CCV-Thakur, Encarnación Divina
Leonor Bakún
Los tiempos que vivimos están teñidos de desintegración, lucha y angustia. Estas notas no aparecen por primera vez en la historia del hombre. Cada vez que el universo circundante cambia, se modifica, lo sólido, lo que creemos sólido, se esfuma, se diluye.
Nosotros nacemos en el medio de la historia. Aparecemos en un mundo con circunstancias temporales, espaciales, históricas. Un mundo en el que están sucediendo cosas que tienen que ver con lo que pasó antes y que seguramente construirán, serán, el fundamento de lo que suceda después.
Pero, a la vez, estamos en el principio de nuestra historia, y así nos insertamos en algo que está transcurriendo, intentando entenderlo, incorporarlo, desde nuestro nuevo y a la vez repetido comienzo.
En ese sentido, uno podría entender por qué el ser humano, a lo largo de la historia formula las mismas preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Qué soy? Y si bien las preguntas son las mismas, las que cambian son las respuestas.
Una de las respuestas que Dios da a los hombres es la Encarnación divina. Dios, a través de los tiempos, encarna para ayudar y conducir al hombre, en los tiempos de necesidad, de oscuridad, en la que está sumergido, a la luz.
Swami Saradananda, en su obra, Lila prasanga, se ocupa de las similitudes entre las vidas de las distintas Encarnaciones. Dice, entre otras cosas, que “a excepción de Ramachandra y el Señor Buda, las vidas terrenales de las Encarnaciones, han tenido al comienzo, sufrimientos, privaciones y pobreza. Escribe: “en los textos sagrados de todas las religiones del mundo se encuentran anotadas las percepciones espirituales sobrenaturales que los padres de aquellas grandes almas, los salvadores de la humanidad, tuvieron con respecto a su nacimiento.” También dice que “todos estos grandes seres tuvieron, con respecto a sus padres, experiencias muy similares.”
Las encarnaciones divinas, en su gran mayoría, nacieron en familias de gran devoción y entrega, pero con grandes tribulaciones sobre todo económicas. Dedicaron su vida a Dios, con total prescindencia de lo demás, y esto, desde su más tierna infancia. Fueron niños dulces, de carácter firme, queridos por todos, pero muy traviesos, y sus padres, a pesar de no ignorar su origen divino, olvidados de ello, padecieron grandes preocupaciones con su cuidado. Por otra parte, el perfil de los padres suele ser similar: piadosos, austeros y de costumbres morales muy firmes.
Ya jóvenes, comenzaron a difundir su mensaje de amor, dejando cada uno de ellos su impronta en la humanidad. Se rodearon de discípulos que continuaron su enseñanza y, en general, dejaron su cuerpo de modo doloroso.
El día que M. conoció a Thakur, al retirarse se preguntó: “¿Quién es ese hombre de aspecto sereno que me arrastra hacia él?” Tal vez sea esa la pregunta más difícil de contestar.
Thakur decía que los medios para realizar a Dios son el éxtasis del amor y la devoción, que uno debe invocar a Dios como la Madre. Brahman y Shakti son idénticos, como el fuego y su poder de quemar. Si aceptamos a uno, debemos aceptar al otro. No es sino Brahman quién es invocado como Madre que resulta así ser todo para Thakur.
Le canta:
“¿Quién existe que pueda comprender lo que es la Madre Kali?
Conociendo el secreto de que Kali es una con el más excelso Brahman,
he descartado, de una vez por todas, tanto la rectitud como el pecado.”
Él dijo: “La Divina Madre me reveló en el templo de Kali, que era Ella quién se había vuelto todo, el universo, los seres vivientes y los 24 principios cósmicos”.
Para Thakur, la Madre es un misterio. Le dice: “Madre, cada uno dice: “Sólo mi reloj es exacto, pero el hecho es que el reloj de ninguno es exacto. ¿Quién puede comprenderte verdaderamente? Pero si uno te reza con un corazón anhelante, puede alcanzarte por medio de tu gracia, por cualquier sendero.” Esto era algo que experimenta en carne propia. Su plegaria es: “No sé lo que son estas cosas. Desconozco los mantras y las escrituras. Enséñame Madre, cómo alcanzarte. ¿Quién sino Tú puede ayudarme? ¿No eres Tú mi único refugio y guía?” Y la Madre lo hace y aparecen las personas que lo ayudan y enseñan en las diversas prácticas que realiza.
Thakur es una Encarnación divina, Él es Kali, hablar de la Madre es hablar de Él mismo. Como dice Padre Swami Pareshanandaji en su poema:
Ramakrishna eres Tú Kali,
la energía infinita omnipotente,
bondadosa, creadora, omnipresente.
La divina Conciencia
en mi interior..
Sri Ramakrishna decía que si uno unta sus manos en el aceite de la devoción, la exudación lechosa y pegajosa de la fruta del mundo no le va a afectar. Al buscar refugio en Dios, la vida se hace más fácil de transitar y adquiere sentido y propósito. La práctica de la devoción no es una garantía contra los sufrimientos de la vida. Es el sostén de la vida porque el devoto sabe que su conciencia y su existencia están dentro del Ser y el poder divinos. Para quien Dios es todo ¿dónde más que en Dios buscará alivio y socorro cuando se encuentra angustiado y desorientado?
Uno sabe que sólo no lo va a lograr. Se presenta ante Dios tal como es, con sus miserias, sus cosas chiquitas, sus dolores grandes, sus necesidades, su todo y lo pone a sus pies. Es eso, refugiarse en Él, poner todo a sus pies y confiar.
Thakur enseña que para llevar una vida espiritual debemos tomar conciencia de nuestra divinidad, la que hay que desplegar. Sus palabras son instrucciones para ese despliegue. Hay temas sobre los que vuelve una y otra vez: El rol de los hogareños, la gracia divina y el esfuerzo personal, la relación guru-discípulo, los senderos del yoga, la Madre, lo divino y su realización.
Sus parábolas, sus sentencias, sus máximas refieren a lo cotidiano y lo transforman porque lo tiñe de espiritualidad. De ese modo el aspirante comienza a entender la intención de su vida en este mundo terrenal, en eso radica el aprendizaje, en cambiar su perspectiva.
Aceptar que cada uno es responsable de diseñar un infierno o un cielo en su vida fue la enseñanza viva de Thakur. La vida se vuelve diferente cuando se toma conciencia de que no estamos separados de las demás expresiones de la vida, de que todos los seres, las distintas manifestaciones del ser somos parte de un todo.
Enseñó que las diferencias no nos convierten en adversarios. Que el respeto y la apertura logran que se comparta el universo en vez de disputarlo. En Proverbios 27:1 leemos “Como el agua refleja un rostro, un corazón responde a otro”. Creo que ese es el mensaje de Thakur al aspirante espiritual. Que se dé cuenta de que es un ser espiritual, y que viva la vida como lo que ya es, un ser divino. Que despierte a la conciencia, a Dios. Y estoy absolutamente convencida de que su mensaje llega y cala hondo porque proviene del amor.
JT, JM
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