martes, 12 de septiembre de 2017

Artículo: Prof. Jose Astigueta (1/9/17)






La libertad como una realidad lograble

Himno al libre

Vuela, vuela muy alto
Más allá del cielo azul.
Abre, abre tu mente
Y déjalo crecer sin fin.
Libre, libre siempre
Pues ya nada me atrae aquí.
Ama, ama a todo
Pues Tú eres Aquello

Vuela, vuela libre
Vuela libre por fin.
                                                     ver video en: https://youtu.be/MiSv0eTuFxU


1-Vuela, vuela muy alto

La libertad es una condición del ser humano que es muy valorada por todos, pues se enseña en todos los colegios como algo esencial para toda sociedad. Generalmente hablando, todas las sociedades llamadas libres se liberaron de algo. Los países europeos se liberaron de reyes opresores o de regímenes aristocráticos totalitarios, los pueblos de América, África y Asia se liberaron (relativamente) de la opresión europea. ¿Cuánta gente dio la vida por esta palabra, “Libertad”? Pero la verdad es que apenas logramos liberamos de algo, volvemos a caer en otras opresiones y ligaduras. Por ejemplo: contraemos enormes deudas, quedamos enredados en injustas redes comerciales, somos oprimidos por fuerzas militares muy superiores. Hoy podemos agregar una nueva manera de opresión: la tecnología, siempre cambiante y creciente.
La libertad material es un valor que se pierde tan rápido como se gana, por el simple hecho de que la libertad de uno invariablemente limita la libertad de otro. Un sistema de opresión se basa en la práctica del “privilegio”, es decir, algunos pocos pueden tener toda la libertad material, pero ello será a costa de otros que la pierden sirviendo a los primeros. El oro vale lo que vale por ser muy escaso. Asimismo, este elemento se convierte, por así decirlo, en el símbolo del privilegio de esos muy pocos. Este deseo de poseer oro, o valores equivalentes, viene porque nos da poder. Este poder de unos sobre otros es por el oro, con él podemos obtener ejércitos, armas y, en definitiva, todo aquello que permite someter a los demás.
En las sociedades actuales más civilizadas, se habla de compartir el poder para el bien de la población toda; es allí donde surge esta idea de la democracia, que se define como la forma de gobierno por y para el pueblo. Así, teóricamente, todos limitamos un poco nuestra libertad para que todos la tengan. Esto se convierte en una utopía cuando de los seis mil millones de humanos, solo el diez por ciento de ellos poseen todos los recursos existentes en el planeta, mientras que los demás se quedan con apenas lo necesario para supervivencia diaria, si es que la tienen. Para mantener esta situación injusta están las armas opresoras, la propaganda, el endeudamiento, la manipulación de la información y la corrupción en todas sus formas.
Esta situación actual genera tremendos odios por todas las injusticias a las que se ve sometida la gran mayoría. Esos odios se expresan en violencia de todo tipo, perturban el mundo y hacen que la palabra “paz” sea solo un sueño inalcanzable. Hasta oímos a los terroristas hablar de la paz, dicen que se logrará una vez que se quiebre la opresión de los poderosos actuales. Pero la cruel paradoja es que cuando cae un poderoso, nace otro que ocupa su lugar para quedarse con todos los recursos mundiales. Una sábana corta es imposible de colocar apropiadamente en una cama; de la misma manera, un mundo con recursos limitados no tiene solución. El problema se agrava ya que el avance de la tecnología está exigiendo cada vez más