CCV – Homenajes, un homenaje
Leonor Bakún
Cuando Marina me propuso que hiciera una reflexión, señaló que era una semana de fechas importantes. Y, ciertamente, es así. Por eso llamé a esto que voy a decir: Homenajes, un homenaje, porque si bien uno pudiera separar los acontecimientos, la shakti, en ese juego permanente que nos propone a veces los junta, a veces los separa. Por orden cronológico, mis festejos comenzaron el 6 de marzo con el cumpleaños de Shivamai. Y antes de extenderme sobre esto seguimos con el Maha Shivaratri y culminamos con el cumpleaños de Sri Ramakrishna.
Pero, no siempre es así, cronológicamente hablando. Voy a comenzar con el cumpleaños de Shivamai. Los recuerdos se amontonan, era una fecha muy especial y ella, generosamente, nos dejaba compartirla. Solíamos ir desde la mañana, comer con ella,
quedarnos. Ella venía y se quedaba de a ratos con nosotros. Era muy agradable y extraño mucho todo eso. Asistía regularmente a la Fundación que dirigía Shivamai y con eso todo estaba bien para mí. Era una época en la que mi hija y yo vivíamos momentos durísimos y uno de los pocos momentos buenos, si no el único, era estar con Shivamai. Y fue ella la que me trajo aquí. Ella fue quien me presentó a Shiva y Ella quién me condujo a los pies de Thakur.
Alguna vez su cumple y el Mahashivaratri se juntaron. Ese día, algunas devotas del Ashrama le regalaron el libro de Swami Paramananda, Un pensamiento para cada día. Y ella, en un programa que se hizo en la Fundación ese día, por el Maha Shivaratri nos leyó lo que decía para el 6 de marzo. Lo busqué, dice entre otras cosas: “El mundo se encuentra en una urgente necesidad del bálsamo curativo de la santidad. Ésta habita en los seres que luchan por lograr la perfección, es decir la perpetua unión con la divinidad.” Y también:
“Mi toque encenderá la esperanza en tu corazón.
Yo residiré en tu alma como paz.
Mi amor te colmará de dicha.
No temas y sigue adelante con fe.
Mi mano es tu infalible guía y salvaguarda.”
No puedo imaginar un texto más adecuado para esa fecha.
Pero también, alguna vez y seguramente más de una, su cumpleaños se juntó con la celebración del aniversario de Sri Ramakrishna, por ejemplo, en el 175 aniversario, en el año 2011.
De Thakur dijo: "Se dice que Sri Ramakrishna es el Kalpataru (árbol otorgador de deseos). Aquel que lo empieza a comprender y a querer comienza a tener mucha paz. Paz y amor. Eso es Él."
Había fechas puntuales en las que se hacían programas en la Fundación. El Maha Shivaratri era una. Es “la gran noche de Shiva” y es la noche más oscura del año, la anterior a la Luna nueva. Respecto a su simbología, hay mucho escrito pero hay coincidencia en que es un día bueno para rezar, sobre todo las mujeres por sus maridos e hijos, porque dicen que Parvati rezó y meditó durante ese día para que no le sucediera nada malo a su marido en la noche sin luna.
Lo que se hacía era cantar el mantra, meditar y desde luego, algunos tenían más idea que otros acerca de lo que sucedía. En mi caso, cantaba el mantra y meditaba, o al menos trataba de meditar, como podía. El ambiente era más especial que otros días, de recogimiento.
Mientras tanto ir al Ashrama, la relación con los Swamis, estar ahí, se iba transformando en algo especial para mí y para mi hija, que si bien no iba, compartía lo que vivía. En realidad, durante mucho tiempo me había negado a ir. Pensaba que en un Monasterio vivían personas religiosas a las que no había que molestar. Y como Shivamai insistía en que yo tenía que ir, no tuve mejor idea que explicarle eso a ella. El resultado fue, que a la semana siguiente estaba en una combi con ella y otros instructores viajando al Ashrama. Eso, el hecho de que me ocupaba de comprar los libros para vender en la Fundación y otros episodios similares, hicieron que empezara a ver mi equivocación. Había asistido a algunos pocos programas y recién empezaba a leer sus textos. Mucho menos conocía los rostros que luego me serían tan queridos. Las primeras veces que fui, mucho no entendía lo que pasaba. Hoy, si algo agradezco, es estar aquí.
