Swamiji. Dios personal e impersonal
Leonor Bakún
Este es un recorrido por distintos textos, en especial La vida de Swamiji relatada por sus discípulos de Oriente y Occidente centrado sobre todo en la relación de Swami Vivekananda con Dios.
En 1881, Narén rindió el examen de ingreso a Humanidades. Ese año, en el mes de noviembre, mientras concurría a estas clases, se encontró por primera vez con Thakur.
Es interesante conocer el modo en que oyó, por primera vez, mencionar a Thakur. El profesor William Hastie era el Director del Instituto. Un día, debido a la ausencia del profesor de inglés, se hizo cargo de la clase de literatura. Estaba explicando Excursión de Wordsworth, poema en el que el autor se refiere al estado de trance del que había tenido una vislumbre mientras contemplaba las bellezas de la naturaleza. Los estudiantes no comprendieron nada. Entonces el profesor les dijo: "Tal experiencia es el resultado de la pureza de la mente y de la concentración sobre un objeto particular. Es muy poco común, particularmente en estos días. Yo he visto solo una persona que ha experimentado ese bendito estado mental. Esa persona es Ramakrishna, el Paramahamsa de Dakshineswar. Podrán comprenderlo si van allá y lo ven con sus propios ojos". Fue así que Naren, que era miembro del Brahmo Samaj, oyó mencionar por primera vez a su futuro Maestro.
Fue durante este período de su vida que comenzó a interesarse por los sucesos de actualidad, y también en las actividades del Brahmo Samaj, cuyas saludables ideas estaban en agudo contraste con el estado desfalleciente de la sociedad hindú. El líder del Brahmo Samaj, Keshab Chandra Sen, era el ídolo de la juventud de Bengala.
Este movimiento protestaba contra ciertas formas y creencias del hindú ortodoxo, tales como el politeísmo, la adoración a imágenes, la Encarnación Divina y la necesidad de un Gurú. Ofrecía, en cambio, una religión monoteísta. En su aspecto social sus demandas abarcaban el rompimiento del sistema de castas, el reconocimiento de la igualdad del hombre, la educación y emancipación de las mujeres y la abolición del casamiento en la niñez.
No causa extrañeza, entonces, que este movimiento cautivara la imaginación de la juventud de Bengala. En Naren levantó un tumulto de pensamientos y sentimientos y comenzó a considerar al Samaj, a cuyas reuniones concurría a menudo como la institución ideal en la cual podrían resolverse todos los problemas de la vida, tanto los individuales como los nacionales. Él también reprobaba la rigidez de las castas y no simpatizaba con el politeísmo ni con la adoración de las imágenes.
En 1878 se produjo una seria escisión en el Brahmo Samaj y algunos de sus miembros, encabezados por el Pandit Shiva Nath Shastri y por Viyay Krishna Goswami, formaron una nueva sociedad llamada Sadharam Brahmo Samaj. Naren se identificó con la nueva organización y su nombre figura en los registros de los primeros miembros. En ese tiempo ingresó también a un movimiento para la educación de las masas, sin restricción de castas, credo o color. Su intenso anhelo por la libertad lo hacía identificarse con todo aquello que prometiera la liberación de los métodos fuera de actualidad y apartarse de todo lo que pudiera interferir en el logro de una visión más amplia. Él no quedaba satisfecho con la pasividad. Indagaba siempre el "por qué” y el "cómo” de todos los fenómenos, ya fuesen mentales o espirituales.
Como todos los miembros del Brahmo Samaj, creía en un Dios sin forma con atributos, pero contrariamente a los demás, estaba convencido de que si Dios realmente existía, Él seguramente aparecería ante el devoto en respuesta a sus sinceros ruegos. Sentía que debía haber una manera de realizarlo. Caso contrario la vida no tenía sentido.
