Del libro “The charm and power of the Upanisads” de Swami
Ranganathananda
Dos caminos hacia la Verdad
Los Upanisads representan el corazón espiritual de la India. No son libros
de dogmas, sino manuales de experiencia interior. Su mensaje esencial
puede resumirse en una sola frase: “Tat Tvam Asi” —“Tú eres Eso”—,la búsqueda de la verdad es, en última instancia, la búsqueda de uno mismo.
El cristianismo occidental, en cambio, ha puesto el acento en la historia y en la figura de Cristo: Dios que se encarna en el tiempo, que redime y salva a la humanidad a través del amor y la fe. Aquí, el acento no está en la identidad entre lo divino y lo humano, sino en la relación entre ambos, en el encuentro amoroso entre el Creador y su criatura.
Ambas visiones —dice S. Ranganathananda— no se excluyen, sino que se complementan como dos polos de la misma realidad espiritual.
El Oriente ha explorado el Ser; el Occidente, el amor.
El primero buscó la unidad de la conciencia; el segundo, la comunión de los corazones. Y quizás la plenitud del espíritu humano requiera de ambos.
Las tensiones del encuentro
Sin embargo, el encuentro histórico entre las dos tradiciones no fue siempre armonioso.
Durante la época colonial, el cristianismo occidental llegó a la India acompañado de poder político y de un sentido de superioridad cultural. Los Upanisads —esa joya de la sabiduría antigua— fueron vistos por muchos misioneros como superstición o paganismo. Y así, en lugar de diálogo, hubo dominación.
S. Ranganathananda no elude esta herida. Reconoce que el encuentro auténtico entre religiones solo puede producirse cuando ambas se reconocen como iguales en dignidad espiritual. El diálogo no puede darse desde el púlpito de una sola verdad, sino desde la humildad de quien busca comprender.
Puntos de convergencia
Pese a las diferencias doctrinales, hay un espacio común que ambas tradiciones comparten: la experiencia del misterio interior, el anhelo de lo eterno, la compasión por el otro.
S. Ranganathananda encuentra un eco de los Upanisads en los grandes místicos cristianos: en Meister Eckhart, cuando dice que “el ojo con que veo a Dios es el mismo ojo con que Dios me ve a mí”; en San Juan de la Cruz, cuando habla de la unión del alma con el Amado. En esas voces occidentales resuena la misma melodía no dual que vibra en los textos védicos.
La diferencia, dice, es de lenguaje, no de esencia. Ambas tradiciones invitan al ser humano a trascender el ego y descubrir la presencia de lo divino en sí mismo y en el mundo.
Más allá del dogma: la experiencia
Para S. Ranganathananda, el punto de unión no está en las creencias, sino en la experiencia. Los Upanisads no piden “creer en Brahman”, sino realizarlo.
Del mismo modo, el cristianismo más profundo no es una fe ciega, sino una vida transformada por el amor.
Cuando la religión se reduce a dogma, se vuelve rígida; cuando se convierte en experiencia, florece. Y en ese terreno de experiencia, el sabio hindú y el místico cristiano se reconocen mutuamente, como dos caminantes que suben por lados distintos de la misma montaña.
El desafío contemporáneo
Vivimos hoy una era de crisis espiritual global. Las viejas certezas se disuelven, las instituciones religiosas pierden credibilidad y el ser humano busca, sin brújula, un sentido interior. En ese contexto, el diálogo entre los
Upanisads y el cristianismo no es un lujo intelectual: es una necesidad civilizatoria.
El Oriente puede ofrecer al Occidente su visión de la unidad interior, del silencio, de la meditación, esa sabiduría que calma la mente y reconcilia al hombre con su propio ser. Y el Occidente puede ofrecer al Oriente su visión de la acción, del amor concreto, de la entrega al otro como servicio a Dios. Así, de la unión del conocimiento y el amor podría nacer una nueva espiritualidad planetaria: una espiritualidad sin fronteras, sin dogmas impuestos, enraizada en la experiencia del espíritu.
Conclusión
S. Ranganathananda concluye con una advertencia y una esperanza.
La advertencia: que ninguna tradición, ni oriental ni occidental, puede reclamar el monopolio de la verdad.
La esperanza: que en el corazón más íntimo de ambas brilla la misma luz, la luz del Espíritu Universal.
“Los Upanisads y el cristianismo se encuentran en el silencio del alma, donde el hombre descubre a Dios no como otro, sino como su ser más profundo.”
Ese encuentro —no teológico sino vivencial—es quizás la tarea espiritual
de nuestro tiempo: aprender a ver en cada tradición una ventana hacia
lo infinito y en cada ser humano, una chispa del mismo fuego divino.

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