lunes, 22 de julio de 2024

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : Swami Vivekananda, discípulo

 



CCV, Swami Vivekananda, discípulo

Leonor Bakún

Lo hemos escuchado muchas veces. Es difícil ser un buen discípulo. Y esto lo dicen en India, un país donde hay educación para la vida espiritual. No quiero imaginar la cantidad de veces que uno, occidental de buena voluntad que llegó a esto con vocación e ignorancia, se equivoca. Si algo agradezco es la bendición del Maestro que tenemos, que disimula las faltas con indulgencia y humor.

En fin, supongamos algunas virtudes que permitirían, caso de poseerlas, comenzar a transitar el camino del discípulo. Y veámoslas en acción, observando la dureza del camino transitado por Swami Vivekananda, el discípulo por excelencia, de quien Thakur dijo que era la joya de su diadema.

Cuando Naren perdió a su padre trató desesperadamente de proveer sustento a su familia, cosa que le resultó muy difícil. Conocemos la historia de su intento de rogarle a Kali para que lo ayudara en esos momentos y como, finalmente, le pidió a Thakur que hablara de eso Él con la Madre.

En ese episodio encontramos aceptación y entrega. Él había aceptado la enseñanza de Thakur que repetía: “Cuando recen, no pidan calabazas y melones. Pidan a Dios la verdad y la inmortalidad.” El futuro Swami Vivekananda aceptó esa enseñanza y se entregó al Maestro, que como dijera Thakur a M: “quita los sufrimientos. Es como el mago que desata los nudos de una cuerda con un solo gesto de la mano”.

Y, en efecto, la familia de Naren permaneció pobre pero no pasó hambre. De hecho Thakur dijo a Narendra que antes de consagrarse a la religión debía poner orden en los asuntos de familia y así lo hizo, incluso después de la partida física de Sri Ramakrishna. Hasta llegó a ir a la Corte Suprema para arreglar el reparto de la herencia dadas las querellas que había. Tal era su obediencia al Maestro.

Tenía fe absoluta en las palabras del Maestro. Una vez se negó a comer prasad porque era arroz seco. Thakur le dijo que el maha prasad era como un remedio. Comiéndolo obtendría conocimiento, devoción y fe y Naren, entonces, lo comió sin discutir.

Swamiji era fiel. Ramakrishna le había dicho: “Yo guardo la llave. El tesoro no se abrirá hasta tanto tú no hayas terminado mi trabajo”. Por compasión al mundo, su gran perseverancia y su fidelidad al Maestro realizó la tarea que lo desgastaría y le ocasionaría dolor y sufrimiento. 

Su intrepidez se sustentaba en su confianza en el Maestro. Dijo, ya enfermo, “Yo no temo ni a la enfermedad ni a la muerte. He tocado los pies de Sri Ramakrishna. No tengo miedo a nada.”

De su amor y devoción por el Gurú, todo lo que se diga es poco. Impone la determinación que hay en cada acto, cada detalle de su vida. Baste recordar como abandonó todo para cuidar a su Maestro y como, en una ocasión que Thakur lo trató como si fuera transparente igual acudió a verlo cada vez que pudo, por amor a Él.

En cuanto a su sinceridad la muestra a cada paso que da, aun cuando le traiga problemas. Thakur dijo: “cuando uno es sincero, fuerza a Dios a revelarse”- Y eso es lo que hizo Swamiji con Sri Ramakrishna, lo obligó a revelarse y lo reveló para nosotros. Su insistencia sincera obligó a Thakur, casi en sus últimos momentos en este plano, a preguntarle si todavía tenía dudas, y con ese gesto las eliminó para siempre.

Se dice que el ideal de servicio fue el aporte personal de Swamiji a la impronta de la Orden Ramakrishna, sin embargo, él acuña esa idea después de que Thakur le pregunte a Krishnadas Pal si el mundo era tan pequeño como para que él pudiese ayudarlo y remate diciendo: “No hablo de ayudar, sino de servir, el hombre no es capaz de entender el juego de Dios en el universo”.

Repasando la vida de Swamiji  uno comienza a comprender por qué fue la joya de la diadema, el marfil del elefante en la cueva del león hasta que se convirtió en ese león rugiente que, por Dios y para Dios, sacudió el mundo para que se despierte.

Al principio dijimos que poseer algunas virtudes permitiría comenzar a transitar el camino al discipulado y las vimos en acción en algunos episodios de la vida de Swamiji lo cual nos permite suponer que sería bueno ponerlas en práctica si uno tiene la intención sincera de ser un buen discípulo. Tal el caso de la aceptación, la entrega, la obediencia, la fe en el Gurú, la fidelidad, la perseverancia, la intrepidez, la devoción y la sinceridad. Seguramente hay más en la lista pero, bueno, digamos…, para empezar...

Feliz Gurupurnima!

Jay Thakur, Jay Ma!



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