VIDA
Y OBRA DE SWAMI VIVEKANANDA
25 - El entrenamiento del discípulo (I)
Es difícil decir cuándo Naren
aceptó realmente a Sri Ramakrishna como su gurú. Hasta el Maestro estaba
preocupado. La relación espiritual se estableció en la primera reunión en
Dakshineswar, cuando había tocado a Naren, conmoviéndolo hasta lo más profundo.
Desde ese momento tenía fe implícita en el discípulo y le tenía un gran amor,
pero animó a Naren en la independencia de su pensamiento. El amor y la fe del
Maestro actuaron como una restricción sobre el joven impetuoso y se convirtieron
en su fuerte escudo contra las tentaciones del mundo. Luego, gradualmente, el
discípulo fue llevado de la duda a la certeza y de la angustia de la mente a la
bienaventuranza del Espíritu. Esto, sin embargo, no fue de fácil consecución.
Sri Ramakrishna, como perfecto
maestro que era, nunca estableció disciplinas idénticas para discípulos de
diversos temperamentos. No insistió en que Narendra siguiera estrictamente
reglas sobre la comida, ni le pidió que creyera en la realidad de los dioses y
las diosas de la mitología hindú. No era necesario que la mente filosófica de
Narendra atendiera las disciplinas del culto tradicional. Pero mantuvo un ojo
estricto en las prácticas de Naren en discriminación, desapego, autocontrol y
meditación regular.
Sri Ramakrishna disfrutaba de los
vehementes argumentos de Naren con los otros devotos con respecto a los dogmas
y los credos de la religión y estaba encantado de oírle romper en pedazos sus
incuestionables creencias. Pero cuando, como sucedía a menudo, Naren se burlaba
del gentil Rakhal por mostrar reverencia a la Madre Divina Kali, el Maestro no
toleraba esos intentos de perturbar la fe del hermano discípulo en las formas
de Dios.
Como miembro del Brahmo Samaj,
Narendra aceptó su doctrina del monoteísmo y el Dios personal. También creía en
la depravación natural del hombre. Las doctrinas del Vedanta no dualista
(Vedanta Advaita) como la divinidad del alma y la unidad de la existencia las
consideraba como una blasfemia; la opinión de que el hombre es uno con Dios le
parecía puro disparate. Cuando el Maestro le advirtió contra la limitación de
la infinitud de Dios y cuando le pidió que orara a Dios para que le revelara su
verdadera naturaleza, Narendra sonrió.
Un día se estaba burlando del
no-dualismo de Sri Ramakrishna ante un amigo y dijo: “¿Qué puede ser más
absurdo que decir que esta jarra es Dios, esta copa es Dios, y que nosotros
también somos Dios?”. Ambos rieron a carcajadas. En ese momento apareció el
Maestro. Al conocer la causa de su diversión, gentilmente tocó a Naren y se
sumergió en un profundo samadhi. El toque produjo un efecto mágico, y
Narendra entró en un nuevo reino de conciencia. Vio todo el universo impregnado
por el Espíritu Divino y regresó a su casa aturdido. Mientras comía, sintió la
presencia de Brahman en todo: en la comida y también en sí mismo. Mientras
caminaba en la calle, vio los carruajes, los caballos, la multitud y a sí mismo
como si estuvieran hechos de misma sustancia. Después de unos días, la
intensidad de la visión disminuyó hasta cierto punto, pero aún podía ver el
mundo solo como un sueño. Mientras paseaba por un parque público de Calcuta,
golpeó la cabeza contra la barandilla de hierro, varias veces, para ver si era
real o una mera ilusión de la mente. De este modo vislumbró el no dualismo, la
realización completa vendría más tarde, en el jardín de Cossipore.
Sri Ramakrishna siempre se
complacía cuando sus discípulos ponían a prueba sus declaraciones o sus comportamientos
antes de aceptar sus enseñanzas. Él decía: “Pruébame como los cambistas
prueban sus monedas. No debes creerme sin ponerme a prueba a fondo”. Sus
discípulos le oían decir a menudo que su sistema nervioso había sufrido cambios
como resultado de sus experiencias espirituales, y que no podía soportar el
toque de cualquier metal, como el oro o la plata. Un día, durante su ausencia
en Calcuta, Narendra escondió una moneda debajo de la cama de Ramakrishna. Cuando regresó, el Maestro se sentó en la
cama; en el momento sufrió un sobresalto de dolor, como si lo hubiera picado un
insecto. Se examinó el colchón y se encontró la moneda escondida.
