sábado, 24 de mayo de 2025

Artículos : CCV : Lic. Cristina Viturro : Las palabras del Maestro

 



Las palabras del Maestro :


Este espacio se llama “Espiritualizando la vida cotidiana”, lo que viene a plantear una meta bastante difícil, aunque perfectamente deseable. Swami Vivekananda dice algo así como que un día sin pensar en Dios es un día perdido, y tiene razón, pero ¡cuántas veces perdemos esto de vista! 

A menudo, las cosas de la vida diaria parecen llevarse a las patadas con la espiritualidad y las palabras de nuestro Maestro nos resultan incomprensibles, inmerecidas, incluso a veces nos suenan crueles. “¿Cómo no me entiende?”, nos preguntamos. “Es imposible que haga esto”, nos defendemos. “No sé si le sigo contando lo que me pasa”, nos alejamos.

Y, sin embargo, a título personal, pienso que detrás de las palabras de mi Maestro, por mucho que se sientan incómodas y por mucho que me resista a ellas, hay una bondad extraordinaria y una intención que excede mi limitado campo de visión. Mi Maestro me guía aunque yo ni sepa que lo está haciendo. 

Saben que yo ando siempre atrás de M. y del Evangelio. Ahí hay una historia que viene muy a cuento. Es en el capítulo 4, del tomo I, “Consejos a los hogareños”. Les recuerdo la situación: son los primeros tiempos de M., un hogareño,  cerca de Sri Ramakrishna, que lo va orientando sobre lo que debe hacer, a quién debe frecuentar (por supuesto, a Narendra y a Rakhal, sus discípulos más íntimos), en fin, lo va asimilando a la sangha.


Tienen diálogos como éste, por ejemplo: 

M: “Sí, señor. Pero ¿me permite preguntarle si uno puede realizar a Dios al mismo tiempo que cumple con sus deberes? ¿Pueden coexistir ‘Rama’ y ‘deseo’? El otro día leí un dístico en el idioma hindi que decía: ‘Donde está Rama, no puede haber deseo; donde hay deseo, no puede estar Rama.’”

MAESTRO: “Todos, sin excepción, realizan algún trabajo. Aun el cantar el nombre y las glorias de Dios, es acción, como lo es la meditación del no-dualista sobre ‘yo soy

Él’. Respirar es también una actividad. No hay manera de renunciar totalmente a la acción, de manera que haz tu trabajo, pero entrega el resultado a Dios.”

M: “Señor, ¿puedo esforzarme para ganar más dinero?”

MAESTRO: “Es permisible hacerlo para mantener una familia piadosa. Puedes tratar de aumentar tus ingresos, pero por medios honestos. La meta de la vida no es ganar dinero, sino servir a Dios. El dinero no es nocivo si lo dedicamos al servicio de Dios.”

M: “¿Hasta cuándo debería un hombre sentirse obligado a cumplir con su deber hacia su esposa e hijos?”

MAESTRO: “Mientras tengan necesidad de alimento y vestido. Pero la responsabilidad con respecto al hijo cesa cuando éste puede bastarse a sí mismo. Cuando los pichones

han aprendido a picotear su propio alimento, la madre los pica si vienen a ella para que les dé de comer.”

Esto es importante porque M. está casado y su obligación familiar se contrapone, a veces, fuertemente, con su práctica devocional. El tema se pone más complicado más adelante: 

“Así conversando, el Maestro se dirigió hacia el extremo este de la galería. M. estaba de pie, a su lado. Sri Ramakrishna había repetido una y otra vez que Dios no puede ser realizado sin discernimiento y renunciación. Esto preocupó profundamente a M. Se había casado y tenía a la sazón veintiocho años; había sido educado en colegios a la manera occidental. Teniendo un hondo sentido del deber se preguntaba: “¿Es que discernimiento y renunciación significan abandonar ‘mujer y oro’?” Estaba realmente perplejo sin saber qué hacer.

M. (al Maestro): “¿Qué debe uno hacer si la esposa le dice: ‘Me estás descuidando. Me suicidaré.’?”

MAESTRO: (en tono serio): “Abandona a tal esposa si demuestra ser un obstáculo en el camino de la vida espiritual. Déjala que se suicide o haga cualquier otra cosa que quiera. La mujer que traba la vida espiritual del esposo es una esposa impía.”

“Inmerso en profundos pensamientos, M. permaneció de pie, apoyado contra la pared. Narendra y los otros discípulos quedaron en silencio unos minutos. El Maestro cambió

algunas palabras con ellos; de pronto dirigiéndose hacia M. murmuró en su oído: “Pero si un hombre tiene amor sincero por Dios, entonces todo queda bajo su control —el rey,

personas perversas y su esposa. Un sincero amor a Dios de parte del esposo, eventualmente ayuda a la esposa a llevar una vida espiritual. Si el esposo es bueno, por la gracia

de Dios la esposa puede también seguir su ejemplo.”

Estas palabras tuvieron sobre la atribulada mente de M. el más reconfortante efecto. Todo el tiempo él había estado pensando: “Déjala que se suicide. ¿Qué puedo hacer?”

Hasta aquí, el texto de M. Bien podemos imaginar su desazón  cuando Sri Ramakrishna le dijo “Dejala que se suicide”. Es nuestra misma desazón cuando nuestro Maestro nos dice algo que se contrapone con lo que quisiéramos oír, que nos plantea una acción que creemos no vamos a poder hacer o nos resistimos a hacerla. Y sin embargo, a menudo, como lo muestra este relato, con el tiempo, hagamos o no lo que el Maestro dice, se va filtrando en nuestra conciencia, en nuestro corazón, la luz de una sabiduría que, en un primer momento, no alcanzamos a ver.




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