Y de cuando era un día festivo, bueno, poco es lo que se puede agregar sobre estos eventos. Eran días especiales, cálidos, donde se abrían, se abren las puertas para los devotos. Hay alegría, música, charlas, oraciones, rezos. Un lujo.
Si bien sabemos que música y alegría eran cosas de las que Thakur gustaba, Sri Ramakrishna es fundamentalmente, a mi juicio, servicio, servicio a Dios en el hombre.
Y teniendo en cuenta esto que acabo de decir voy a contar, para terminar, dos historias que tuvieron como protagonista a Mathur Babu. Una la narra Swami Vijoyananda en Sri Ramakrishna, Dios hombre.
Mathur era el yerno de la Rani Rashmoni, dueña del templo de Dakshineswar, quería mucho a Thakur. Proveía a sus necesidades y en cierta ocasión había preparado, con gran suntuosidad, una peregrinación a los lugares santos de Bengala. Mathur pidió a Thakur que lo acompañara. Le dijo: “Padrecito, sin ti la peregrinación no tiene significado”. Thakur aceptó la invitación.
Baidyanath, lugar asociado con Shiva, fue la primera parada. Allí Thakur vio que muchos padecían hambre porque había fracasado la cosecha. Había cerca de mil personas postradas alrededor del gran templo que pedían comida. Mathur hizo sus cultos en el templo y dio a los sacerdotes una importante donación, pero Thakur le dijo: “Tienes que alimentar a esos hambrientos y también vestirlos; ellos son representaciones de Shiva.” Mathur contestó que no iba a poder hacerlo, que eso era un gasto enorme y que Thakur no tenía idea alguna de lo que estaba pidiéndole. Thakur entonces dijo: “¿Cómo que no puedes? El dinero es de la Madre, tú eres tan sólo su administrador. Si no cumples, puedes irte. Me quedo con ellos.” Y se sentó con las personas que pedían comida. Mathur se dio cuenta de que la peregrinación terminaría si no hacía lo que Thakur le pedía y dio orden a sus empleados para que cumplieran su pedido.
Cuando Mathur arregló todo para alimentar a esos hambrientos, complacido Thakur dijo: “Ahora nos podemos ir a otros lugares.”
La otra historia la narra Swami Turiyananda, quien cuenta que un día Mathur Babu regresó a Jan Bazar en su lujoso coche, trayendo a Sri Ramakrishna con él. Cuando el carruaje llegó a Chitpore Road, el Maestro tuvo una maravillosa visión. Sintió que se había convertido en Sita, y que Ravana lo estaba secuestrando. Tomado por esta idea, entró en samadhi. Justo entonces los caballos se soltaron de sus riendas y tropezaron y cayeron. Mathur Babu no podía entender, lo que había causado este percance. Cuando Sri Ramakrishna regresó a la conciencia normal, Mathur le contó sobre el accidente con los caballos. Sri Ramakrishna dijo entonces, que mientras estaba en éxtasis percibió, que Ravana lo estaba secuestrando, y que Jatayu (el gran pájaro, que había intentado rescatar a Sita) estaba atacando el carro de Ravana y tratando de destruirlo. Después de escuchar esta historia, Mathur Babu dijo: “¡Padre, qué difícil es incluso ir contigo por la calle!”
Varias veces le oí decir a Shivamai que una de las cosas más difíciles de la vida espiritual es ser un buen discípulo.
Y sí, es difícil. La espiritualidad tiene sus condiciones. Swami Vivekananda lo dice de todos los modos posibles, sobre todo no especular.
Y seguramente se me escapa más de una condición en esta búsqueda de la espiritualidad, y esta oportunidad que nos dan Padre Swami y Swami Purnabodhananda de poder asistir a estos programas permite que uno preste atención a cosas que tal vez no registraba antes. Por eso, agradezco su esfuerzo y esta posibilidad que nos brindan día a día.
Jay Thakur, Jay Ma
- Profesora Leonor Bakún
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