domingo, 20 de enero de 2019

SEGUIR APRENDIENDO: Profesora Julia Santos: (5/1/19)




Seguir aprendiendo (5/1/2019) – Lic. Julia Santos

La mente, la meditación y el trabajo. (1)

Muchas veces nos sentimos desanimados en nuestras prácticas. Por un lado, leemos o escuchamos acerca de los distintos niveles de meditación, de la secuencia hacia avanzados estados de absorción... y por otro, nos encontramos con nuestra incapacidad para sujetar a nuestra propia mente. En cuanto nos sentamos a meditar el constante parloteo de la mente, y la dificultad para acallarla, se nos hacen más evidentes...
Sobre esto, la mente nos tiende una trampa a través del juego de las expectativas: siendo éstas tan altas respecto del nivel en el que nos encontramos, el resultado es el desánimo.
¿Qué hacer? En principio, no desanimarnos; otros han andado antes el camino que estamos pisando hoy. Y algunos de ellos han tenido la benevolencia de dejarnos pistas para que nosotros podamos orientarnos.
Dice el Buddha
Fluctuante e inestable es la mente, difícil de guardar, difícil de controlar. El sabio la endereza como el flechero a la flecha.
Así como el pez tiembla cuando es sacado de su morada acuática y arrojado en la tierra firme, de la misma forma la mente tiembla al abandonar el dominio de Māra.
Bueno es el amansamiento de la mente que es difícil de contener, ligera, que aterriza en donde le place. La mente amansada trae felicidad.
El sabio debería proteger la mente que es muy difícil de percibir, muy sutil, que aterriza en donde le place. La mente protegida trae felicidad.
Aquellos que contendrán la mente, que va lejos, que anda sola, incorpórea, que yace en una cueva, se liberarán del vínculo de Māra.
La sabiduría de aquel de mente inestable, que desconoce el Dhamma verdadero, de fe vacilante, no se perfecciona. (Dhammapada, 33 - 38)

Nos dice allí que nuestra mente tiene las características naturales de toda mente humana; no es que la nuestra en particular sea la que es difícil de controlar. Y es justamente nuestro trabajo controlarla, enderezarla.
¿Qué encontraremos cuando intentemos controlarla? Resistencia. Se nos anticipa que la mente, ante la perspectiva de ser privada de su anterior libertad de vagar sin concierto, se encabritará cual caballo y se esforzará por librarse. Así que, justamente, será nuestro trabajo perseverar.
Para lograr contener la mente, es preciso amansarla y protegerla. Respecto de la primera cuestión, recordemos el cuento acerca de la forma correcta de enseñar a un animal a entrar a su pesebre: no es metiéndolo a empujones y palos, puesto que a la menor oportunidad se escapará y no querrá volver a entrar, sino ofreciéndole algo apetitoso dentro... Y sobre la segunda, analicemos ¿qué es lo que le damos de “comer” a nuestra mente? ¿por dónde, por qué temas la dejamos vagar?

Una mente entrenada, contenida, es el requisito para avanzar por el camino espiritual; pero parte de ese camino incluye los pasos destinados a dominarla

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