miércoles, 11 de noviembre de 2020

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SWAMI SUBODHANANDA

Texto publicado en el año 2012


Nació en Calcuta el 8 de noviembre de 1867. Era miembro de la familia de Shankar Ghosh, el propietario del famoso templo de Kali en Kalitala (Thanthania), Calcuta. Su padre era muy piadoso y le gustaban los libros sobre religión. Su madre también era de naturaleza muy religiosa. La influencia de sus padres en su vida religiosa no fue pequeña. Su madre acostumbraba a contarle historias del Ramayana, del Mahabharata y de otras escrituras sagradas, y le inculcó desde muy chico el amor a la verdad y la devoción a Dios. Ya en su niñez manifestó un marcado espíritu de renunciación y tenía la vaga sensación de que no había nacido para llevar la vida de hogareño. Cuando lo instaron a que se casara, expresó con firmeza que iba a seguir la vida de un monje errante por lo que el matrimonio constituiría un obstáculo en su camino. Como igualmente se determinó que, luego de aprobar los exámenes de sus estudios, debía casarse, el rogó a Dios con fervor para que el resultado de los exámenes fuera malo. Dios escuchó la oración del muchacho pues, para gran alivio de su parte, fue reprobado. Subodh fue al principio al Hare School y luego fue admitido en el colegio fundado por el pandit Ishwar Chandra Vidyasagar.

En esa época su padre le dio un ejemplar del libro “Las enseñanzas de Sri Ramakrishna” escrito por Suresh Chandra Datta en idioma bengalí. El quedó tan impresionado con su contenido que se sintió ansioso de conocer a Sri Ramakrishna. Su padre le dijo que esperara hasta un día feriado en que pudiera llevarlo a Dakshineswar. Subodh se impacientó por la demora así que un día, a mediados de 1884, se escapó de su casa y junto con un amigo fueron a pie hasta Dakshineswar. Allí fueron recibidos muy afectuosamente por el Maestro, quien lo tomó de la mano y lo hizo sentar a su lado. Subodh no quería sentarse en la cama de una persona santa, pero el Maestro le quitó sus miedos al tratarlo como si fuera alguien muy íntimo. En el curso de la conversación le dijo que conocía a sus padres, que alguna vez había visitado su casa y también que sabía que Subodh llegaría a él. Tomó la mano de Subodh y luego de meditar unos pocos minutos, le dijo: “Alcanzarás la meta, La Madre lo dice:” También le dijo a Subodh que la Madre le enviaba a aquellos que iban a recibir Su gracia (la de la Madre) y le pidió que fuera a visitarlo los días martes y sábados. Para Subodh, esto era difícil de llevar a cabo pues sus padres se opondrían si conocieran su intención.

No obstante, el sábado siguiente Subodh se escapó del colegio y fue con su amigo a Dakshineswar. Durante la visita, Sri Ramakrishna, en un ánimo extático, golpeó el cuerpo de Subodh desde el ombligo hasta la garganta y escribió algo en su lengua, mientras repetía “Despierta, Madre, despierta”. Luego le pidió a Subodh que meditara. Tan pronto como comenzó a meditar, su cuerpo se estremeció y sintió que algo subía por su columna vertebral hacia el cerebro. Fue sumergido en una dicha inefable y vio una luz extraña en la que las formas de numerosos dioses y diosas aparecían y luego se sumergían en lo infinito. La meditación se volvió gradualmente más profunda y perdió por completo la conciencia exterior. Cuando regresó al plano normal, vio que el Maestro golpeaba su cuerpo en sentido inverso. Sri Ramakrishna estaba encantado de ver la meditación profunda de Subodh y supo por él que era el resultado de lo que practicaba en su casa porque Subodh acostumbraba a pensar en los dioses y diosas de quienes había escuchado a través de los relatos de su madre.

Después de este encuentro con el Maestro, Subodh veía una extraña luz en el entrecejo. Cuando su madre se enteró, le dijo que no contara este hecho a nadie más. Pero como estaba embargado por un gran anhelo espiritual, Subodh le contestó enseguida: “¿Qué daño podrá hacerme, madre? Yo no deseo esta luz sino Aquello de lo cual proviene.”

Desde chico Subodh era muy franco, de mente abierta y frontal en su conversación, características  vistas en él durante toda su vida. Con toda claridad expresaba lo que sentía sin ocultar nada. Un día el Maestro le preguntó: “¿Qué piensas de mí?” Sin vacilar, él respondió: “Las personas dicen muchas cosas acerca de Usted, pero no las creeré a menos que yo mismo pueda comprobarlas.” Así, a medida que fue tomando mayor contacto con Sri Ramakrishna, gradualmente surgió en él la convicción de que el Maestro era un gran Salvador.

Entonces, un día en que el Maestro le pidió que practicara meditación, le dijo: “No me será posible hacerlo. Si lo hiciera, ¿para qué vine a verlo? Mejor habría sido que fuera a ver a algún otro Gurú.” Sri Ramakrishna comprendió la profundidad del pensamiento del muchacho y simplemente sonrió. Si bien Subodh meditaba, pues su vida entera fue de gran austeridad, oración y devoción constantes, indicó así su gran confianza en el poder espiritual del Maestro.