recursos y los procesos necesarios para mantener este ritmo demencial, crean caos y contaminación. Si seguimos con este ritmo, los científicos predicen horrorosas calamidades que diezmarán la población mundial. Algunos ilusos creen que tratando los efluentes de nuestras industrias se solucionará el problema. Pero la verdad es algo más desagradable, eso es solo una pequeña parte del problema. El segundo principio de la termodinámica nos enseña que todo proceso genera “entropía”, se entiende la entropía como una medida del desorden generado en un proceso en particular. Es este desorden lo que desencadenará el caos y todos los males apocalípticos pronosticados por la ciencia. El tratamiento de los efluentes también genera “entropía”, por ser un proceso, lo que significa que seguimos creando más desorden. Esto se suma a lo ya generado. Las posibles soluciones que veo para esta situación serían:
  1. Implementar controles de natalidad responsables para disminuir las tasas de población mundial. (Bajar esos 6.000.000.000 de personas con un control natalidad severo.)
  2. Volver a la sencillez de vida, cuando se siente algo de frío en invierno y algo de calor en verano, para bajar el consumo de energía a lo mínimo indispensable.
  3. Disminuir los traslados de la gente, que contaminan terriblemente el medio ambiente y consumen enormes cantidades de energía.
  4. Optimizar la alimentación humana evitando el derroche actual, y mejorar, mediante la solidaridad y el sentido común, la distribución de la comida a todo el mundo para que todos se nutran adecuadamente.
Asimismo, el corolario de estas medidas hará que seamos más saludables y menos enfermizos. Pero me pregunto: ¿Hay alguien dispuesto a hacer esto ahora? ¿Lo permitirán los poderosos? Hoy vemos que los países que deciden no están dispuestos a perder sus posiciones de poder, es esta ceguera la que nos llevará a que el agua nos llegue hasta el cuello, recién entonces vendrá la desesperación por tomar las medidas pertinentes. Pero será muy tarde para evitar el desastre.
Al paso que vamos, el tema de la charla “libertad como algo lograble” parece tomar una dirección totalmente contraria. Sin duda alguna, el corregir el mundo no está en nuestras manos, pero sí podemos corregirnos a nosotros mismos. El mundo material seguirá su camino, pero la inercia ya acumulada es enorme y no la detendrá ningún muro, por contundente que sea. Una soga gruesa y poderosa está constituida por miles de filamentos, lo que la hace capaz de soporta cualquier tirón por fuerte que sea. Pero si vamos cortando los filamentos que la forman uno a uno, algo muy posible de hacer, veremos cómo esa soga se irá debilitando hasta casi perder toda su tenacidad inicial. Cada uno de nosotros es un filamento, si cada uno de nosotros comienza a vivir una vida pura y simple veremos que las complicaciones de todos los días irán disminuyendo paulatinamente, como también nuestro estrés y nuestro disgusto con el mundo. Esa forma de vida nos llevará por el camino de lo saludable y noble. Swami Vivekananda enseñó: “Todo es contagioso, tanto lo malo como lo bueno”. Nuestra vida pacífica irá creando adeptos y será apreciada por muchos, que querrán hacer lo mismo. Alguno podrá argüir, “esto es muy infantil e imposible”; sin embargo, les cuento cómo una simple canción, como “Imagine” de John Lennon, impactó en la sociedad y se la denominó la canción del siglo. ¿A cuántos esa canción expandió su conciencia? Así, respondo con el coro de la canción:

