lunes, 23 de diciembre de 2024

Artículos : CCV : Profesora Leonor Bakún : SANTA MADRE

 





Santa Madre

Leonor Bakún

Sri Sarada Devi es un refugio para el afligido. Uno sabe que ella está atrás, cuidándonos realmente. Es una gran tranquilidad.

En la historia de M, su personaje es casi inexistente. Después de la partida de Thakur “al cuarto de al lado” recién vemos a Sri Sarada Devi como la Madre Universal, si bien grandes devotos de Thakur, al principio no la reconocieron. La rescataron los jóvenes Swamis de la orden naciente. Luego asumió su importante papel en este mundo con el reconocimiento de todos. Se dedicó a sus hijos-discípulos con los cuales no hizo distinciones. Sus enseñanzas, invaluables, son simples y concretas.

Swami Pareshananda en Ramakrishna Vivekananda Vedanta dice: ”Ella demostró que es posible para todos manifestar la Divinidad en y a través de las actividades diarias. Los detalles de su vida abren para nosotros la puerta de infinitas posibilidades, que ahora están ocultas en nuestro interior.”

Swami Gauriswarananda cuenta en sus Reminiscencias que en el año 1914 era estudiante y frecuentemente visitaba a dos sobrinos de Sri Ramakrishna que vivían en Kamarpukur. Dice: “Un día les pedí que me llevaran a conocer a la Santa Madre. Ellos fijaron como fecha el sábado siguiente porque los sábados teníamos la tarde libre en la escuela.

En mi camino a Jairambati, pensaba que vería a la Madre sentada en un trono ricamente adornado, rodeada de doncellas que la abanicaban. Pero al entrar a la casa fue tremendo mi desencanto, pues solamente había un pequeño cuarto hecho de adobe con techo de paja. El piso no tenía ni siquiera una capa de cemento.

Para colmo encontré a la Madre inclinada juntando la basura del piso con una escoba. Al vernos la Madre dijo, “Esperen hijos míos hasta que haya barrido el piso y me lave las manos” y continuó: “Esta escoba limpia el mundo entero, pero cuando uno la toca tiene que lavarse las manos”.

Luego de terminar su trabajo, la Madre se sentó y la saludamos inclinándonos.

Su conducta se ajustaba a las demandas de tiempo, lugar y ambiente y a las necesidades de las personas que acudían a ella para recibir su bendición. 

El día que Sister Devamata fue a saludar a la Santa Madre, se sentó en el suelo mientras Ella se recostaba para descansar, muy cerca de ella. En ese momento entró una sannyasini y comenzó a masajear su cuerpo. Mientras contemplaba la escena se preguntó si sería digna algún día de servirla de esa manera. Apenas había surgido ese pensamiento cuando Ella le indicó que tomara el lugar de la monja. Comenzó a hacerlo pero el piso de mármol se volvía cada vez más duro para sus rodillas poco acostumbradas a esa posición. Nuevamente Ella adivinó su pensamiento y la hizo sentar a su lado. Dice Sister Devamata: “No teníamos un lenguaje común, pero cuando no había un intérprete entre nosotras, Ella hablaba ese más profundo lenguaje sin palabras del corazón y nunca dejamos de comprendernos mutuamente.” 

Prestar atención al otro, reconocerlo, se desprende de su enseñanza. A veces no reparamos en los demás, los damos por sentado y nos olvidamos de poner en práctica lo que nos dicen. A modo de ejemplo va esta pequeña anécdota de un profesor que en un examen preguntó "¿Cuál es el nombre de la persona que limpia la Escuela?” La mayoría entregó el examen, dejando en blanco la respuesta a esa pregunta. Antes de que terminara la hora, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaba para la nota del examen. "Absolutamente", contestó. "En sus vidas van a conocer muchas personas. Todas son importantes y merecen su atención y cuidado.” Y esto es lo que rescato de la figura de la Madre tomando en sus brazos al hijo embarrado.

La Santa Madre enseñó que debemos ver el momento propicio para decirle algo a alguien y que debemos tomar conciencia de nuestros actos.

Refiriéndose a esta característica de la Madre Swami Gñaneswarananda dice: la mayoría de nosotros comprendemos esto pero no tratamos de ponerlo en práctica. Debemos tener en cuenta la mentalidad de la otra persona y actuar en consecuencia. Debemos adecuarnos a las demandas de tiempo, lugar y necesidades de la gente con quien tratamos.

Es como lo que le ocurrió a un sannyasin cuando entró en un bosque frondoso. Allí vio un mono, que en ese día de sol tibio y de  brisa fresca, disfrutaba su comida en lo alto de un árbol. El sannyasin observó el entusiasmo del mono y vio que el animalito miraba con curiosidad a un pez que nadaba en un pequeño estanque que bordeaba el árbol. El mono disfrutaba de su alimento y del sol y pensaba: “pobre pez, ahí todo  mojado, perdiéndose este sol y esta rica fruta.” Entonces, saltó de su árbol, tomó al pez y lo puso al lado de él en la rama más alta del árbol donde le convidó su comida mientras el pez agonizaba. El sannyasin sacudió las ramas del árbol y logró que el pez regresara a su estanque. Mono y pez, cada uno en su universo, disfrutando en su pequeño gran cosmos.

