por José Astigueta
Una vez le pregunté a un amigo que fue a una obra de teatro de Antón Chéjov que le había parecido, en su simpleza me dice: no pasa nada
Efectivamente, las obras de Chéjov son de tramas muy sutiles, delicadas con diálogos comunes, muy de todos los días, pero que enhebran en sí una profundidad que escapa fácilmente al espectador desprevenido. Por eso su comentario: no pasa nada. Seguramente fue al teatro con la esperanza de ver escenas fuertes con escenas escalofriantes, en fin, un entretenimiento sin tener mucho que pensar. Es decir, esperaba una sopa espesa con picantes y le dieron en cambio un fino caldo de verduras.
Esto es lo que nos pasa con la Santa Madre, lo suyo no es una epopeya de valerosos héroes, ni una vida llena de milagros y prodigios, sino la de una vida normal de una señora bengalí de fines del 1800 y principios de 1900. Sin embargo, dos hechos marcan a fuego esta vida. La primera es un acontecimiento normal para su época, pues se trata de su casamiento (a los 5 años) con un brahmin de un pueblo vecino, que para decir algo suave era algo extraño. Nuestra Santa Madre es como el Yudistira del Mahabharata, una hija del DEBER o dharma, asumiendo a fuego este papel, cumple sus obligaciones a la perfección: ya sea como hija, como hermana y ahora se le agregaba una más la de ser esposa. Ya mayor y deseosa de ser una buena esposa busca a su cónyuge, que ya era considerado por los lugareños como un loco. Su encuentro con él en el templo de Dakshineswar, le muestra un hombre que en verdad estaba loco, pero se trataba de una locura divina, una locura por Dios. Ella sin titubear, lo sirve, lo atiende y lo toma como su guía espiritual, como su gurú-esposo. El segundo hecho al que me referí anteriormente, es que este gurú-esposo en un momento determinado, le hace un altar y la adora como la Madre del universo, con toda la solemnidad y con todos elementos necesarios para ese culto. Aquí me detengo para preguntarme ¿quién es capaz de decir o explicar lo que sucedió en ese místico momento?
Este hecho asombroso en lugar de agrandar su figura y por ello pasar a ser protagonista principal, se diluye, se enfría y se olvida. Ella se convierte en la sombra viviente de su gurú-esposo, casi un fantasma. Pues muchas veces los mismos discípulos de Ramakrisha no sabían si ella estaba o no, en su pequeñísimo cuarto del nahabad. Si leemos el evangelio de M con detención veremos que muy poco o nada se la menciona, en esa historia de M su personaje es casi inexistente, como dije antes: un fantasma. Sin embargo, si prestamos atención, veremos que anónimamente ella está detrás de cada detalle para servir más y mejor a su gurú-esposo. Así pasan los años y ella sigue siempre cumpliendo su perfecto servicio: al esposo, a la madre del esposo, a los discípulos del esposo y a toda persona que fuera a ella. Sus intensas prácticas espirituales se hacían en el poco tiempo que le quedaba libre, que siempre eran robadas de sus pocas horas de descanso. Sri Ramakrishna mismo cuidaba de esto, a las 3 AM se levantaba e iba la nahabad, si no había señales de vida de la Santa Madre, tiraba agua con un balde por debajo de la puerta para despertarla
no está de más decir, que de parte de la madre nunca hubo queja alguna, ella lo tomaba como una ayuda para superarse. Esto para nosotros, puede parecer una tortura organizada, pero años después ella lo atesoraba y lo narraba como una época gran felicidad.
La partida de Sri Ramakrishna marca una nueva etapa en su bendita vida, si bien Thakur mediante una visión se encargó de inmediato de decirle, que no se había ido definitivamente, sino que simplemente estaba en el cuarto de al lado. También le remarcó, que ella ahora debía tomar el rol de Madre-gurú del nuevo movimiento espiritual en gestión. Que iba creciendo en ese momento de las manos de Swami Vivekanada y sus hermanos discípulos. Si bien al principio la Santa Madre se retiró a la soledad en Kamarpukur por órdenes de Thakur, fue allí en esa soledad y pobreza extrema donde consolidó Su carácter divino. Allí se produjo la metamorfosis final de pasar de esposa de Sri Ramakrishna a convertirse en Madre Universal, en ese momento su corazón adoptó a todo ser viviente como hijo: auténtico y verdadero.