Puedes decir que soy un soñador,
                                   Pero no soy el único.
Espero que algún día te nos unas
                                   Y así el mundo será como Uno.

Esto es justamente a lo que quería llegar, “expandir la conciencia”. Es justamente esta palabra, “Conciencia”, la que me permite salir de la animalidad y además, me eleva sobre la materialidad, para entrar así a un universo de ideas y de conceptos. Es justamente en este universo de ideas donde intentamos encontrar el sentido de este mundo material en el que vive nuestro cuerpo. Pero la “Conciencia” no queda circunscripta al mundo de las ideas, va más allá y mucho más allá… Ella es la esencia de nuestra existencia, de nuestro conocimiento y de nuestra dicha. Ella es la libertad misma, ya que no hay condicionamiento alguno. Ella, pues, es esencialmente, el Uno sin segundo. La libertad misma.                   

2-Más allá del cielo azul

Así entramos en el mundo espiritual, más allá del cielo azul. Podríamos preguntarnos, ¿existe la espiritualidad? Con una mano en el corazón les respondo: ¿Dónde reside el amor que da la vida? ¿Dónde, en qué plano, está el que deja todo por un ideal? ¿Dónde mora el que trabaja desinteresadamente por los demás? ¿Dónde habita el que ama a Dios por sobre todas las cosas? ¿Dónde reside el que nada necesita para vivir y puede responder a toda pegunta por complicada que sea? Sabemos que esa gente existe, y de ello tenemos ejemplos sobrados en todas las religiones, filosofías y en todos los mártires de miles de causas. Ahí lo tienen: “el mundo del espíritu”.
En la morada del espíritu encontramos la Verdad, el Amor, la Libertad, la Pureza, y todas las virtudes sublimadas hasta sus máximos esplendores. El espíritu no está regido por la causalidad, en el espíritu no hay espacio que lo restrinja, ni tampoco tiempo que ponga término su existencia. Es la libertad perfecta.
Una vez que comenzamos a hablar del espíritu, las palabras comienzan fallar, porque nuestro hablar está circunscripto a la cajita de causalidad, espacio y tiempo. ¿Hay alguna realidad que esté en esa cajita, en donde vemos, oímos, sentimos, gustamos y olemos? No, y sí. Algo confuso, ¿no? Se trata más bien de la sobreimposición de una idea sobre otra, una idea falsa se sobre-impuso a otra que es verdadera. Daremos un ejemplo, observamos algo largo y cilíndrico, de inmediato nuestro sistema de seguridad mental estalla: ¡Peligro! ¡Peligro! Seguidamente, nuestro sistema de reconocimiento mental hace un rápido recorrido de lo que ve y reconoce: ¡Serpiente! ¡Serpiente! Ahora la mente nos inyecta adrenalina para que podamos actuar de inmediato y dar un salto atrás. Al mismo tiempo, un temor navega libremente por nuestra mente, y eso hace que por un momento olvidemos del resto del mundo. Ahora, el tiempo transcurre y el objeto se ha mantenido inmóvil, así comenzamos a sospechar de nuestra primera percepción. Una onda de duda comienza a reemplazar a la onda de temor en nuestra mente, ¿Será o no será? Ahora exigimos a nuestros órganos sensorios una percepción más clara de lo que habíamos observado antes, este segundo intento nos provee con nueva información y con ella nos damos cuenta del error inicial, no hay serpiente, solo se trata de una soga. De inmediato una onda de alivio fluye por nuestra mente y la adrenalina está perdiendo todo su efecto, entonces el corazón vuelve a latir normalmente y la respiración vuelve a su ritmo normal. Ya repuestos, decimos con humor: “¡Oh, nunca hubo una serpiente!, todo fue un error”. Clarificado el error, la percepción de la serpiente cesó por completo, y para siempre. Ahora solo podemos ver la soga, ya nos es imposible volver a ver una serpiente. Debemos aclarar, la serpiente: ¡nunca existió!
Los sabios nos enseñan que una vez que salimos de la cajita de causalidad, espacio y tiempo (la visión de la serpiente), no hay vuelta posible…Nos fuimos: ¡más allá del cielo azul!         