Ustedes saben que la calidad de talla de un diamante es uno de los factores más importantes para su valoración. En la talla tienen fundamental importancia las proporciones, la simetría y posición de las facetas, así como el pulido final. Es difícil, gracias a Swami Pareshanandaji, no asociar a la Santa Madre con una joya. La  imagino como un diamante que tiene tallada en todas sus caras la imagen de ella. Pienso que, en el caso de la Madre, aquello que la talló, la pulió y la hizo brillar como el diamante más preciado fue su relación con Thakur. 




Sri Sarada Devi es la vivencia pura de la enseñanza de Thakur. Él quería que sus discípulos siempre recordaran que pueden vivir en el mundo pero que el mundo no debe vivir en ellos. Daba el ejemplo de un barco que puede mantenerse a flote mientras el agua está afuera, pero que se hundiría si el agua entra en él. Así, la Santa Madre vivió en el mundo y su vida se convirtió en guía y ejemplo para los hogareños. Eligió renunciar a sus derechos de esposa para no perturbar la vida espiritual de Thakur y nunca, aun en los momentos de mayor intensidad y actividad en su vida espiritual, dejó de cumplir con sus obligaciones en el mundo. 




Thakur con su actitud hacia la Madre mostró que todas las mujeres son manifestaciones de la Madre divina. Manifestó la actitud de un niño hacia su madre. Identificó la Madre divina con la energía de Dios, de Brahman como la Madre divina de toda la creación. Por su parte, la Santa Madre mostró con su vida que la maternidad es un principio de integración social. Sri Sarada Devi y Thakur mostraron al mundo, con su vida, un modo de vivir. Un día Sarada Devi estaba masajeando los pies de Thakur y le preguntó como la consideraba. Él dijo: “la Madre que está en el templo, la misma madre que dio a luz este cuerpo y ahora está en el Nahabat, está dando masajes a mis pies en este momento.” Thakur le dice a Golap Ma, quien estuvo, como una sombra, al lado de la Santa Madre hasta el último momento: “Tú sabes muy bien que nosotros somos dos aspectos de lo Único. ¿Qué sabe la gente de nuestra relación?”

Thakur no solo adoró a la Madre sino que se identificó tanto con ella que más de un discípulo lo veía como su madre. Tarak, Swami Shivananda, lo expresó claramente. Este aspecto maternal de Thakur se manifestó completamente en Sri Sarada Devi, la Madre del virtuoso y del malvado, la que acoge en su regazo a todo el que llega a sus pies buscando refugio.



Sri Ramakrishna adoraba a la Madre Kali y tuvo su darshan, su visión, en su aspecto de madre benévola y también en el de destructora. En el puja a Shodasi que realizó Thakur a la Santa Madre se produce la vuelta de tuerca, cuando Él deposita su poder a los pies de Ella y de ese modo la señala como aquella que va a continuar y concretar su enseñanza. Cuando Thakur pasa a otro plano, a la otra habitación, la Orden no existe. Queda un grupo de discípulos desolados por su pérdida, unidos por el amor, llenos de vida por su enseñanza, enseñanza que sienten un deber y un deseo: transmitirla al mundo. Y, si bien esa es la semilla de la que nace la Orden fue la Santa Madre quien los bendijo y rogó por ellos. Fue ella su dínamo espiritual. La Santa Madre es la Orden. El mismo Swamiji decía que sin las bendiciones de Ella no habría logrado nada. Thakur fue ciertamente el motor, el motivo, pero es difícil imaginar la concreción de la Orden sin la Santa Madre.

El germen de la Orden ya estaba presente cuando la Santa Madre le arrancó a Él la promesa de que nunca les faltaría a sus discípulos, un plato de comida y ropa sencilla. También cuando Él le prometió que tendría innumerables hijos. De hecho, si la Madre hubiese priorizado el esposo sobre el Maestro, no sé si  hoy estaríamos aquí reunidos. Creo que el concepto de Sanghajanani, la madre de la Orden, salvadora y sustentadora, la Madre Universal, está ahí presente. A los devotos les dijo, olvidada de sí misma: “Miren, todos ellos (los discípulos de Sri Ramakrishna) son almas grandes. Sus cuerpos son canales para hacer bien al mundo. Cuiden de que estén cómodos y no les falte nada”. Y no hay duda de que la discípula mayor era ella misma.

Para mí, Ella es nuestra guía, es la salvadora, la gran protectora. Mora en cada corazón, como una madre cariñosa y es precisamente esa presencia la que acompaña, la que hace que muchos digamos: No estoy sola, tengo una madre.



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