miércoles, 17 de marzo de 2021

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Swami Yogananda

(Parte del contenido de este artículo fue publicado en el año 2012)


En la época en que Sri Ramakrishna atraía a los devotos tanto jóvenes como mayores hacia el templo jardín de Dakshineswar, un joven adolescente que pertenecía a una familia vecina, solía visitar el jardín de Rani Rasmani. Había leído sobre Sri Ramakrishna en las publicaciones del Brahmo Samaj, pero sus prejuicios campesinos y su aristocracia se interponían para que se acercara personalmente. 

Cierto día tuvo el deseo de tener una flor mientras un hombre pasaba por ahí. El muchacho lo tomó por el jardinero y le pidió que le arrancara la flor para él. El hombre lo hizo. Pocos días después el joven vio a numerosas personas sentadas en una habitación frente al “jardinero”, escuchando su conversación. Pensó si sería el Ramakrishna de quien Keshab había escrito tan elocuentemente. El muchacho se acercó y se paró fuera de la habitación. En ese momento el Maestro pidió a alguien que hiciera entrar a todos los que estaban afuera. El hombre encontró solamente a un muchacho, lo hizo entrar y le ofreció un asiento. Cuando terminó la conversación y todos se fueron, el Maestro se le acercó y con mucho cariño le hizo algunas preguntas. El muchacho de llamaba Yoguindra Nath Chandhurey. El Maestro se puso muy contento al saber que era hijo de Nabin Chandra Chandhurey, un antiguo compañero suyo. Los Chandhureys habían sido en una época muy aristocráticos y prósperos, pero los padres de Yogin se habían empobrecido. Su padre era un brahmín muy ortodoxo que organizaba festivales religiosos. Sri Ramakrishna había asistido algunas veces a esos festivales y era conocido de la familia.

Yogin nació en 1861. Desde la niñez era de temperamento contemplativo. A veces, cuando jugaba con sus compañeros, se volvía pensativo, dejaba de jugar y miraba al cielo. Sentía que no pertenecía  a esta tierra, que había venido de algún lugar en algún otro plano de existencia y que quienes estaban cerca de él no eran realmente sus parientes ni amigos. Era de hábitos simples y jamás deseó ningún lujo. Por naturaleza era reservado y taciturno. Después de haber sido revestido con el cordón sagrado pasaba mucho tiempo en meditación y adoración y, de vez en cuando, quedaba profundamente absorto. Yogin tenía inclinaciones espirituales desde la infancia. 

Conoció a Sri Ramakrishna cuando tenía alrededor de 16 ó 17 años, mientras estudiaba. En esa época estaba preparando su examen de ingreso. Sri Ramakrishna le aconsejó que lo visitara de vez en cuando. Yogin quedó encantado con la cordialidad y calidez con que fue recibido y comenzó a ir con tanta frecuencia como le era posible. Él fue uno de los seis discípulos a quienes Sri Ramakrishna consideraba  como Ishvarakoti, una manifestación especial de la divinidad o alma siempre perfecta. 

Yogin pensó que le era inútil continuar sus estudios, ya que no tenía ambiciones mundanas. Únicamente para ayudar a sus padres, que pasaban por circunstancias difíciles, fue a Kanpur a buscar trabajo. Trató durante varios meses pero no consiguió ningún empleo. Entonces dedicó sus horas libres a la meditación y a las prácticas espirituales. Hablaba lo menos posible. Su comportamiento y movimientos eran extraños. El tío con quien vivía en Kanpur tuvo miedo de que perdiera el control de su mente, por lo que escribió a sus padres, contándoles todo y sugiriéndoles que el matrimonio era el único remedio para crear en él el interés por las cosas del mundo. Yogin era demasiado dócil como para resistir el deseo de sus padres, principalmente el de su madre y, a pesar de sí mismo, consintió en casarse. Equivocadamente, sus padres pensaron que el casamiento cambiaría su mente. Pero el efecto fue justo al revés. El hecho de que viera frustrada su vida de celibato pesó tanto sobre su mente que se sintió miserable. Se volvió taciturno y cavilaba día y noche sobre su error. Ni siquiera quería ir a ver al Maestro, quien tenía grandes expectativas acerca de su futuro espiritual y sufriría una penosa desilusión al enterarse de que había echado a perder toda su esperanza.