3-Abre, abre tu mente

¿Es posible salir de esta caja de causalidad, espacio y tiempo? Respondo con las palabras de Sri Ramakrishna: “Cuando un hombre obtiene el verdadero gñana o conocimiento no percibe a Dios como un ser lejano. No lo siente como 'aquello', sino como 'esto', 'aquí adentro', vale decir, lo percibe dentro de su propia alma. Dios está en todos. Quienquiera lo busque, lo hallará dentro de su propia alma”.
Los sabios nos enseñan que para lograr ese verdadero conocimiento hay que liberar nuestra mente de todas sus miserias, prejuicios y estupidez. Pues, justamente, son estas cosas la que nos mantienen en su cajita de causalidad, espacio y tiempo.
Hay un famoso libro que se llama Flatland (Mundo plano) por Edwin Abbott Abbott, que fue director de colegio y teólogo, él escribió este famoso libro en 1838. Recomiendo su lectura por ser muy educativo, nos abre la mente. El libro cuenta sobre un mundo plano y describe hábilmente una forma de vida o civilización que se limita a dos dimensiones. El argumento del libro presenta un personaje que ve de una manera algo mágica la tercera dimensión, esta visión del personaje hace que quiera compartir esta nueva verdad con su sociedad. Esto le trae conflictos con todas las autoridades de ese mundo bidimensional, ya sean estas religiosas o científicas, pues esta nueva visión desnuda la limitación de los conocimientos de esos habitantes del mundo plano. Los prejuicios de esa sociedad conducen al personaje a ser llevado ante una corte, donde es juzgado maliciosamente por sus herejías y errores. Lo interesante del libro es ver cómo se desnudan la cerrazón y la ceguera de los religiosos y de los académicos, que no quieren enfrentarse a esa nueva verdad de la tercera dimensión. Algo similar es lo que se vivió cuando se plateó el novedoso sistema heliocéntrico a un mundo emperrado por las autoridades eclesiásticas a defender el modelo geocéntrico. Esta sátira revela cuán propensos somos a cerrarnos a las nuevas ideas, y la molestia que sentimos cuando se perturba la comodidad de nuestra cosmovisión de todos los días. Sin embargo, el advenimiento una verdad superior siempre quiebra nuestra comprensión en las verdades en las que fuimos educados; eso hace que nos sublevemos en contra de esas nuevas ideas y las ataquemos con virulencia. Así, nos convertimos en defensores de todo lo viejo, que aceptamos como verdades incuestionables.
De modo que si queremos crecer en pensamiento debemos estar siempre dispuestos a oír con humildad las nuevas verdades que se nos presentan. Swami Vivekananda nos aclara que al ir creciendo en conocimiento no se va de mentira a verdad, sino de algo que es menos verdad a algo que es más verdad. Los habitantes del mundo plano no estaban equivocados deliberadamente, aceptaban la mejor verdad que su situación les permitía entender. Al introducir la tercera dimensión al mundo plano, su entendimiento quedó incompleto, se les apareció de golpe un mundo tridimensional, una verdad muy superior.
Esto nos sucedió incontables veces en la historia de la humanidad, los norteamericanos le dan el nombre de “break through”, en español sería algo como “abrirse paso”. Por ejemplo, tenemos el paso de la astronomía de Ptolomeo (geocéntrica) a la astronomía de Copérnico (heliocéntrica) o el caso de la Mecánica Newtoniana a la Mecánica Cuántica y Relativista. La revolución que causó Darwin con su teoría de la evolución es otro caso clásico. Lo asombroso es que aún hoy en día, se prohíbe enseñar esta teoría en cuatro estados de EE.UU. ¡Cuánta cerrazón tuvieron que soportar todos estos descubridores de verdades más completas o superiores!
Por eso, si queremos tener la libertad completa para poder salir de nuestra cajita de causalidad, espacio y tiempo:Abre, abre tu mente.”              


