martes, 2 de enero de 2024

Artículos: CCV : Profesora Leonor Bakún : Kalpataru

 


Kalpataru

Leonor Bakún

El primero de enero de 1886 fue un día especial. Thakur ya estaba enfermo y sus discípulos lo habían trasladado a Kashipur, con la esperanza de que ahí, más cómodo, se repusiera. 

Sus devotos habían ido a saludarlo y Thakur salió a su encuentro. El relato de este acontecimiento figura en el Lila Prasanga, la biografía de Sri Ramakrishna escrita por Swami Saradananda. No hay referencia alguna de este suceso en el Kathamrita, el Evangelio de Sri Ramakrishna, escrito por M. Sin embargo, todo parece indicar que M estaba presente cuando sucedió. M le relató a Swami Nityatmananda, quien escribió la biografía de M, en ocasión de una visita posterior a la partida de Thakur: “M estaba de pie, en el cruce del sendero, cuando su estado pareció cambiar. Su espíritu estaba absorto, su mirada perdida. Un momento después, él dijo: “En este lugar, ¡Qué acontecimiento importante se ha producido! Un día, Thakur parecía estar mucho mejor. Él bajó y caminó hasta aquí. Era la tarde del primero de enero, día de asueto. Guirish y muchos otros devotos habían venido desde Calcuta y acompañaban a Thakur. Cuando él se detuvo, vinieron, uno después de otro, a prosternarse ante él y tocar sus pies. Thakur dijo entonces: “Sean iluminados”. Y, desde el momento en que los devotos tocaban sus pies, el loto de su corazón se abría y veían a la divinidad de su elección. Estaban transportados de alegría. Algunos corrieron a avisar a otros que no estaban ahí y ellos también alcanzaron ese estado.” M mismo estaba allí, trastornado y, antes de dejar definitivamente el jardín, volvió allí y se prosternó una y otra vez. M no volverá más a Kashipur.

Sri Krishna ha declarado: “Quienquiera que busque realizarme en cualquier manera que sea, yo lo capacito para realizarme de esa manera.” En el caso de los discípulos directos parece casi natural que no estuvieran presentes cuando ocurrió todo. Aprovecharon la ausencia del Maestro para servirlo, para limpiar y acomodar Su habitación. Ellos ya habían realizado su anhelo por la realización de Dios, por la eterna felicidad y sabiduría. Sus vidas, pensamientos y obras estaban dedicadas a Dios. 

El problema para nosotros surge cuando no sabemos cuál es nuestro anhelo, por eso uno debería identificar primero cuál es su deseo. Pensamos que el Universo es una realidad de la cual dependemos para satisfacer nuestras necesidades, nuestra felicidad y nuestra existencia. Estos deseos naturales son la fuente de nuestro sufrimiento y nos traen innumerables nacimientos y muertes acompañados de toda clase de sucesos desdichados. Lo cierto es que pensamos en el Universo a través de la mente. El Universo existe en nosotros, la mente es aquello que piensa, siente y quiere, pero no puede haber pensamiento, sentimiento o voluntad sin un objeto correspondiente. Es el sentimiento de necesidad lo que impulsa al hombre a trabajar con el propósito de satisfacerlo. ¿Cuál es nuestro anhelo espiritual? Sería bueno prestar atención a nuestros deseos. El deseo es un motor que nos pone en acción y la acción genera frutos que, por lo general, no hubiéramos querido recoger.

Todas las luchas y perturbaciones de este mundo que cada alma humana debe soportar son fabricadas por ella misma y está destinada a vencerlas tan pronto como quiera arrojarlas de sí misma, cuando ya no sienta agrado en jugar con sus apariencias creadas por ella misma.

Sri Krishna dijo que Él cuidaba y proveía de lo que necesitaban a aquellos que lo adoraban y meditaban en Él exclusivamente. En el día del Kalpataru, Sri Ramakrishna nos enseñó con su gesto que Dios desciende al nivel de sus devotos, se pone a su par. Dios se vuelve con forma a raíz del intenso amor de sus devotos que son como niños que ofrecen su amor con devoción. Thakur, el árbol que concede los deseos, conmovido por la devoción otorgó el cumplimiento de los anhelos espirituales de los que estaban allí presentes.

Creo que no hace falta remarcarlo, todos sabemos que estamos siempre cobijados bajo sus ramas. Y la maravilla de este cobijo es que ocurre en cualquier parte. El árbol del Kalpataru tiene su raíz en nuestro corazón y sus ramas cubren todo nuestro territorio. Su gracia, esa brisa que siempre sopla, corre a través de sus hojas. Que seamos sabios en el desear!!!


Jay Thakur!!! Jay Ma!!!


 



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