domingo, 9 de junio de 2024

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : Cómo espiritualizar la vida cotidiana

 




CCV - Cómo espiritualizar la vida cotidiana

Leonor Bakún

Thakur cuenta que, al anochecer, unos borrachos quisieron ir en bote a un lugar. Remaron toda la noche. Cuando amaneció, ya en un estado normal, se dieron cuenta de que habían estado dando vueltas y vueltas en el mismo sitio. Se habían olvidado de levantar el ancla.

Swami Pareshanandaji Maharaj, al comentar esta narración dice: “ser sincero en el empeño por lo espiritual es como levantar el ancla.”

Veamos los elementos que presenta este relato: en primer lugar es de noche y los borrachos quieren ir a otro sitio. Uno podría pensar al borracho como a la persona que prioriza en su vida el goce de los sentidos. Y también podría pensar en su propia noche. Y, sin embargo, vemos que, a pesar de ser de noche, que se ve poco y están sumergidos con exceso en el goce sensorio, quieren estar en otra parte. ¿Por qué? Hay varias posibilidades: insatisfacción, gracia o el ser que en ese momento, siente en su interior que hay otra cosa y emprende, de ese modo, el cambio espiritual, dirigiéndose así a cumplir el principal propósito de la vida humana: la realización de Dios.

Luego, al amanecer, ya en un estado normal, se dan cuenta de lo sucedido. El amanecer es el momento del día en que hay luz, pero no mucha. Recién está comenzando a aparecer el sol. Las personas se despiertan. Por eso se habla de estado normal. Ya no está sujeto al goce de los sentidos. La conciencia comienza a actuar y hay un darse cuenta de que hay otras posibilidades, otros caminos.

Comprenden que han estado dando vueltas en el mismo sitio, remando toda la noche en el mismo lugar, simplemente porque no han levantado el ancla.

Remar en el mismo sitio es una situación que, quien más, quien menos, lo ha vivido. Este volver a pasar por lo mismo, este darse de bruces siempre con la misma piedra que uno estaba seguro de haber superado, y ahí está otra vez, hasta que un día, cansado de remar en vano, uno dice basta y levanta el ancla y, entonces, el corazón libre, levanta vuelo.

Este es un modo de acceder a la vida espiritual, podríamos decir, el modo del buscador. Pero hay otra forma. Para referirme a ella voy a recordar aquí dos episodios cuyos protagonistas tienen en común el hecho de que si bien sus vidas han sido de gran sufrimiento, su gran religiosidad hizo que ambos dejaran como legado obras de gran espiritualidad.

Uno es M., el autor del Evangelio de Sri Ramakrishna.

Cierta vez, Thakur le preguntó si recordaba el ciclón de Ashwin y él respondió que así era. Tenía 9 ó 10 años y estaba solo en su cuarto llamando a Dios. Esto le hizo pensar a M que su Gurú, ya en esa época, estaba cuidándolo.

El otro es Elie Wisidel, autor de uno de los textos más conmovedores que leí. Premio Nóbel de la Paz fue un jasidista que sobrevivió a los campos de concentración en los que estuvo cuando era pequeño. Su trabajo fue publicado cerca del Día del Perdón y llevaba por nombre: Dios, yo te perdono. Y lo hacía en nombre del profundo amor que le tenía, aceptándolo a pesar de considerarlo responsable de tan terribles sucesos y entregándose a Él con confianza y amor. 

Este modo, que podríamos llamar el del ciclón o la vida devastada, es otra forma por la cual las personas llegan a la vida espiritual. Lo normal en este caso suele ser que en medio del ciclón, no sólo físico, el protagonista se da cuenta de que, a pesar de los vientos huracanados, Dios es aquello que ama y lo llama con devoción. No sé si todo el que pasa por un ciclón busca a Dios o lo perdona por haberlo causado, pero hay algunos que, en medio del dolor, sienten la necesidad de paz, de que el corazón se distienda y encuentran eso en lo sagrado.

Por un lado hay, primariamente, una necesidad, un anhelo que hace que alguien busque y por el otro, la gracia compasiva de la Madre que atrae al buscador en su dirección.

Esto no implica escapar de la realidad. Todo lo contrario. Se trata de salir de una ficción de pesadilla y acercarse cada vez más a lo real, a Dios.

Ahora bien. Supongamos que uno ya comprendió que hay otras cosas. ¿Cómo se traslada esto a la vida cotidiana? ¿Cómo se espiritualiza la vida? Y aquí no voy a hablar de religión porque hay personas que se presentan como ateos y viven de un modo acorde a la ley divina.

Swami Pareshanandaji Maharaj dice en su libro Ramakrishna, Vivekananda, Vedanta que uno debe seguir el dharma, el cual consiste en vivir rectamente. Dharma es la constitución interna de una cosa, así el dharma básico de cualquier ser humano consiste en comportarse humanamente.

Thakur nos da algunas pistas sobre los requisitos para cumplir con esto. Dijo que el devoto hogareño debería ser humilde, libre de vanidad, de temperamento amable, rígido en cuanto a principios, poseer un elevado sentido del humor, la fuerza de un león y servir a los santos.

Me parece que uno debería prestar atención a sus acciones, cultivar estas cualidades y combatir  los enemigos internos que a veces nos impiden desarrollarlas. Después de todo un devoto hogareño es alguien que vive en el mundo, con la mente fija en Dios. Lo importante es intentar sinceramente con fe en Dios y también en uno mismo.

Como dice Swami Pareshanandaji Maharaj es imposible permanecer dormido y despierto al mismo tiempo.




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