4- Y déjala crecer sin fin

Dice Sri Ramakrishna: “Dios es inmanente en todas las criaturas; Él está aún en la hormiga. La diferencia está en la manifestación”.
Esta inmanencia de Dios no es muy aceptada aquí, en el Occidente, porque la trascendencia de Dios está muy encarnada en las religiones semíticas: judaísmo, cristianismo y el islamismo.  Principalmente, porque para esas tradiciones (ellos) Dios es la “causa eficiente” de la creación. Es decir, Él creó el universo de la nada.
Para mundo oriental, Dios es la “causa eficiente” y la “causa material” del universo, ellos dan la famosa semejanza de la araña, que “decide” (causa eficiente) hacer su tela y que proyecta su tela de sí misma (causa material). Como causa material Dios está necesariamente presente en su creación, pues todo es Él. Es el Dios inmanente.
Del Vedanta sale el siguiente Mahavakya: “Prajñānam Brahma: Conciencia es Brahman”. De nuevo nos topamos con esta palabra “conciencia” solo que ahora nos está diciendo que hasta una hormiga tiene esa conciencia, para los occidentales esta es una píldora difícil de tragar. Pero en el Oriente es una Verdad incuestionable mantenida por miles de años y que sigue sin ser perturbada a través de los siglos, para ser confirmada una y otra vez por sus sabios, generación tras generación.
Antes dije que la conciencia es lo que me saca de la animalidad, ahora, si debo aceptar que hasta una araña tiene conciencia, parece contradecir lo dicho antes. Pero no es así, pues ahora pasa a ser una cuestión de “grado”, porque esa conciencia se va manifestando más o menos a través de los seres. Si no aparece algún ser superior, los humanos somos los que más podemos manifestar esa conciencia. Es justamente por esto que puedo ampliar mi función animal de comer, dormir y procrear. Por otro lado, mi libertad crece al irse manifestando más y más esa conciencia en mí. Esto se logra a través de la introspección, cuando entro en un estado en el que puedo observar mi propia mente. Este análisis interior me permite observar los prejuicios, debilidades y miserias de mi mente. Al conocerlas, tengo oportunidad de poder superarlas, y al hacerlo, voy expandiendo la conciencia. De esta forma, la mente se va expandiendo más y más a límites insospechados. Como bien lo aclaró Swami Vivekananda: “La expansión es vida, la contracción es muerte”.
Practiquemos esta introspección o meditación: “para crecer sin fin”.   

5- Libre, libre siempre

Aquello que está afuera de nuestra cajita de causalidad, espacio y tiempo, es lo Absoluto y la libertad misma. De nuevo recurrimos a Sri Ramakrishna: “Lo Absoluto es como el aire que lleva los olores, sean buenos o malos, pero jamás es contaminado por ellos”.
La verdadera libertad no es afectada por las cosas que suceden, es consciente de ello y sabe que todo pasa, tanto lo bueno como lo malo. Una mente expandida no puede ser afectada por algo perentorio, pues poco es el valor que da a todo aquello que cambia con el tiempo. Hay un dicho cubano que me parece muy apropiado: “Lo que sucede, conviene”, da una visión positiva de como evolucion las cosas. Aquí no hay un fatalismo que pregona que inevitablemente las cosas deben ocurrir de una determinada manera, sino que enseña a tener una buena actitud aceptando las cosas como ocurren, aprendiendo de todas ellas. Si uno vive de esta manera logrará el “contentamiento”, que es estar conforme con lo que nos acontece, esta actitud nos reconcilia con la vida, pues en cada paso dado vamos aprendiendo una lección en el arte de vivir.