Grandes devotos de Thakur como M, Guirish Gosh y muchos otros no pudieron en un principio reconocer esta grandeza en la Santa Madre. Se olvidaron de ese fantasma laborioso que los atendió y alimentó día tras día en Dakshineswar, Shyampukur y Kashipur, y la dejaron en su soledad de Kamarpukur, incluso algunos lo veían como algo conveniente.
Fueron los jóvenes Swamis de la orden naciente que rescataron a la Santa Madre de su retiro voluntario. La llevaron al principio en sus peregrinaciones, realizando rápidamente que no había diferencia alguna entre la persona de Sri Ramakrishna y ella. Tiempo después M realizó esta verdad al ver con que reverencia y respeto los Swamis Vivekanada y Brahmanada trataban a su Ma Sárada. Luego le siguió el turno a Guirish, que medio un terrible bajón anímico, Swami Vijnananada le insistió a que fuera Jayrambati a estar un tiempo a los santos pies de la Madre, fue allí donde comprendió y desarrolló su profundo amor por su Madre Sarada.
De aquí en adelante es madre indiscutida de la orden, fuente de inspiración y consejo de todos los grandes Swamis y de los grandes devotos hogareños. Así volvió a asumir su importante papel en este mundo. No se sentó en ningún trono en Belur Math, ni tomó ningún puesto directivo de la orden, ni tomó honor alguno. Simplemente volvió a su familia y cargó con la pesada cruz de dirigir a ese conflictivo grupo de personas, con sus pesados bagajes de envidias, celos, enojos y mezquindades. Allí asumió el perfecto papel de hermana mayor, tomó bajo sus alas a la loca mujer de su hermano y a la hija de esta, Radhú que era muy disminuida mentalmente. Para cualquier mortal común este sería un trabajo de 24 horas, pero para ella era solo la mitad, pues la otra mitad era entregada sus innumerables hijos-discípulos. Digo hijos-discípulos pues ante todo eran sus hijos, auténticos y verdaderos y muy después sus discípulos.
Los últimos años de la Santa Madre fueron muy difíciles pues le toco toda la lucha por la liberación de la India de las manos de los ingleses. Ella fue igualmente madre para los luchadores indios como para el comisario inglés que perseguía a los independistas. La Madre no hacía distinción alguna entre: hindúes, musulmanes, cristianos o cualquiera que la llamara madre, ya fuera brahmin ó intocable. Ella incluso proyectó su maternidad a muchos animalitos que cruzaron por su vida necesitados de amparo y socorro. Así es como su maternidad humilde, simple y abnegada abre la pesada puerta del mundo, creando nuevas posibilidades de espiritualidad para una gran porción de la humanidad descarriada y perdida. De forma, el que simplemente la llame madre será aceptado de inmediato como hijo: auténtico y verdadero, esto lo atestiguan todos los testimonios de sus numerosos hijos, que accedieron su maternidad sin condicionamiento alguno. Es así, como en el tiempo se irán multiplicándose por millones, a los rincones de la tierra aún a los más alejados. Cumpliendo así la profecía de Sri Ramakrishna: Tú serás madre de millones, que te agotarán con sus continuos llamados de: madre, madre.
Para terminar, sus enseñanzas son simples y concretas tanto en temas materiales como espirituales. Son además incontables, pues siguen saliendo nuevos libros con nuevos testimonios y más de sus enseñanzas. Sus lecciones no son verdades grandilocuentes, ni altisonantes ni abstractas, pero son sin duda invaluables, para cosas de todos los días, los pequeños pasos a dar, las pequeñas entregas, la espiritualidad auténtica de entre casa, el auténtico servicio a los demás, la verdadera superación de penas, dolores, de la tolerancia y de los perdones. En suma, estas enseñanzas forman la base misma de una vida auténticamente espiritual.
De las palabras mismas de la Santa Madre extraigo: Hijo mío, si una espina se clava en tu pie, me duele como si una lanza atravesara mi corazón. Nunca temas, y cuando te encuentres con tribulaciones, dite a ti mismo: ¡Yo tengo una madre!
Yo tengo una madre, tú tienes una madre, todos nosotros tenemos una madre llamémosla:
Sri Sarada Ma, esperándonos está, Ella nos abrirá Su corazón; Madre nuestra es y de toda la humanidad, Ella nos cuidará del mal.
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