En su anhelo por conocer la Verdad fue a visitar al Maharshi Debendra Nath, considerado como uno de los más notables maestros espirituales. Naren había ido a verlo con anterioridad en compañía de algunos amigos y él le había aconsejado que practicara meditación intensivamente. Naren se presentó a ver al Maharshi, quien vivía solo, en un bote sobre el Ganges y súbitamente le hizo su quemante pregunta: "Señor, ¿ha visto a Dios?” El Maharshi, incapaz de contestar, le dijo: “Hijo, tienes los ojos de un yogui". Naren se alejó desilusionado. No, el Maharshi no había visto a Dios. ¿Dónde ir entonces? De pronto recordó a Sri Ramakrishna, a quien había visto por única vez en casa del devoto Surendra Mitra, en noviembre de 1881, donde Naren había ido a cantar. El Maestro se había sentido profundamente atraído por .él, le había hecho algunas preguntas y hasta lo había invitado para que fuera a Dakshineswar.
Narendra, entonces, decidió ir a Dakshineswar con Surendra Mitra y hacerle su pregunta. La respuesta de Sri Ramakrishna y ese encuentro levantaron el telón de un nuevo capítulo en la vida espiritual de Narendra Nath.
En su primer encuentro, Sri Ramakrishna reconoció de inmediato en Naren a quien transmitiría su mensaje al mundo. Pasado, presente y futuro no tenían secretos para él. Conocía los sucesos del pasado y también los hechos del futuro.
Naren llegó a él con las dudas y el escepticismo de la era moderna, muy poco dispuesto a aceptar las verdades de la religión, sin verificarlas previamente, y, dentro suyo, con un anhelo abrasador por la verdad.
Refiriéndose a aquel día, contaba: “Me senté y comencé a observarlo. No encontré nada anormal en sus palabras, movimientos o conducta hacia los demás. Por sus palabras de espiritualidad y estados de éxtasis parecía ser un hombre de verdadera renunciación. Además sus palabras y su modo de vida concordaban. Su lenguaje era sencillo, lo que me hizo pensar si este hombre pudiese ser un gran maestro. Luego me acerqué a él y le hice mi eterna pregunta: "Señor ¿ha visto Ud. a Dios?" - "Sí. Lo veo como te veo a ti, sólo que de una manera más intensa. Dios puede ser realizado. Uno puede verlo y hablar con Él como estoy haciéndolo contigo. Pero ¿A quién le interesa esto? La gente anhela esposa, hijos, riqueza, posesiones, pero ¿Quién llora por Dios? Si uno llora sinceramente por Él, con toda seguridad que se manifestará”.
Narendra continuó su relato y dijo: “Eso me impresionó. Por primera vez encontraba un hombre que osaba decir que había visto a Dios; que la religión era una realidad que podía ser sentida intensamente. Yo no pude menos que creer que sus palabras eran el fruto de profundas realizaciones. Aun así, me costaba conciliar sus palabras con su extraña conducta hacia mí. Llegué a la conclusión de que se trataba de un monomaníaco, sin dejar de reconocer por eso, la magnitud de su renunciación. Pensaba: 'Puede ser que sea un loco, pero sólo pocos afortunados pueden tener semejante renunciación. Aunque sea loco, es el más santo de los santos y, solo por eso, merece reverente homenaje. Con estos pensamientos contradictorios en mi cabeza, me prosterné ante él y le pedí permiso para retirarme.”
Naren era escéptico. No creía en los dioses y se burlaba de muchos de los mandatos que prescribían las escrituras hindúes. Tenía una mente razonadora, difícil de complacer. El comienzo fue complicado y difícil. En ese momento, la verdad, como la tenue luz del amanecer, comenzó a perfilarse y eso le dio fuerzas y esperanza. Aun así, no estaba satisfecho, sabía que aún no había logrado la verdadera visión. Su instinto lo mantenía firme. Tenía fe en que el conocimiento divino llegaría como broche de oro de todas sus luchas y sufrimientos.
Sri Ramakrishna comprendió y amó a Narendra a causa de todas esas luchas que él bien comprendía porque también había tenido que pasar por terribles cataclismos, similares en su origen e intensidad. Vio que el intelecto de Naren, por causa de su profundo anhelo por la verdad, siempre dudaría pero que lograría trascender las limitaciones y se convertiría en un gigante espiritual y, con infinito amor y paciencia, lo guió e instruyó.
