viernes, 27 de diciembre de 2024

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : SWAMIJI

 




CCV – Swamiji

Leonor Bakún

Como dije alguna vez, Swamiji es un ser de difícil abordaje, sobre todo por su amplitud de saber, sus distintas actividades y su apasionamiento. Pero si de algo estoy segura, es que es imposible hablar de Él sin ver primero la relación tan especial que tuvo con su Gurú.

Como escribió Swami Vijoyananda: “A pesar del gran cariño y respeto que sentía por el Maestro, Naren tardó bastante tiempo en aceptar a Sri Ramakrishna como su guía y maestro espiritual. Su brillante intelecto y poder de discernir no le permitía tampoco aceptar todo lo que decía Sri Ramakrishna. Lo que él no podía considerar como razonable, quería rechazarlo diciendo: “Esto no puede ser”. Al Maestro le agradaba esta naturaleza de Naren. Lo que otros consideraban como altanería y testarudez, para el Maestro era la expresión de su hombría y fe en sí mismo.”

Sri Ramakrishna comprendió y amó a Narendra a causa de todas esas luchas que él bien comprendía porque también había tenido que pasar por terribles cataclismos, similares en su origen e intensidad. Vio que el intelecto de Naren, por causa de su profundo anhelo por la verdad, siempre dudaría pero que lograría trascender las limitaciones y se convertiría en un gigante espiritual y, con infinito amor y paciencia, lo guió e instruyó. 

Narendra comentó a sus hermanos discípulos: “Su incondicional fe y amor por mí me tienen atado para siempre. Sólo Él sabía cómo querer y me quería de veras; en el mundo, los demás sólo hacen el gesto de querer para satisfacer algún fin personal.”

Naren pensaba que un hombre no podía ser Gurú porque un hombre débil y de escasa visión no podía ser el guía infalible que reclama la obediencia implícita del discípulo. Ahora veía que la existencia de un hombre así era posible y que su ayuda e influencia eran de un valor inestimable.  A través del contacto con el Maestro, su fe en el ascetismo y la renunciación se afianzó. Analizó exhaustivamente las realizaciones del Maestro y de su sistema de vida y al ver que su consejo y ayuda satisfacían su modo de pensar, Naren los aceptó y se entregó a la tarea de realizar a Dios bajo su guía. 





Los grandes seres espirituales hacen de sus vidas un ejemplo. Sus vidas, sus acciones son tan importantes como sus palabras. No dicen qué hacer, lo muestran en su propia vida. Por eso, es tan valioso conocer el testimonio, las reminiscencias de quiénes los acompañan en su tránsito por estos lares. Es en los detalles donde se conoce a una persona, dónde se ve si realmente es amoroso por naturaleza, si lo que dice que practica, realmente lo practica.

Vale recordar a modo de ejemplo como probó Swamiji a Thakur en tantas y tantas cosas. Lo que ocurrió cuando pusieron dinero escondido debajo de su almohada y Thakur no pudo descansar. Hasta el último momento Swamiji puso a prueba al Maestro, precisamente en los detalles, y hasta el último momento el Maestro le mostró quién era.

En su relación con el Maestro pasó, gradualmente, de la oposición y rebelión iniciales a una entrega total. La respuesta de Sri Ramakrishna lo asombró y marcó un cambio fundamental, en la vida de Narendra. Al principio todas fueron dudas acerca del Maestro, pero a medida que pasaba el tiempo, Narendra observó que Sri Ramakrishna era la representación viva de las verdades que enseñaba.

Sister Devamata cuenta lo siguiente:

“El Dr. Nundjen Rao era un notable médico de Madrás. Un día, había ido a Adyar para hacer una visita y cuando llegó encontró a alguien ordenando el lugar. Iba apilando las cosas que había que quemar. Entre ellas estaba la fotografía de un sadhu. El Dr Rao se inclinó y la levantó diciendo: “es la fotografía de un santo, no debería usted arrojarla sobre el piso.” El hombre respondió: “Nadie sabe quién es y nosotros tenemos que poner orden aquí.” “Entonces, se lo ruego, deme esa fotografía.” dijo el Dr. Rao. Se la llevó a su casa, le hizo poner marco y la colgó entre otras fotografías de santos.

“Cuando Swami Vivekananda llegó a Madrás, el Dr. Rao lo invitó a almorzar a su casa. En ese tiempo nadie sabía quién era el Gurú de Swami Vivekananda. Cada vez que alguien se lo preguntaba, él respondía: “Lo represento tan mal. No soy digno de hablar de Él.”  El día del almuerzo cuando Swami Vivekananda llegó, fue conducido a la habitación donde estaban los cuadros de los santos. Mientras esperaba, comenzó a mirar las fotografías. Su rostro se transfiguró y gruesas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Los que estaban con él le preguntaron asombrados que tenía ese cuadro que lo conmovía así y él, con gran emoción en su voz, exclamó: “Es mi Gurú, Sri Ramakrishna “

En Madrás, el Swami ganó numerosos seguidores: la gente venía de todas partes para escucharle. Paulatinamente el Swami revelaba su alma y su dulce personalidad. Todo ello cautivaba sus corazones en la misma medida que sus ideas y conceptos cautivaban su intelecto.

