miércoles, 25 de julio de 2018

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En el día a día habitual distinguimos tres niveles distintos de conciencia. El estado de vigilia, el estado de sueño y el estado de sueño profundo.
Vigilia y sueño nos permiten percibir el mundo de la manifestación. En ambos distinguimos ideas y objetos. Contrariamente en el estado de sueño profundo, tanto las ideas como los objetos, desaparecen.
Hay otro estado que es el Samadhi. En ese estado la mente deja de funcionar y todo pensamiento es suspende. Ese estado de silencio, se opone al mundo de la manifestación.
Cuando evaluamos el mundo de la manifestación, vemos que se resuelve a sí mismo en ideas. Algunas aparecen en el universo de las tres dimensiones, son los objetos. Otras nacen y mueren muy reapido, son nuestros pensamientos.
En regiones tropicales, a menudo se ven ciclones. Se mueven a una enorme velocidad alrededor de una zona estática. Eso mismo sucede en nuestra mente. Entre dos ideas sucesivas que aparecen en la mente, hay un vacío intermedio.
Si estudiamos cualquier objeto del mundo físico en un laboratorio, se observa que al objeto que le atribuímos masa, no existe la misma homogeneidad en el interior de los átomos que lo componen. También descubriremos que entre el núcleo central y los elementos constitutivos hay un vacío.
Deberíamos hacer uso de un proceso simillar para separar el intervalo de silencio que separa dos ondas sucesivas de pensamiento y durante el sueño profundo. Es este espacio el que otorga significado.
Sin embargo, todo individuo pasa una y otra vez por este estado de paz que es el silencio , sin adquirir ninguna clase de iluminación espiritual.
Se entra y se sale de allí y se sigue siendo un ignorante.
Pero, si después de haberse sometido a una disciplina rigurosa el ignorante entra en esta región, saldrá de ella como un sabio.
Hasta que no hayamos descubierto la presencia de este vacío, cualquier esfuerzo que hagamos para escapar de la corriente de nuestros pensamientos, fracasará.
En la medida que podamos cultivar el crecimiento de este vacío intermedio mientras meditamos, al mismo tiempo podremos frenar la corriente de nuestros pensamientos.
El reino del silencio está dentro de nosotros.
Atravesamos este centro a cada instante sin siquiera darnos cuenta. Esto se debe a que somos llevados por el torbellino de ideas. Nos identificamos tanto con la corriente de ideas que no tenemos tiempo para tomar conocimiento del intervalo de silencio.
La meditación nos da el medio de eliminar el universo de ideas. La primera idea que surge en la mente y que está constantemente presente, es la idea de sí mismo. El sentimiento de autocomplacencia siempre se asocia a ella. Es por eso que se la llama ahambhava, actitud egocéntrica. Todas las ondas del espíritu se pacifican cuando la idea básica, el “yo” se reabsorbe en el centro estático. Sólo entonces, podremos entrar en la región de lo desconocido y penetrar en el corazón del “Gran Silencio”.

En ese momento, lo no manifiesto que es el sustrato de nuestra existencia, se nos revela en todo el esplendor de su Gloria. ... ...

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