La mirada de la Madre. 27, enero,2024(1)
El domingo pasado, Maharaj contó una historia del Mahabharata: la de Duryodhana, un rival de Bhimá, uno de los Pándavas, famoso por su fortaleza y por su destreza para luchar utilizando la maza como arma. Este Duryodhana era hijo de un rey ciego, Dhritarashtra, y de su esposa, Ghandari, que a partir de su matrimonio llevó una venda en los ojos el resto de su vida. Muchos interpretan que fue para compartir el sufrimiento y el desvalimiento de su esposo.
Ghandari solamente una vez se quitó la venda de los ojos: fue para mirar amorosamente a su hijo Duryodhana, antes de una batalla, y hacerlo invencible. Sin embargo, antes de que el hombre entrara a ver a su madre, Krishna le sugirió que se cubriera los genitales. Y él así lo hizo, con lo cual esa parte quedó desprotegida.
Cuando se enfrenta a Duryodhana, Krishna le señala a Bhimá el lugar donde debe golpear y así, el Pándava puede vencerlo. El relato es más complejo pero lo que quería decir Maharaj era que la mirada amorosa de una madre les da a los hijos un poder que se siente infinito. No todas las madres pueden darlo ni todos los hijos reciben esa mirada de amor y afirmación de sus madres, pero lo cierto es que eso, esa mirada, es la de Ma Sarada y es la que nos impulsa a refugiarnos en ella y a buscar su abrazo, su amorosa protección.
Creo que por eso ella dice que es la Madre de todos, porque a todos mira con ese amor y así, como dice Swami Vijoyananda (a quién ella personalmente había bendecido) “nos convence de que todos somos hijos de la misma Divinidad y continuamente nos hace recordar que debemos establecernos en Dios.”
Lic. Cristina V.
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