CCV – La Santa Madre y nuestra vida espiritual
¿Quién puede quejarse después de conocer la vida de la Santa Madre? Cuando el alma sufre, su imagen, su nombre, su recuerdo, son un abrazo amoroso para el corazón doliente.
La Santa Madre muchas veces insistió en que no se debe herir a los demás ni siquiera de palabra. Si uno se deja llevar por el empleo de palabras groseras hasta el mismo carácter se entorpece. Se pierde la sensibilidad y no se tiene más control sobre lo que se habla. Ella, aplicó este cuidado de no herir al otro lo aplicó en su vida cotidiana.
Cito: “Una vez, durante los días en que se lleva a cabo el Durga Puja, le pidió a un discípulo que comprara algunos géneros para sus sobrinas. El discípulo compró solamente tejidos hechos en la India; pero, las mujeres de la familia no quedaron conformes, y sugirieron lo que ellas querían. El discípulo, movido de patriótico celo, contestó excitado: “¡Pero lo que ustedes quieren, son telas extranjeras! ¿Cómo puedo comprarlas?”
La Santa Madre le dijo que igual las comprara, pero este discípulo notó después, que toda vez que la Santa Madre deseaba comprar alguna mercadería extranjera, no lo mandaba a él, sino a otras personas. Digamos, que el respeto, cuando de la Santa Madre se trata, es algo más que una palabra. Podemos ver en su vida como lo pone en acción.
Ella sentía gran indignación ante la forma brutal en que ciertos oficiales de la policía reprimían el movimiento nacionalista. Una vez dos jóvenes, próximas a ser madres, fueron arrestadas por simple sospecha, y se las obligó a recorrer a píe una larga distancia hasta el puesto policial. La noticia conmovió a la Santa Madre y exclamó indignada: “¿Obedece todo esto a órdenes del Gobierno, o es un abuso del oficial de policía? Si responde a órdenes de los gobernantes, el efecto de este acto injusto caerá sobre ellos. ¿No había hombres cerca para rescatar a las pobres muchachas?” Poco después, las jóvenes fueron puestas en libertad.
Y priorizaba, por sobre su propio cuidado, su ministerio espiritual. Cierta vez, un gran devoto, no pudo ser recibido en su casa de Jairambati, porque se sospechaba que formaba parte del movimiento nacionalista, así que le dio iniciación en medio de una pradera, sentados sobre un haz de heno.
Swami Pareshananda, en su libro Ramakrishna, Vivekananda, Vedanta dijo: “La Santa Madre Sri Sarada Devi demostró que es posible para todos manifestar la Divinidad en y a través de las actividades diarias. Los detalles de Su vida abren para nosotros la puerta de infinitas posibilidades, que ahora están ocultas en nuestro interior.”
En estos últimos tiempos, tratando de entender algunas cosas que me resultan inexplicables, estuve pensando mucho sobre lo que ocurre con el decir y con el hacer, y sobre todo en la necesidad de que ambos, decir y hacer, sean coherentes. Respecto al decir, suelen generarse confusiones. Como dijo Shakespeare, si no me equivoco, en El mercader de Venecia, “hasta el diablo cita las Sagradas Escrituras”. Algunas veces, las confusiones derivan del simple desconocimiento del contexto en que fueron dichas. Por eso, es tan importante conocer la vida de aquellos que estamos tomando de ejemplo.
Y por todas estas razones, pienso que, aquellos que aspiramos a tener una vida espiritual, a tener un atisbo de espiritualidad debemos ser muy cuidadosos, sobre todo en nuestros actos porque es en ellos en los que se lee nuestro verdadero pensar.
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