Nuestro universo tiene un sentido, y eso ya está establecido por la ciencia, siempre la entropía debe aumentar. Cuando pasamos una película al revés nos hace mucha gracia porque vemos cosas de ocurrencia imposible. Por ejemplo, que el agua derramada de un balde vuelva para atrás y llene el balde de nuevo. Nuestro universo va del orden al desorden. El reconocer este hecho nos hará comprender que ir en contra del sentido establecido, es como nadar en un río caudaloso en contra de la corriente, eso no nos llevará a ninguna parte y solo malgastará todas nuestras fuerzas. Entender y aceptar nuestra situación es aprenden a ir a la deriva en la “Corriente Divina”, que nos lleva irremediablemente a nuestro destino final: la liberación.
El pequeño yo que tanto cuidamos, esta aferrado a nuestras tendencias innatas ancestrales y son éstas las que nos confunden, no permitiendo oír la voz interna de la conciencia, que nos susurra al oído el camino correcto a seguir. La introspección y la meditación son los medios que nos ayudan a escuchar más claro esa voz del alma o el Yo, con mayúscula. Con ella empezamos a visualizar la dirección de esa “Corriente Divina”, y seguirla es “crecer en espíritu y en verdad”, como diría nuestro buen Jesús.
Ahora podemos incorporar otro Mahavakya: “Ayam ātmā Brahma” "Este Ser (Atman) es Brahman" (Mandukya Upanishad 1.2 del Atharva Veda)
También la podemos presentar en una forma muy matemática: “Atma=Brahman”, usando un vocabulario más de acuerdo con nuestras tradiciones occidentales se vuelve: Dios trascendente = Dios inmanente.
Todo es Dios, afuera y dentro de nuestra cajita de causalidad, espacio y tiempo, también lo es nuestra conciencia de que no es otra cosa que Dios mismo, entonces nada nada queda afuera de Dios, pues todo es Dios.
Por lo expresado, este “yo” pequeño que les está hablando esta tarde a ustedes  y ustedes con sus “yoes” pequeños, nos reducimos a ser personajes que moran dentro de mismo un sueño. Presos en nuestra cajita de causalidad, espacio y tiempo.
Las características de un sueño son las siguientes:
  1. Un sueño es algo perentorio, nosotros también lo somos.
  2. El contenido del sueño es algo muy personal, nuestras vidas también lo son.
  3. Un sueño no es registrable por algo afuera del que sueña. Piensen si todos estuviésemos en el mismo sueño, o sea en la misma cajita de causalidad, espacio y tiempo, al cabo de 300 años. ¿Quién queda para contar algo de nosotros? Convengamos que lo que queda en la historia es un pálido reflejo de lo que ocurrió, además siempre va acompañado con las deformaciones, prejuicios, miserias y amores/odios del que lo escribe.
  4. Un sueño requiere un soñador. Si esto es así: ¿Quién nos está soñando?  
  Si encontramos esa “conciencia” que está en todos nosotros ya nada puede limitarnos, por el simple hecho de que salimos del juego, de la cajita de causalidad, espacio y tiempo o de Maya. De modo que quedamos: Libres, libres siempre.  

