presencia de un Maestro Espiritual porque Él es como una escalera hacia nuestro Ser. El Maestro es esa campanita que siempre suena para despertarnos cuando nos estamos durmiendo o cuando equivocamos el camino, Él insiste una y otra vez que dentro nuestro están todas las respuestas, nos recuerda que la única salida es regresar al Ser. El Maestro nos muestra ese Ser que es Invencible-Indestructible, Intocable-Invisible,
Indescriptible-Despojado, sin nacimiento -sin fín.
El Maestro nos dice que para progresar espiritualmente es necesario Humildad y Devoción, cuando somos humildes nos hacemos receptivos a la Gracia. El Maestro Espiritual está más allá, Él es un Devoto.
Todos vamos hacia el mismo lugar, esa es la meta, cada uno llegará en el momento adecuado, cuando La Divina Madre derrame Su Gracia.
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