(10/11/18)
Lo único eterno de entre lo efimero, lo consciente de entre los conscientes, lo Uno de entre varios, aquello que satisface los deseos, aquellos que lo encuentran dentro de sí mismos, ésos alcanzan la beatitud.
El Katha Upanishad dice que, al tener la visión de esa Unidad fundamental, alcanzamos la Paz eterna.
El Vedanta enseña que el conocimiento de la Realidad oculta tras este mundo aparente es la fuente de la beatitud.
Es facil comprender aquí que los Upanishad no dicen que sea posible estudiar objetivamente la Realidad.
Esa es la dificultad. Estamos acostumbrados a estudiar con nuestro propio intelecto, como solemos hacerlo con un objeto visible y mensurable.
El Vedanta enseña que el conocimiento de la Realidad oculta tras este mundo aparente es la fuente de la beatitud.
Es facil comprender aquí que los Upanishad no dicen que sea posible estudiar objetivamente la Realidad.
Esa es la dificultad. Estamos acostumbrados a estudiar con nuestro propio intelecto, como solemos hacerlo con un objeto visible y mensurable.
Esto no es posible, puesto que la realidad es al mismo tiempo la base del sujeto y objeto.
Para realizar la Verdad debemos llegar a borrar de nuestra mente la distinción que solemos hacer entre sujeto y objeto.
Hacemos esta distinción mientras no comprendemos que se trata de una "sustancia única y eterna".
Al instruirnos en ese Principio esencial, el Upanishad nos lleva a comprender que no hay diferencia entre Brahmán, el Sí individual, el universo y Dios.
Una plegaria compuesta por Sri Sankaracharya durante la adoración dice:
"Yo me postro ante este Brahmán que destruye el miedo en quienes vienen ante Él a pedir refugio, este Brahmán que, aunque no-nacido, parece asociarse al nacimiento por su inescrutable e indescriptible poder de conocimiento y de actividad, ese Brahmán que, aunque sin par, parece revestir formas multiples para aquellos cuya visión sigue engañada por la percepción de innumerables objetos y sus respectivos atributos".
El pensamiento hindú contiene una idea muy sorprendente, que es la de la Unidad oculta tras la multiplicidad de las formas.
Esta idea impregna la cultura, la civilización, la religión, la sociedad y favorece una convivencia amistosa a pesar de las diferencias de opinión.
Para realizar la Verdad debemos llegar a borrar de nuestra mente la distinción que solemos hacer entre sujeto y objeto.
Hacemos esta distinción mientras no comprendemos que se trata de una "sustancia única y eterna".
Al instruirnos en ese Principio esencial, el Upanishad nos lleva a comprender que no hay diferencia entre Brahmán, el Sí individual, el universo y Dios.
Una plegaria compuesta por Sri Sankaracharya durante la adoración dice:
"Yo me postro ante este Brahmán que destruye el miedo en quienes vienen ante Él a pedir refugio, este Brahmán que, aunque no-nacido, parece asociarse al nacimiento por su inescrutable e indescriptible poder de conocimiento y de actividad, ese Brahmán que, aunque sin par, parece revestir formas multiples para aquellos cuya visión sigue engañada por la percepción de innumerables objetos y sus respectivos atributos".
El pensamiento hindú contiene una idea muy sorprendente, que es la de la Unidad oculta tras la multiplicidad de las formas.
Esta idea impregna la cultura, la civilización, la religión, la sociedad y favorece una convivencia amistosa a pesar de las diferencias de opinión.
La convicción de que una Realidad Última se manifiesta en todas las formas es una fuerza de cohesión de la sociedad y de las religiones en la India.
No hay experiencia más importante para nosotros que la de nuestra propia existencia, de “Eso” que es la consciencia de que “YO SOY”, que se mantiene a través de todas nuestras experiencias de la vida cotidiana. Jamás dudamos de nuestra existencia. Así pues, el conocimiento de mí mismo es la base de mi vida. Eso es lo que nosotros debemos comprender. Ahí comienza nuestra búsqueda. Sin la consciencia del Yo no habría nada. Saber ¿QUE SOY YO? Es fundamental.
Sin embargo, en la vida corriente el pequeño yo se ufana como un rey para el que se hubiera creado el mundo entero. Todo lo demás está en segundo lugar.
No hay experiencia más importante para nosotros que la de nuestra propia existencia, de “Eso” que es la consciencia de que “YO SOY”, que se mantiene a través de todas nuestras experiencias de la vida cotidiana. Jamás dudamos de nuestra existencia. Así pues, el conocimiento de mí mismo es la base de mi vida. Eso es lo que nosotros debemos comprender. Ahí comienza nuestra búsqueda. Sin la consciencia del Yo no habría nada. Saber ¿QUE SOY YO? Es fundamental.
Sin embargo, en la vida corriente el pequeño yo se ufana como un rey para el que se hubiera creado el mundo entero. Todo lo demás está en segundo lugar.
La alegría y la tristeza están vinculadas a esta consciencia del yo.
La consciencia del yo se acepta así, sin discutir y nos limitamos al estudio de los fenómenos exteriores.
En la filosofía del Vedanta, el estudio de la naturaleza de alma es de los más importantes y no sólo desde un punto de vista metafísico, pues es fundamental para comprender nuestra relación con la vida y con todas sus experiencias.
En la filosofía del Vedanta, el estudio de la naturaleza de alma es de los más importantes y no sólo desde un punto de vista metafísico, pues es fundamental para comprender nuestra relación con la vida y con todas sus experiencias.
Los Upanishad nos dirigen por el camino de la introspección y de la meditación hacia la búsqueda, de la Unica Realidad y afirman que la Verdad Última es también nuestro propio Sí.
Esto no es un dogma, sino un descubrimiento que cada uno debe realizar. En ningún caso bastaría creer en él. Es una experiencia por la que debemos pasar en este mundo y que constituye el objetivo de nuestra vida.
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