“El puente sin igual”
Un puente es el elemento esencial que une lo que de por sí está separado. Cuántas culturas permanecieron aisladas por siglos por estar simplemente cercadas por poderosos ríos infranqueables que impedían su libre paso. Un puente en sí es una entidad civilizadora que une lo que antes estaba dividido. Es así como en Vivekananda encontramos un puente que ha unido lo que era imposible acceder. En primer lugar, es puente entre lo Divino y lo humano, nos tradujo las divinas enseñanzas de Sri Ramakrishna a lo que nos resulta humanamente comprensible, por ejemplo: Servir al hombre es servir a Shiva.
Es también, puente entre lo antiguo y los tiempos modernos con su Neovedanta, que puso a nuestro alcance los antiguos textos de Vedanta, en una modalidad que pueda ser entendida por todos nosotros. Lo que antes era solo un privilegio de unos muy pocos, lo esparció entre los muchos, cómo establece el dicho védico: Para el bienestar de los muchos, para la felicidad de los muchos.
Es un fabuloso puente entre Oriente y Occidente, en donde con mucho esfuerzo y penurias, abrió el camino y creó una tierra fértil para todas las filosofías y yogas orientales. Por otro lado, trajo sus discípulos occidentales a la India, algo impensable para la época, por ser ello un tabú ortodoxo impensable de quebrar.
Fue el puente que devolvió a la India su dignidad de ser, que los animó a ponerse de pie ante lo ignominioso del dominio extranjero. Que en con el tiempo los llevó a su independencia.
¡Oh, puente de Luz! Llévame de la oscuridad de la ignorancia a la realización del Ser.
¡Oh, puente de Amor! Llévame de la mezquindad del egoísmo al servicio y la entrega desinteresada.
¡Oh puente de Dicha! Llévame del dolor que da el apego a la dicha del renunciamiento.
¡Jai Sri Swami Vivekananda!
Profesor José Astigueta
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