Debido a su manera frontal de hablar, sucedió un interesante incidente. Cierto día el Maestro le pidió que visitara a Mahendra Nath Gupta, más tarde conocido como “M”, quien vivía en Calcuta cerca de la casa de Subodh. A esto el muchacho contestó: “El no ha sido capaz de cortar su atadura con la familia. ¿Qué podré aprender de él acerca de Dios?” Al Maestro le gustaron esas palabras que mostraban el gran espíritu de renunciación de Subodh, y le dijo: “El no hablará de nada propio. Solamente hablará sobre lo que aprende aquí.” Así, Subodh fue un día a visitar a “M” y con toda franqueza le narró la conversación que había tenido con el Maestro. “M” apreció la franqueza del muchacho y le dijo: “Yo soy una persona insignificante pero vivo a la orilla de un océano y guardo conmigo algunos cántaros con agua del mar. Cuando alguien viene a visitarme lo entretengo con eso. ¿De qué otra cosa podría hablar?” La naturaleza dulce y cándida de Subodh, lo convirtió pronto en un gran favorito de “M”. Luego de esto Subodh visitó su casa con frecuencia y pasaba largas horas escuchando a “M” hablar sobre el Maestro.

A Swami Subodhananda le gustaba tomar una taza de té por la mañana y cuando Sri Ramakrishna estaba enfermo en Cossipore, el joven Subodh le llevo té como un remedio para el dolor de garganta del Maestro cosa con la que el médico de Thakur no estuvo de acuerdo. Poco a poco la atracción que Subodh sentía por el Maestro fue creciendo cada vez más hasta que al poco tiempo de su fallecimiento, Subodh se unió a la orden monástica organizada por Swami Vivekananda en Baranagore. Su nombre monástico es Swami Subodhananda, pero debido a que era joven de edad y de naturaleza simple, Swami Vivekananda lo llamaba cariñosamente “Koka”, que significa ‘niño’. Sus hermanos monásticos también lo llamaban por ese nombre. Más tarde fue conocido como “Koka Maharaj” (Swami niño). Él era un niño en su sencillez y singularmente modesto en su comportamiento y por esta razón era amado y respetado por sus hermanos.

Hacia fines del año 1889, Swami Subodhananda fue a Benares junto con Swami Brahmananda a practicar austeridades durante unos pocos meses. En 1890 ambos fueron en peregrinación a Omkar, Girnar, Monte Abu, Bombay y Dwaraka y luego fueron a Vrindaban donde permanecieron por algún tiempo. Asimismo, llevó a cabo prácticas espirituales en diferentes lugares de los Himalayas. También peregrinó a los templos sagrados de Kedarnath y Badrinarayan, visitó varios lugares sagrados en el sur de India, llegó hasta Cape Comorin y fue también de peregrinaje a Assam.

Swami Subodhananda integró el primer grupo de administradores de Belur Math nombrado por Swami Vivekananda, y más tarde fue designado tesorero.

Los jóvenes monjes de la Ramakrishna Math descubrieron que era una fuente de gran ayuda preguntarle a él acerca de los problemas y dificultades que tenían ya que era su portavoz, mediaba  por ellos y los protegía cuando inadvertidamente habían cometido algo malo. También los orientaba y era su mentor en el desempeño de sus actividades del día a día, como en otros asuntos espirituales.

Cuando una gran epidemia estalló en Calcuta, Swami Subodhananda trabajó mucho para organizar el socorro y la rehabilitación, junto con Swami Sadananda (Gupta Maharaj) y Sister Nivedita. Durante la hambruna de 1908 en las islas Chilka de Orissa trabajó junto a otros monjes de la Misión Ramakrishna para socorrer a las personas afectadas. Siempre estaba cerca de personas enfermas, a menudo con riesgo de su propia salud. Una vez cuidó de un joven estudiante que sufría de un tipo contagioso y maligno de viruela. Pedía dinero para ayudar a los pacientes pobres con comida y remedios y ayudó a muchas familias pobres con el dinero que sus devotos le donaban para sus necesidades personales, de hecho tenía muy pocos objetos personales.

En una ocasión, en 1897, fue persuadido por Swami Vivekananda para dar una conferencia en el monasterio Alambazar, a pesar de sus inhibiciones para hablar en público. Cuando se levantó para hablar se sintieron temblores a causa de un terremoto. Swami Vivekananda, jocosamente, remarcó que "Khoka hizo un discurso trascendental" y todo el mundo disfrutó a su costa.

En sus últimos años, realizó extensas giras por Bengala y Bihar para difundir el mensaje de Sri Ramakrishna y Swami Vivekananda. Puso mucho énfasis en la entrega de sí mismo a Dios como el medio de salvación. Inició un gran número de personas, incluyendo niños. Al hacer discípulos no hizo distinciones en cuanto a posición social, casta, sexo o edad.

Swami Subodhananda falleció el 9 de diciembre de 1932.





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