Vyasa Rao describe así al Swami de aquellos días: “Un joven graduado en la Universidad de Calcuta, con la cabeza rapada, de apariencia atractiva, cubierto con el hábito ocre de la renunciación, que hablaba con toda fluidez en inglés y en sánscrito, con una agudeza poco común en la réplica, que se expresaba  a toda voz y con toda naturalidad  como si se hallara a tono con el espíritu del universo y al mismo tiempo como un peregrino sobre la faz de la tierra. Este joven era sólido y fornido, pleno de encendida sabiduría y con un desdeñoso desprecio por todo lo que fuera considerado como milagroso. Uno que gozaba de la buena mesa y aun así, ponía énfasis en la renunciación con una intensidad y una sinceridad que exigían de por sí el mayor respeto.”

Y agregó: “Cuando el mundo descubrió a Vivekananda, descubrió simultáneamente, a los ocho años de su desaparición física, a Ramakrishna Paramahansa. La gente lo comprendió a través de su discípulo. Sri Ramakrishna era aceptado sin la menor vacilación por las palabras  de un joven Sannyasin que a su vez casi no conocían.”

Swami Vivekananda dijo que si Dios le habló a un hombre en el desierto, hace más de dos mil años, también puede hablarnos hoy, de otra manera. Y exhortó: “Vayan hacia Dios, sea por el camino que sea, sólo vayan pero en el camino no derriben a nadie.”

La Santa Madre dijo después de haber tenido una visión del cuerpo del Maestro fundiéndose en las aguas del Ganges que Swami Vivekananda se convertiría en el portador del mensaje de Ramakrishna al mundo entero.

El Swami consideraba a la Santa Madre como la Divinidad misma. Una vez dijo en Belur Math: “La Madre bajo el disfraz de Saraswati es todo paz, pero interiormente es la destructora del poder del mal.”

Para Swami Vivekananda no había duda. Si la Santa Madre le pedía algo así debía hacerse y, sólo se decidió a ir al Parlamento de las Religiones, cuando tuvo la bendición de la Santa Madre.




A menudo al llegar a la puerta de la casa de la Madre, se sentía sobrecargado de tan intensa emoción,  que no podía dar un paso.  Entonces  la Madre misma lo tomaba de la mano y lo conducía  adentro.

Aquel día en que, dejando el báculo del peregrino y renunciando a la soledad de bosques y montañas se convierte en un líder de hombres, Swami Vivekananda sabe que es a costa de su propia vida pero, ¿Podía acaso dejar de trabajar por otros mientras un solo ser estuviera sufriendo? En una carta a un discípulo escribe: "¡Despierten almas nobles! El mundo se consume en el sufrimiento ¿y ustedes pueden dormir?" En otra carta dice: “Que cada uno de nosotros ruegue día y noche por los millones de desposeídos. ¿Quién sufre por los mlllones de seres sumergidos para siempre en la pobreza y la ignorancia? ¿Dónde está la salida? ¿Quién se preocupa por ellos? ¡Quién les llevará la luz? ¿Quién irá de puerta en puerta brindándoles conocimientos? Sean esos seres humanos nuestro Dios. Pensemos en ellos. Trabajemos para ellos. Roguemos por ellos incesantemente. El Señor nos mostrará el camino.”

En cierta ocasión el Swami preguntó a un predicador de la Sociedad de protección a las vacas cuál  era el propósito de su asociación. El predicador contestó que su objetivo es salvar a la Madre como vaca, únicarnente.

El Swami preguntó: - “Cuando miles y miles de sus propios hermanos están muriendo víctimas de esta espantosa harnbruna ¿Usted no considera su deber ayudarles dándoles algo de comer?

El Predicador dijo que no, que esa hambruna había aparecido como resultado del karma de los pobladores, por sus propios pecados, que eso era simplemente un asunto de tal karma tal fruto. Nuestros Shastras dicen que la vaca es nuestra madre. Divertido el Swami respondió: “Oh sí, esa vaca es nuestra madre, puedo comprenderlo muy bien. De otra manera ¿Quién otro hubiera podido dar  nacimiento a hijos tan talentosos?”

El predicador pidió al Swami una contribución. A esto el Swami dijo: “Soy un sannyasin. Si me dan dinero, lo emplearé en el servicio del hombre. Trataré de salvar hombres primero dándoles alimento, educación y religión. Si queda algo, daré una parte de ese remanente a su sociedad.”

Cuando el predicador se retiró, el Swami exclamó: “Dios mío ¿pueden considerarse hombres los que no tienen corazón para condolerse de sus semejantes?' Mientras hablaba, se estremecía de angustia y desesperación.

Swami Vivekananda consideró el trabajo y el servicio a la humanidad como aptos para alcanzar la misma meta. Se supone que la 'purificación del corazón' quema el egoísmo. Adoración es lo opuesto de utilitarismo; y servir y dar es también lo opuesto. Es así como él santificaba el acto de ayudar al prójimo.

Dijo a un discípulo suyo: “Digan: “Levántate, despierta, no sueñes más. Levántate y manifiesta la divinidad que llevas dentro tuyo.”



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