6-Pues nada me ata aquí

Miro hacia atrás y veo lo que en mi vida ya pasó, su recuerdo empieza lentamente a tomar la sustancialidad o textura de un sueño, tanto más cierto cuanto más tiempo pasó. Aquellas cosas que tanto deseaba y me desvelaban en ese entonces, visto ahora retrospectivamente toman la consistencia de un cuento onírico, es como si el tiempo lo hubiera erosionado. A lo que yo daba mucho valor en ese momento es ahora solamente una sombra de lo que fue, a veces agradable y muchas otras veces doloroso. El balance final que queda cuando lo apreciamos desde una perspectiva espiritual, es una información de experiencias vividas; algunas positivas que expandieron nuestra mente y otras quedarán en el recuerdo como para no repetir, pues fueron pasos dados muy desviados de nuestra meta final.
Esta experiencia espiritual de la vida nos enseña que el apegarse a algo es detenerse en nuestra marcha hacia nuestra meta final. Los sinsabores vividos de las experiencias dolorosas deben ser usados como un repelente para evitar los nuevos apegos que nos acosan a diario. Las prácticas espirituales son las que nos quitan ese apetito de apegarnos a las cosas y previenen a la mente de nuevas aventuras desastrosas. El apego viene del deseo y éstos de nuestras tendencias innatas. Tomar conciencia de nuestros deseos, a través de la introspección, en el momento justo en que pasan a tomar una forma en nuestra mente consciente, nos ayudará a prever las tormentas que se avecinan. Estando así prevenidos, tomaremos los recaudos adecuados y enfrentaremos mejor a los deseos y sus engaños. El discernimiento sobre la vacuidad que hay en las promesas gozosas de los deseos, debilitan la onda de choque con la que golpean nuestra mente.
Hay quienes definen la libertad como: “La posibilidad de realizar todos mis deseos”. Tienen una idea confusa de la libertad, pues esta definición queda muy circunscripta al mundo nuestro de todos los días. Pero si pensamos un poco este tema, veremos que la libertad así definida es una pesada hipoteca sobre la libertad futura. Ya que los deseos satisfechos, o no, quedan siempre en nuestra mente inconsciente, el multiplicarlos es llenar la sustancia de nuestro inconsciente con miles de presiones mentales. Ellas tratarán en todo momento de llegar a la mente consciente de un modo u otro, para impulsarnos en todo tipo de aventuras. Así nuestra mente se llenará de planes, expectativas, y de tendencias que presionan a la mente consciente para convertiremos en un títere de sus locuras. Como ocurre siempre, la gran mayoría de ellos quedan sin cumplimiento y eso nos llena de amarguras y frustraciones. Díganme, ¿Cómo podemos llamar a esto libertad?
Citamos a la Santa Madre, Sri Sarada Devi: “Este mundo es como una rueda. Ese es, en verdad, el último nacimiento cuando uno se libra completamente de todos los deseos”
La salida de esto es la de sintonizar nuestra mente con la Mente Universal mediante la meditación perfecta o el amor perfecto. Dicho en lenguaje “Bhakti o devocional”, hacer que nuestra voluntad sea una con la Voluntad de Dios. De este modo mis deseos serán Sus deseos, esto conlleva la ventaja adicional de que Sus deseos siempre se cumplen. Volvemos así, otra vez, a la palabra “contentamiento” o al dicho cubano: “lo que sucede, conviene”.
¿Qué frustración podemos tener si todo lo que deseamos se cumple?  Volviendo a la definición previa de libertad: La posibilidad de realizar todos mis deseos. Ahora, por todo lo explicado, esto toma un sentido totalmente diferente.       

7-Ama, ama a todo

Enseña Sri Ramakrishna: “El conocimiento puro y el amor puro son uno y lo mismo”. También: “Aunque el conocimiento de Advaita es el más elevado, sin embargo, en nuestra devoción, primero debemos proceder con la idea de adorador y lo adorado, y luego alcanzaremos fácilmente el conocimiento”.
El mundo del pensamiento es muy árido, el aceptar una filosofía es una cuestión de convencimiento interno. Pero el vivir de acuerdo con ella es otra cosa totalmente diferente. Muy pocos lo pueden hacer; aceptando que el “yo” es ilusorio, son muy escasos aquellos que pueden vivir en el mundo negando existencia de su “yo”. Pues si alguien me pincha con una aguja con seguridad gritaré, entonces ¿adónde se va mi negación de la realidad del mundo material?
Es por eso que Sri Ramakrishna nos aconseja seguir el camino de Bhakti o de la devoción. Tener un “Ideal” al que puedo identificar y amar es algo bien concreto. Mientras nuestras impurezas estén tenazmente adheridas a nuestra mente, necesitamos alguien o algo en que apoyarnos y pedir socorro en nuestros momentos oscuros y malos. Una filosofía abstracta no nos puede ayudar mucho en esos momentos, por lo que nos sentiremos muy solos y abandonados.
Amar, como aprendí años atrás, “es una decisión”, luego con su práctica le va acompañando un sentimiento profundo, que va endulzando ese amor. También aprendí de Swami Vijoyanandaji que: “Amar es darse”. Si amamos a nuestro Ideal, allí debe haber una entrega total de sí mismo. La entrega incondicional nos lleva al estado de “contentamiento”. Eso nos pone de nuevo frente a la actitud positiva de: “Lo que sucede, conviene”.
A medida que amamos, iremos adquiriendo las características del verdadero amor enseñado por Swami Vivekananda:
  1. En el amor no hay temor.
  2. El amor no regatea.
  3. El amor es por el amor mismo.            
Cerremos los ojos, imaginemos a San Francisco amando la naturaleza es su famoso poema: Hermano sol y hermana luna… El verso nos da a entender que formamos parte de la naturaleza, somos, por decirlo, solo una célula de un ser muy superior, Dios. La actitud correcta es “amar a todo” pues todos juntos formamos el mismo Ser.
El que daña la naturaleza se convierte en una célula maligna, un cáncer. Una célula cancerosa es una célula nuestra que se degenera y que ya no nos  reconoce como el ser que la formó, es por eso que ella propone un esquema egoísta de sobrevivir a costa de todas las otras células sanas. En su ceguera llega, a la larga, a matar al mismo ser que la generó. En ese momento firma su sentencia de muerte, ella misma tendrá que morir también, pues nadie la sostendrá. (¿Interpreté correctamente este párrafo? Tuve que cambiar el número –plural/singular – de varias palabras)
Esto es un claro ejemplo que explica: Ama, ama a todo…   

