viernes, 18 de abril de 2014

LA HORA HA LLEGADO


''La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado" (Juan, XII. 23.) 

Se acerca la hora, dice el Hijo de Dios a los griegos que habían acudido a escucharle, se aproxima el instante de su partida.

Bien sabía El que sin ese sacrificio máximo, sin la ofrenda de su purísimo cuerpo, su misión quedaría inconclusa, su advenimiento incomprendido. Sólo por medio de ese acto le era dable conseguir que los seres humanos, sacudidos por tan terrible golpe, empezaran seriamente a seguirle. A tal punto amamos este cuerpo nuestro, a pesar de sus continuos cambios, que aunque a veces se nos ocurre la idea de que deberíamos tratar sinceramente de lograr nuestro ideal, y aunque en ciertas ocasiones nuestro ideal verdaderamente nos urge a que lo sigamos, nos lo impiden nuestro cuerpo y las muchas comodidades a que se ha acostumbrado.Este potente apego y aferramiento a la existencia física recubre todos nuestros mejores sentimientos, manteniéndolos ocultos e hipnotizados.


Por esta razón el hombre, aunque a ratos comprende muy bien que su único propósito debiera ser el unirse con Dios y su único deber realizar dicho propósito aquí mismo, prefiere alejar de sí esa meta y afirmar que esa unión divina sólo es posible en el cielo. Por eso tuvo Cristo que sacrificar su propio cuerpo para dar el ejemplo. El Hijo de Dios sabía, por anticipado, cómo y cuándo había de llamarle Su Padre, y con toda dulzura dice: 

"De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda; mas si muriese, mucho fruto lleva. El que ama su vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo 
para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, síganme: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará". (Juan, XII.24-26). 

Cristo establece que el único medio de alcanzar la vida eterna es superar esta vida ordinaria que llevamos y luego dejarnos conducir por El a la verdadera vida que siempre es eterna. 

¿Queréis, amigos míos, alcanzar lo Universal? Pues aquí tenéis la respuesta del Mensajero de Dios: renunciad a vuestra limitada individualidad. 

Rev. Sami Vijoyananda
De su libro: "Así habló Jesucristo"


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