domingo, 9 de agosto de 2020

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Religión Práctica

Swami Prabhavananda


"Benditos sean los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”.

Y sus discípulos, que tenían sed por la verdad del Señor,

sabían que su maestro les podía enseñar como satisfacer esa sed. 

Cristo, Buda y Krishna enseñaron que Dios se puede conocer y que

la perfección no se alcanza solamente después de la muerte.

Si vamos directamente a los fundadores de cualquier religión

encontraremos una verdad inculcada: 

¡Realiza a Dios, aqui y ahora! 

Los Upanishads manifiestan: 

"Bendito sea aquel que realiza a Dios en esta vida. Sino, su calamidad será muy grande".
Y Cristo dijo: 

"Busca primero el reino de Dios...". 

El gran obstáculo en el sendero de la realización, es la pereza de la humanidad y

la falta de entusiasmo, Buda llamó a tal flojera el pecado más grande. 

Cristo expresó la misma idea cuando dijo: 

"Ninguno que poniendo su mano en el arado, mira atrás, es apto para el reino de Dios".
"¿Pero, qué es Dios? ¿Cómo debo pensar en él?"
Estas son las primeras preguntas que se le ocurren a un aspirante espiritual,
que lee en las escrituras que Dios es indefinible, inexpresable, más allá de todo pensamiento.
Aún así, los grandes maestros del mundo dicen que Dios es realizable
en esta misma vida. También, Dios ha sido definido de muchas maneras por teólogos y videntes.
Antes de conocer algo de Dios por experiencia propia, hay discusiones,
argumentos y discordia, declaramos que Dios tiene que ser esto y no aquello.
Cuando empezamos a probar la dulzura de Dios nos quedamos mudos.
También los sabios que han estado sumergidos en la Conciencia de Dios
tratan de expresar sus experiencias de varias maneras. Señalan que Dios puede
aparecer como personal o impersonal, con o sin atributos, con o sin forma.
Todas las contradicciones se disuelven en Dios. 

Citaremos a Sri Ramakrishna: 

"Dios es infinito, e infinitas son sus expresiones. Aquel que vive continuamente
en la Conciencia de Dios, y solo en Él, lo conoce en su verdadero aspecto.
Conoce sus expresiones infinitas y todos sus aspectos".
Hay muchos métodos por los que se puede alcanzar la perfección en Dios.
Distintas maneras son apropiadas para diferentes temperamentos.
En la literatura religiosa de los hindúes, hay cuatro senderos principales para
alcanzar a Dios, conocidos como yogas.
En karma yoga, el sendero de trabajo desinteresado, cada acción se ofrece
a Dios como sacramento. Ofreciéndo los frutos de cada acción a Dios, uno
gradualmente adquiere desapego y va más allá de la acción y de la inacción y,
al mismo tiempo, queda inmerso en la acción.
Jnana yoga es el sendero del discernimiento. Analizando y rechazando todo
fenómeno transitorio, por fin, se percibe la Realidad o Divinidad en su aspecto
impersonal. Es un sendero difícil, inapropiado para la mayoría de los aspirantes espirituales.
Bhakti yoga es el sendero de la devoción. Por medio de la cultivación del amor i
ntenso por Dios como un Ser personal, el adorador funde su ego en su Ideal.
En este sendero, Dios es frecuentemente adorado como encarnación (
Cristo, Buda o Krishna, etc.). 

La mayoría de los creyentes del mundo son bhakti yoguis.
Raya Yoga es el sendero de meditación formal. Es el método de concentrar la mente sobre la realidad hasta que se alcance una absorción total. Este sendero se sigue casi en exclusiva, por aquellos que viven vidas contemplativas predominantemente. Sin embargo, en cierto sentido, se puede decir que raya yoga combina los otros tres senderos, ya que la meditación está
implicada en la acción dedicada a Dios, adoración, discernimiento y concentración sobre el ideal predilecto de Dios. Aunque una vida espiritual quiere una combinación armoniosa de los cuatro yogas normalmente uno u otro predomina, dependiendo del temperamento del aspirante espiritual. Todos los yogas conducen a la misma experiencia de unión con Dios.
Aunque en las enseñanzas de Cristo hay sugerencias de los cuatro senderos, Jesús enfatizó el sendero de la devoción, que se considera la manera más fácil y más natural para realizar a Dios. ¿Por qué? Porque en cada corazón humano existe el deseo de amar y de ser amado.

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