8-Pues, Tú eres Aquello

Este es otro Mahavakya: “Tat tvam Asi”: Tú eres Aquello. La libertad final dependerá del entendimiento de este aforismo. Si nos conformamos con el pequeño “yo” con sus miserias, no podemos pretender libertad alguna, pues estaremos sometidos a las presiones externas del mundo y revueltos internamente por nuestras presiones internas. Para dar un ejemplo, representamos nuestras presiones, internas y externas con una onda de frecuencia modulada(FM). Esta onda está formada por dos partes:
  1. Onda portadora de alta frecuencia, o longitud de onda baja.
b- Una onda modulante de frecuencia mucho más baja, de longitud de onda    mayor.
La distancia entre dos picos de la onda lo llamamos λ, o longitud de onda.

Al sobreponer estas dos ondas, vemos que la onda portadora es esculpida por la onda modulante. La voz que oímos en la radio la produce la onda portadora y es la que representa nuestras presiones internas. Esta última onda está forzada a obedecer las órdenes de la onda modulante, que la ajusta para dar la onda final o de frecuencia modulada. La onda modulante en ese ejemplo, representa las presiones del mundo externo, nuestro karma (pradadbha) que son las cosas que necesariamente deben suceder en esta vida: el día de nacimiento, nuestra educación, si nos casamos, nuestro trabajo, nuestra muerte, etcétera. Por otra parte, la onda portadora, como dijimos, es la que representa nuestras presiones internas, que manifiesta la actitud que tomamos ante los hechos de la vida: enojos, alegrías, envidias, amores, odios, etcétera.
Así, en la onda modulante están las cosas que debemos enfrentar en nuestra vida, mucho no podemos hacer ahí. En cambio, sobre la onda portadora, o la de las presiones internas, sí podemos actuar efectivamente si desarrollamos un carácter bueno, por medio de prácticas espirituales y meditación. Eso hace que asumamos una actitud positiva en la vida; lo que nos lleva de nuevo a: “lo que sucede conviene”.
Si, por el contrario, nos apegamos a las cosas del mundo, un sinfín de perturbaciones nos irán golpeando de continuo. Podemos decir que el joven mundano, en su ingenuidad, cree poder llevarse el mundo por delante; más anciano, el hombre mundano vive con amargura sus últimos años porque el mundo se lo llevó por delante. En este modo de ser: ¿Dónde quedó nuestra libertad?
Al ir asimilando “Tú eres Aquello”, vamos sintonizándonos con una onda de una sola frecuencia, donde no hay onda portadora ni onda moduladora. Esta única frecuencia es el sonido del universo todo y también con todo lo que está más allá del universo.
Para terminar, esa única onda final es la que vibra constantemente y es oída por los yoguis como: “OM”, ella es la libertad perfecta.
Citando al Guita, Capítulo XII-15: “Aquel que no perturba al mundo y a quien el mundo no puede perturbar; que está libre del placer, de la envidia, del miedo y de la ansiedad, es Mi querido”.

¡Vuela libre,
Vuela libre por Fin!

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