Aforismos de Patanjali. Swami Prabhavananda
Charla 4/09/24
Pereza mental, dudas, falta de entusiasmo, indolencia, anhelo desmedido por placeres sensorios, desesperación por falta de éxito en la concentración, inestabilidad.
Estas distracciones son un obstáculo para el conocimiento y van acompañadas de aflicciones, desaliento y respiración irregular.
Debe observarse que casi todas las distracciones señaladas se encuentran en la lista de Tamas. La inercia es el gran enemigo. Inspira cobardía, irresolución, autocompasión y dudas absurdas. La inercia nos incita a relajarnos en el cumplimiento de nuestras obligaciones y meternos bajo una tibia frazada.
El cuerpo se resiste a todas las disciplinas desacostumbradas y posiblemente trate de sabotearlas mediante alarmantes e histéricas demostraciones de debilidad.
Esta resistencia es subconsciente y los síntomas que genera son hasta cierto punto auténticos. Por lo que no es bueno tratar combatirlos por la fuerza. En cambio, podemos atacar nuestra inercia a nivel del subconsciente mediante una silenciosa persistencia en el japa.
Nunca estamos demasiado enfermos o débiles para ello.
Y la inercia aflojará su dominio poco a poco, cuando comprenda que nosotros realmente lo hemos tomado en serio.
La religión no es simplemente un estado de euforia; habrá reincidencias, momentos de lucha, aridez y dudas.
Sentimientos conscientes, por más exaltados que estos sean, no son la única prueba de progreso espiritual. Puede que estemos progresando más firmemente en el momento en que nuestras mentes parecen oscuras y embotadas. Por lo tanto, no debemos escuchar nunca las insinuaciones de la indolencia, la cual intentará persuadirnos de que ese embotamiento es un signo de fracaso. El fracaso no existe, mientras continuemos haciendo un esfuerzo.
La calma imperturbable se logra cultivando una actitud amistosa hacia los que son felices, compasiva con los que sufren, de alegría con los virtuosos y de indiferencia hacia los malvados.
Los antiguos yoguis creían que existía un centro espiritual de conciencia llamado 'el loto del corazón' situado entre el abdomen y el tórax, el cual podía ser revelado en profunda meditación. Ellos aseguraban que tenía la forma de un loto y que ese loto brillaba con una luz interior. Aquellos que lo veían quedaban plenos de un extraordinario sentimiento de paz y dicha.
Desde tiempos muy antiguos, los maestros de yoga enfatizaban la importancia de meditar en este loto. “El supremo cielo resplandece en el loto del corazón", dice el Kaivalya Upanishad.
“Los que luchan y tienen aspiración pueden entrar allí. Retírate a la soledad. Siéntate. Controla todos los órganos de los sentidos e inclínate con devoción ante tu maestro. Luego, entra en el loto del corazón y medita allí sobre la presencia de Brahman, el puro, infinito, bienaventurado".
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