Naren, por otro lado, a menudo
era probado por el Maestro. Un día, cuando entró en la habitación de Sri
Ramakrishna, fue completamente ignorado por él. No pronunció una palabra de
saludo. Una semana más tarde, Naren regresó y se encontró con la misma
indiferencia, y durante la tercera y cuarta visitas no vio evidencia alguna de
descongelamiento en la actitud gélida del Maestro. Al final de un mes, Sri
Ramakrishna le dijo a Naren: “No he intercambiado ni una sola palabra
contigo durante todo este tiempo y aun así vienes”. El discípulo respondió:
“Vengo a Dakshineswar porque lo amo y quiero verlo. No vengo aquí para
escuchar sus palabras”. El Maestro se llenó de alegría. Abrazando al
discípulo, dijo: “Solo te estaba probando. Quería ver si te alejabas debido
a mi indiferencia exterior. Solo un hombre de tu fuerza interior podría
soportar tal indiferencia de mi parte. Cualquier otro me hubiera dejado hace
mucho tiempo”.
En una ocasión, Sri Ramakrishna
le propuso transferirle muchos de los poderes espirituales que había adquirido
como resultado de sus disciplinas ascéticas y visiones de Dios. Naren no tenía
ninguna duda sobre la posesión de tales poderes por parte del Maestro. Preguntó
si lo ayudarían a realizar a Dios. Sri Ramakrishna respondió negativamente,
pero agregó que lo ayudarían en su trabajo futuro como maestro espiritual. “Déjeme
realizar a Dios primero, ─dijo Naren─,
y luego tal vez sepa si quiero o no los poderes sobrenaturales. Si los acepto
ahora, puedo olvidar a Dios, hacer un uso egoísta de ellos, y así fracasar”.
Sri Ramakrishna estaba muy complacido de ver la resuelta devoción de su
principal discípulo.
Con la introducción en la India
de la educación inglesa a mediados del siglo XIX, como hemos visto, la ciencia,
la historia y la filosofía occidentales se estudiaban en colegios y
universidades indias. Los jóvenes hindúes educados, seducidos por el encanto de
ese tipo de educación, comenzaron a moldear su pensamiento de acuerdo con esta
nueva luz, y Narendra no pudo escapar a su influencia. Desarrolló un gran
respeto por el método científico analítico y sometió muchas de las visiones
espirituales del Maestro a tal escrutinio. Los poetas ingleses despertaron sus
sentimientos, especialmente Wordsworth y Shelley, y tomó un curso de medicina
occidental para comprender el funcionamiento del sistema nervioso,
particularmente el cerebro y médula espinal, para descubrir los secretos de los
trances de Sri Ramakrishna.
Narendra no pudo menos que
reconocer la serena felicidad en la que Sri Ramakrishna estaba siempre bañado.
Le rogó al Maestro que le enseñara a meditar, y la respuesta de Sri Ramakrishna
fue para él una fuente de consuelo y fuerza. El Maestro dijo: “Dios escucha
nuestra oración sincera. Puedo jurar que puedes ver a Dios y hablar con Él tan
intensamente como me ves y hablas conmigo. Puedes escuchar Sus palabras y
sentir Su toque”. Además, el Maestro
declaró: “No puedes creer en formas divinas, pero si crees en una Realidad
Última, que es el Regulador del universo, puedes orarle así: ─Oh
Dios, no te conozco. Ten misericordia de revelar para mí Tu verdadera
naturaleza. "Ciertamente te escuchará si tu oración es sincera".
El hecho era que Narendra no
podía, en el fondo de su corazón, no creer en Dios. Él recordó las visiones
espirituales de su propia niñez y muchas otras que había experimentado en
compañía del Maestro. Interiormente anhelaba comprender a Dios y Sus caminos. Y
un día obtuvo este entendimiento. Sucedió en la siguiente manera:
Había estado fuera desde la
mañana bajo una lluvia torrencial en busca de empleo, después de no haber
tenido ni comida ni descanso durante todo el día. Era de noche; se sentó en el
porche de una casa al borde de la carretera, agotado. Estaba aturdido. Los
pensamientos comenzaron a revolotear ante su mente, que no podía controlar. De
repente tuvo una extraña visión, que duró casi toda la noche. Sintió que velo
tras velo era quitado de delante de su alma y comprendió la reconciliación de
la justicia de Dios con su misericordia. Llegó a conocer - pero nunca dijo cómo
- que la miseria podría existir en la Creación de un Dios compasivo sin
menoscabar su poder soberano ni tocar el Yo real del hombre. Entendió el
significado de todo esto y quedó en paz. Justo antes del amanecer, refrescados
su cuerpo y su alma, regresó a su casa.
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