domingo, 21 de mayo de 2023

Artículos : CCV : La historia del maestro zen, (Traducción : Lic Cristina Viturro)

 




La historia del maestro zen

Vuelvo a la conferencia que cité la vez pasada, de Pravrajika Divyanandaprana, porque incluye un relato muy interesante sobre la importancia de tener una mente entrenada, una mente en foco. Ella habla de los pensamientos, pero sobre ellos aclara lo siguiente:

“Hay una base, un sustrato para lo que llamamos atención. Y es la mente humana: la atención es una propiedad de la mente. Si esta base no está trabajada, no está entrenada, no seremos capaces de mantener la atención por mucho tiempo.

La que voy a contar, dice Pravrajika, es una historia que realmente pasó. 

Los maestros zen tenían muchos estudiantes. Muchas veces, para enseñar concentración los instruían en artes marciales porque para ellas, uno necesita cierta dosis de concentración. Así que este maestro zen les enseñaba arquería, para entrenarlos. Uno de sus estudiantes, un monje joven, estaba muy orgulloso de sus habilidades como arquero: podía tirar una flecha a un árbol y cuando la flecha estaba clavada, dispararle otra que partía en dos a la primera. El joven monje estaba muy orgulloso de su destreza y muchas veces juntaba a sus compañeros para hacer demostraciones, jactándose de que podía hacerlo igual que el maestro zen.  

Pero cuando el maestro se enteró de esto, pensó que había que darle una lección. “Esta es una destreza menor -pensó- con práctica, uno puede lograrlo pero… hay tanto más por alcanzar. Le voy a mostrar en qué consiste la verdadera habilidad.” 

Así que un día, llevó a todos los estudiantes a una caminata por la montaña y llegaron a una barranca, en cuyo fondo corría un arroyo. Para cruzar al otro lado de la barranca se usaba el tronco de un árbol caído sobre el tajo, que llegaba al otro lado. Era una situación peligrosa y precaria porque para ir al otro lado del barranco, había que cruzar por el árbol. 

El maestro zen trepó ágilmente al tronco y llegó al medio. El arroyo corría en el fondo del profundo barranco: si caía, se mataba. Así que todos los estudiantes lo miraban con asombro y un poco de temor. Él llegó al medio del tronco, se paró firmemente, tensó el arco y disparó una flecha a un árbol que estaba del otro lado. Y luego otra, que partió la primera flecha al medio. Después cruzó tranquilamente al otro lado. 

Todos sus estudiantes lo estaban mirando. Incluso el joven monje que tan orgulloso estaba de su habilidad de arquero. Entonces el maestro les dijo: “¡Vamos! Ahora les toca a ustedes.”

Ahora el monje estaba muerto de miedo. Pensaba: “Qué pasa si me caigo, si pierdo el equilibrio, es tan peligroso, no puedo hacerlo”

Pero como no quería quedar mal delante de sus compañeros, tan orgulloso que estaba de su destreza, se las arregló para subir al tronco y, como pudo, llegar a pararse en el medio. Pero entonces, estaba muerto de miedo, en shock por el pánico que sentía, a tal punto que no pudo tirar bien. Disparó una flecha, pero salió para cualquier lado. Y entonces se tuvo que sentar y empezó a llorar con desesperación y a pedirle al maestro: “Por favor, ¡sálveme! Tengo tanto miedo que no puedo hacer lo que me pide. ¡Por favor, sálveme!”

Y entonces el maestro fue, lo tomó de la mano y lo sacó de ahí. Y entonces le dijo (en chino, tibetano o japonés, no lo sé, acá interpreto lo que dice Pravrajika)  algo que para mí, debe haber sonado así: “Mirá pibe, la habilidad sola no es suficiente. La mente debe estar en calma. La mente no debe tener negatividad. Si tu mente está en estado de equilibrio, podés dominar la atención para hacer cualquier cosa. Pero si la mente, la plataforma de la atención está intranquila, inquieta, no podés hacer nada.”

Y acá, sigue Pravrajika o el monje, lo mismo da, diciendo esto: “Las situaciones de la vida, son así: muchas veces uno, como un gimnasta, tiene que hacer equilibrio sobre la barra. Muchas veces uno tiene que enfrentar situaciones que provocan una reacción inmediata, una reacción que puede ser muy negativa, en esos momentos es fundamental mantener un estado mental equilibrado para poder hacer lo que uno tiene que hacer. Por eso, más importante que ejercitar la habilidad es ejercitar la mente, prepararla, porque ella es la plataforma de cualquier habilidad.”











Lic Cristina Viturro

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