lunes, 29 de noviembre de 2021

SEGUIR APRENDIENDO: Prof: Ana Menghini (29-11-21)

 





30 - EL amoroso servicio al Maestro

 A mediados de 1885, Sri Ramakrishna mostró los primeros síntomas de una enfermedad de garganta que luego fue diagnosticada como cáncer. Contra el consejo de los médicos, continuó dando instrucción a los buscadores espirituales y cayendo en trances frecuentes. Ambas prácticas agravaron la enfermedad. Para conveniencia de los médicos y los devotos, primero lo trasladaron a una casa en la sección norte de Kolkata y luego a una casa–quinta en Kashipur, un suburbio de la ciudad. Narendra y los otros jóvenes discípulos se encargaron de cuidarlo. Descuidando los deseos de sus familiares, los muchachos abandonaron sus estudios o descuidaron sus deberes en el hogar, al menos temporalmente, para dedicarse en corazón y alma al servicio del Maestro. Su esposa, conocida entre los devotos como la Santa Madre, se encargaba de cocinar; los devotos mayores cubrieron los gastos. Todos consideraron este servicio al gurú como una bendición y un privilegio. Narendra mostró una y otra vez su aguda perspicacia y su juicio maduro durante la enfermedad de Sri Ramakrishna. 

Muchos de los devotos, que veían al Maestro como la Encarnación de Dios, se negaban a ver en él cualquier fragilidad humana, así, comenzaron a dar una interpretación sobrenatural de su enfermedad. Creían que había sido provocada por la voluntad de la Madre Divina o del propio Maestro para cumplir un propósito inescrutable, y que se curaría sin ningún esfuerzo humano una vez cumplido el propósito. Narendra dijo, sin embargo, que, dado que Sri Ramakrishna era una combinación de Dios y hombre, el elemento físico en él estaba sujeto a leyes de la naturaleza como el nacimiento, el crecimiento, la decadencia y la destrucción. Se negó a dar a la enfermedad del Maestro, un fenómeno natural, una explicación sobrenatural. No obstante, estaba dispuesto a derramar su última gota de sangre al servicio de Sri Ramakrishna. 

La emoción juega un papel importante en el desarrollo de la vida espiritual. Si bien el intelecto elimina los obstáculos, es la emoción la que impulsa al buscador a seguir adelante. Pero el mero emocionalismo, sin las disciplinas de la discriminación y la renuncia, a menudo lo lleva por mal camino. A menudo lo usa como un atajo al trance o al éxtasis. Sri Ramakrishna, sin duda, bailó y lloró mientras cantaba el nombre de Dios y experimentó frecuentes trances; pero detrás de su emoción estaba la larga práctica de la austeridad y la renuncia. Sus devotos no habían sido testigos de la práctica de sus disciplinas espirituales. Algunos de ellos, especialmente los mayores, comenzaron a exhibir éxtasis acompañados de lágrimas y contorsiones físicas, que, en muchos casos, eran el resultado de un ensayo cuidadoso en casa o una mera imitación de los trances genuinos de Sri Ramakrishna. Algunos de los devotos, que veían al Maestro como una Encarnación Divina, pensaron que él había asumido sus responsabilidades y, por lo tanto, relajaron sus propios esfuerzos. En resumen, aquellos que mostraron el mayor emocionalismo se hicieron pasar por los más avanzados espiritualmente.

La mente alerta de Narendra pronto vio esta peligrosa tendencia en sus vidas. Comenzó a burlarse de los mayores y advirtió a sus hermanos discípulos sobre el efecto dañino de permitirse tales arrebatos. La verdadera espiritualidad, les decía una y otra vez, era la erradicación de las tendencias mundanas y el desarrollo de la naturaleza superior del hombre. Se burlaba de sus lágrimas y trances como síntomas de un trastorno nervioso, que debería corregirse con el poder de la voluntad y, si era necesario, con alimentos nutritivos y un tratamiento médico adecuado. Muy a menudo, dijo, los devotos de Dios incautos son víctimas de un colapso mental y físico. —De cien personas que emprenden la vida espiritual —advirtió lúgubremente—, ochenta resultan ser charlatanes, quince locos y sólo cinco, tal vez, vislumbran la verdad real. Por tanto, ten cuidado. Apeló a su fuerza interior y les advirtió que se mantuvieran alejados de todas las tonterías sentimentales. Describía a los jóvenes discípulos el autocontrol intransigente de Sri Ramakrishna, el apasionado anhelo de Dios y la total renuncia al apego al mundo e insistía en que aquellos que amaban al Maestro debían aplicar sus enseñanzas en sus vidas. Sri Ramakrishna, también, al darse cuenta del final inminente de su existencia mortal, les enseñó a los devotos que la comprensión de Dios dependía del abandono de la lujuria y la codicia. 

La enfermedad de Sri Ramakrishna no mostró signos de disminución; los muchachos redoblaron sus esfuerzos por cuidarlo, y Narendra estaba constantemente a su lado, animándolos cada vez que se sentían deprimidos. Un día los encontró indecisos acerca de acercarse al Maestro. Les habían dicho que la enfermedad era contagiosa. Narendra los arrastró a la habitación del Maestro. En un rincón había una taza que contenía parte de la papilla que Sri Ramakrishna no pudo tragar. Estaba mezclada con su saliva. Narendra agarró la taza y tragó su contenido. Esto puso fin a los recelos de los chicos. 

Narendra, al comprender la naturaleza fatal de la enfermedad de Sri Ramakrishna y al darse cuenta de que el amado Maestro no viviría mucho, intensificó sus propias prácticas espirituales. Su anhelo por la visión de Dios no conocía límites. Un día le pidió a Sri Ramakrishna la bendición de permanecer fundido en samadhi tres o cuatro días seguidos, interrumpiendo su meditación de vez en cuando para comer algo. 

Eres un tonto  dijo el Maestro. ─ Hay un estado más alto que ese. Eres tú quien canta: "¡Oh Señor! Tú eres todo lo que existe.

Sri Ramakrishna quería que el discípulo viera a Dios en todos los seres y los sirviera con espíritu de adoración. A menudo decía que ver el mundo solo, sin Dios, es ignorancia, agñana; ver a Dios solo, sin el mundo, es una especie de conocimiento filosófico, gñana; pero ver a todos los seres impregnados por el espíritu de Dios es sabiduría suprema, vigñana. Solo unas pocas almas bendecidas pudieron ver a Dios morando en todos. Quería que Naren alcanzara esta sabiduría suprema. Entonces el maestro le dijo: 

Primero arregla tus asuntos familiares, entonces conocerás un estado aún más alto que el samadhi.

En otra ocasión, en respuesta a una solicitud similar, Sri Ramakrishna le dijo a Naren:

 ¡Qué vergüenza! Estás pidiendo algo tan insignificante. Pensé que serías como un gran árbol de higuera y que miles de personas descansarían a tu sombra. Pero ahora veo que estás buscando tu propia liberación.

Así regañado, Narendra derramó abundantes lágrimas. Se dio cuenta de la grandeza del corazón de Sri Ramakrishna.

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