En aquella pregunta de Narendra a Maharshi Devendra Nath, ¿Ha visto a Dios? vemos el despuntar de su vida espiritual. Si bien todavía lo dirigen el intelecto y la duda, son esas voces precisamente las que lo llevan, en su búsqueda de la verdad a la presencia de Sri Ramakrishna.
Al hacerse miembro del Brahmo Samaj, Naren se había comprometido a creer en un Dios sin forma con atributos y había vuelto la espalda a los dioses del hinduismo. Había convencido a Rakhal, otro de los grandes discípulos del Maestro, para que adhiriera al Samaj. Rakhal lo había hecho pero él sentía un gran fervor devocional y cuando acompañaba al Maestro al templo de Kali, se prosternaba ante las imágenes lo cual estaba en contradicción con el credo del Brahmo Samaj. Un día Naren lo vio ir al templo y lo increpó duramente. A partir de ese momento, Rakhal evitaba encontrarse con él. Sri Ramakrishna vio esta situación y le dijo a Naren: "Te ruego que no ofendas a Rakhal. Él ahora te teme porque cree en Dios con forma. Todos no realizan el aspecto sin-forma de Dios desde el comienzo." Naren comprendió y dejó de interferir en la religiosidad de Rakhal.
Sri Ramakrishna solía reconvenir a Naren cuando se mostraba intolerante y le pedía que tratase de ver la verdad desde todos los ángulos y a través de cada aspecto. Si bien Naren realizó la unidad que existe en todo esfuerzo espiritual y en toda creencia religiosa, continuó manifestándose contrario a la adoración de imágenes. El Maestro le dijo que la imagen adorada simbolizaba los ideales espirituales y le preguntó: "¿Por qué vienes aquí si no quieres reconocer a mi Madre?" Naren respondió: “¿Acaso debo aceptarla simplemente porque vengo aquí?” El Maestro dijo entonces que no pasaría mucho tiempo y la reconocería. Luego le comentó a otros devotos: "Este muchacho no tiene fe en Dios con forma y piensa que mis experiencias suprasensorias son alucinaciones. Él no cree en nada de lo que no tenga prueba. Ha estudiado y leído mucho y posee un gran poder de discernimiento."
En medio de su confusión, Naren practicaba meditación. Este esfuerzo por aquietar la mente le dio gran paz mental. Ya en las primeras visitas a Dakshineswar, las palabras de Sri Ramakrishna le resultaron muy reconfortantes y lo mantuvieron firme en la práctica de la meditación. Eso le ayudó a mantener su tumultuosa mente firme en la creencia de una realidad última.
Narendra estaba convencido de que la religión comienza y la filosofía termina cuando se trata de dar un conocimiento claro y correcto de Dios, decía que eso está más allá del poder del intelecto. A pesar de eso y de que dedicaba gran parte de su tiempo y energía a la práctica espiritual, no descartó ni sus libros de filosofía ni la música.
Hasta ese momento había meditado en Dios sin forma pero dotado de atributos siguiendo las indicaciones del Brahmo Samaj. Ahora adoptó una nueva forma de meditación. Primero rogaba desde el fondo de su corazón: "iOh Señor, sé misericordioso y revélame tu real naturaleza que es la personificación de la verdad! Al rato, relataba, perdía la conciencia del cuerpo y del tiempo y tenía una sensación de inefable paz interior que no le permitía dejar su asiento. Esta meditación la hacía a la noche cuando todos los de la casa se habían retirado a descansar. Gradualmente llegó al convencimiento de la existencia de una realidad última de la cual emana todo lo fenoménico. Narendra, guiado por el anhelo de la visión divina, comenzó a llevar una vida de renunciación en la cual la oración y la contemplación se convirtieron en un hábito. A la vez, en su relación con el Maestro pasó, gradualmente, de la oposición y rebelión iniciales a una entrega total.
- Profesora Leonor Bakún
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