jueves, 13 de abril de 2017

SEGUIR APRENDIENDO: Sr. Ricardo Hardoy





CABALLITOS DE MAR

¿Vieron cómo son los caballitos de mar?
Muy chiquititos. Todos duritos. Livianitos. Flotan en el fondo del mar.
Había dos caballitos de mar que eran amigos. Uno se llamaba Tuco y el otro Tico.
Estaban dando una clase en la cátedra de posgrado de Flexibilización Corporal de la Universidad del Fondo del Mar.
Y se pusieron a charlar sobre ballenas perdidas, mientras los alumnos hacían sus ejercicios.
Tuco dice: “Tico ¿vos creés en Agua?”
“¿Agua? ¿Qué es eso?” dice Tico.
Y Tuco le contesta: “Qué se yo... dicen que Agua está en todas partes. Que está presente en todas las cosas y que es el que sostiene a todos los seres vivientes.”
Tico se queda pensando un momento y dice: “Mmmhh... que ridiculez ¿quién te dijo eso?”
“No, el otro día escuché a un tipo que hablaba sobre Agua y Agua y Agua. Agua de acá, Agua de allá. No sé. El tipo era medio raro. Parece que son de un grupo de filosofía Vedanta.” dice Tuco.
“Aaah, seguro que es alguna secta de esas que te lava el cerebro y después te saca plata.”
“Seguro” dice el otro.

Hay mucha gente que no cree en Dios. Dicen que solo creen en lo que pueden ver y tocar. Y ¿qué es lo que vemos en el mundo? ¿qué es lo que vemos durante toda la vida?
A ver:
Vivimos una vidita de 5 minutos. Estamos acá por un rato y después nos vamos peor que como llegamos. Y los últimos momentos son... de terror.
Después ¡Pafate! Se acabó la función. Nadie aplaude... bueno, tus herederos... a lo mejor... un poquito... y te quedas solo, como decía un amigo, te quedás solo como camello tuerto en una noche de tormenta. 
Y después de un rato de nuevo sube el telón, no reconocés el escenario, andás medio boliado, paseas un rato, todo muy lindo y en cuanto te empezás a entusiasmar te suben de nuevo a la calesita de este mundo para dar la vuelta número 45.314.

Ya sabemos como sigue todo esto. Nueve meses respirando líquido. Nacemos. Nos ahogamos. Nos dan una pequeña paliza para que podamos respirar... y para que nos vayamos acostumbrando. 
Después tu mamá te acaricia. Después te pone un sobrenombre lindo... Chiche. “¡Pero mirá que lindo el Chiche!”. Después todo anda muy bien hasta que tenés quince años (bueno... todo anda muy bien es una manera de decir porque hasta los quince te agarra sarampión, conjuntivitis, apendicitis, te salen los primeros dientes, después se te caen, después te salen otros, todo el tiempo te crecen los huesos y vos te sentís raro, muy raro, te molesta acá, te duele allá, todos los años te tienen que comprar pilcha nueva porque no parás de crecer, te retorcés de dolor por un montón de cosas distintas, te llevás todo por delante hasta que aprendes a manejar el cuerpo, te cortás te golpeas te accidentas, te indigestás, tus viejos te sacan de prepo de la cama con 2 grados bajo cero para ir a la guardería porque no tienen con quién dejarte mientras ellos van al laburo para ganar 2 mangos con 50 por mes, después en el colegio te enseñan a la fuerza un montón de cosas que nunca, jamás de los jamáses te van a servir para nada, “alumno ¿cómo se llama el cerro más alto de Camboya?”, te haces la rabona, te la pasas con miedo a esto, a aquello, a lo de más allá, te retan, te ponen en penitencia, te enseñan a disimular, a esconder, a mentir, te enamorás, se te despierta esa cosa llamada líbido que te deja como locomotora sin chofer a 200 kilómetros por hora, te dejan plantado, tus viejos te eligen a los amigos, te eligen el dentista, te eligen el futuro, en fin...) decíamos que todo va bien hasta los 15 que es cuando empezás a desobedecerla a tu vieja... Aaaah no... Ahí pasás de “Chiche” a “Sinverguenza, me vas a matar, sos igual a tu padre”. Después, cuando te dan un poco más de rienda te metés en unos líos bárbaros, te vas de casa, te ponés de novio, te casas, tenés tres días de alegría, tenés tres hijos, les hacés lo mismo que te hicieron a vos. Después se te cae el pelo, se te caen los dientes, se te caen los rollos, te empezas a llevar todo por delante porque no ves bien y porque no te dan las gambas, te aparece un bulto en algún lugar del cuerpo. Después viene la quimio, la bronca, la aceptación, bla bla bla bla y después... al final (ojalá fuera el final) se terminó la vuelta, prontito por la salida. ¿Y después? Después tenés 2 minutos de recreo en un patio desconocido, raaaaro,  y cuando suena el timbre ¡Otra vez, de nuevo, a nacer en este lugar maravilloso! ¡Que lindo el mundo! 
Y así sucesivamente, una y otra y otra y otra vez hasta que algún día empezás a preguntarte si todo esto no será una fantasía absurda y empezás a querer entender quién sos en realidad y qué es todo esto. 
Digo yo ¿para qué esperar tanto tiempo? ¿Por qué no ir empezando desde ahora? Porque, aunque no crean en la reencarnación... un botón de muestra, ya lo tenemos ¿no?

En “Ramakrishna Vivekananda Vedanta”, del Swami Pareshananda, primera edición, página 44, podemos leer:

El anciano sabio de los Vedas declara, en el primer verso del Isha Upanishad: “Todo esto, lo que se mueve en este universo móvil, debe ser cubierto con el Señor. Goza con ese espíritu de renunciación. No codicies la riqueza de nadie (pues no hay riqueza más que en el Ser)”.
Swami Vivekananda explicó: “Debemos cubrir todo con el Señor mismo, no por una clase de falso optimismo, no cerrando nuestros ojos al mal, sino realmente viendo a Dios en todo...” (CW.: II.146)

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