martes, 14 de octubre de 2025

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : Integración

 


Integración

Leonor Bakún

                                             


“Integrarse a Dios, recordándolo, es el sendero sin ansiedad”. Así dice el Swami Pareshananda en un poema, o sea, tarde o temprano, a menor o a mayor plazo, la realización la vamos a lograr. Es parte de nuestro derrotero. Es lo que nos da el puntapié inicial y es la meta, realizar a Dios. Hay un momento, en alguna parte del trayecto en el que tomamos conciencia de lo que somos y comenzamos a transitar el camino espiritual con mayor o menor empeño.

Integrarse es incorporarse o unirse a un todo para formar parte de él. Hay una decisión, una voluntad de hacerlo. ¿Por qué puedo pensarlo como práctica espiritual?

Dios, Su nombre, Su recuerdo es lo que nos integra.

Integrar significa completar un todo con las partes que le faltan. El tema es que a Dios no le falta nada y eso que parece paradojal, en realidad, es una de las claves del asunto que nos ocupa.

Uno de los descubrimientos que suele hacerse a lo largo de este sendero, de este tránsito, es la gran cantidad de beneficios que trae abandonar el uso de ‘yo’, ‘mío’, ‘nosotros’, ‘nuestro’. Ese descubrimiento suele venir acompañado de otro, casi simultáneo, y es lo dificultoso que resulta abandonar el uso de ‘yo’, ‘mío’, ‘nosotros’, ‘nuestro’.

Esas palabras remiten a la subjetividad que, normalmente, es la parte más saludable, fuerte y resistente del ser humano. ¿Cómo negociar con este yo que resiste todos los embates, nuestra decisión previa de integrarnos? Como dice el Swami, recordando a Dios que, entre otras cosas, es sinónimo de repetir su nombre. No hace falta discutir con el yo. Integrarse no es anulación. Es acercamiento, es formar parte con toda la fuerza, con todo el ser. Como dice Swami Vivekananda: “Cuando uno se autoentrega viene la integración.”

Es no olvidar que nuestra vida está teñida de divinidad y, por lo tanto, debemos manejarla con el cuidado y respeto con el que se maneja el tesoro más preciado, porque es el regalo que Dios nos hizo para que pudiéramos lograr nuestra meta.

Por eso la integración es una práctica espiritual, porque tomar la decisión de hacerlo, nos hace entrar en la palabra que preserva lo sagrado, en Dios y su nombre, su mantra que, como dice Swami Pareshananda en un poema, “son una y la misma cosa”.




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