Pero las palabras de Sri Ramakrishna le quitaron ese tremendo peso. “¿Qué daño puede hacerte el haberte casado? El matrimonio nunca será un obstáculo en tu vida espiritual. Cientos de matrimonios no podrán interferir jamás tu progreso espiritual si Dios es benigno contigo. Trae a tu esposa aquí algún día. En lugar de ser un obstáculo ella será una gran ayuda para ti.”

Yogin creció espiritualmente bajo el sutil cuidado del Maestro. Posteriormente cuando Sri Ramakrishna se enfermó y estaba en Cossipore para su tratamiento médico, fue uno de los discípulos que trabajaron día y noche para atender a las necesidades y el bienestar de su bienamado Maestro. El gran esfuerzo que hizo puso en evidencia que su salud no era demasiado fuerte, pero igual realizó la tarea. Pronto se hizo evidente que ningún esfuerzo por parte de los discípulos podía detener el avance de la enfermedad del Maestro. Se perdieron las esperanzas. Un día lo llamó a Yoguin y le pidió que le leyera una parte del almanaque bengalí, día por día. Cuando llegó a una cierta fecha y la leyó, el Maestro le dijo que se detuviera allí. En esa fecha el Maestro falleció.

El Mahasamadhi de Sri Ramakrishna los sumergió a todos en una profunda tristeza. Para recobrarse del golpe la Santa Madre fue a Vrindaban con Yogin, Kali, Latú, Gopal-Ma, Lakshmi devi y Nikunja devi (la esposa de ‘M’). 

Yogin fue iniciado por la Santa Madre cuando estaban en Vrindaban. Ella recibió un mandato  de Thakur  para que lo iniciara. Yogin-Ma lo relata así en sus reminiscencias.

Un día el Maestro se apareció a la Madre y dijo: “Inicia a Yogin con este mantra." La madre pensó que era un engaño de su mente y no hizo nada. Al segundo día se repitió la visión, y tampoco la Madre le prestó atención. Al tercer día cuando tuvo la visión otra vez, le dijo al Maestro: ′′Ni siquiera hablo con él. ¿Cómo puedo iniciarlo?

El Maestro le dijo: ′′Pide a Yogin-Ma que esté contigo en el momento de la iniciación."

La madre le preguntó a Yogin, a través de mí, si ya había recibido la iniciación. Él respondió: ′′ No Madre, el Maestro no me dio ningún Ishta Mantra. Repito un santo nombre de mi propia elección. Al escuchar esto, la Madre lo inició. Ella adoraba una foto del Maestro y la urna que contenía sus reliquias. Envió a llamar a Yoguin y le pidió que se sentara a su lado. Mientras realizaba la adoración, entró en éxtasis y en ese estado le dio la iniciación. Pronunció el Mantra tan fuerte que pude escucharlo en la habitación de al lado.”

A fin de ese año la Madre regresó a Calcuta. Yogin, después de su regreso de la peregrinación, se unió a Baranagar Math y tomó votos monásticos con el nombre de Yogananda.

Dedicó su vida al servicio de Santa Madre. Cuando la madre visitó Kolkata, Swami Yogananda se ocupó del alojamiento de la madre, normalmente en lugares alquilados, y se quedó con ella para cuidarla. Acompañó a la Madre hasta Kamarpukur y se fue a practicar austeridades.

La Sra. Marta Silva recuerda en un artículo publicado en la página del Ashrama de Argentina que Yoguín dijo: "Nosotros nos sentíamos como huérfanos desamparados, (después de la desaparición del Maestro) pero el amor de la Madre se convirtió en nuestra áncora de salvación. Las escrituras mencionan un estado espiritual: tadatmia-bhava, volverse uno con Dios. Hemos leído en el Bhagavata que las gopis, incapaces de soportar la separación de Krishna, pensaban en Él con tanta intensidad que olvidaban sus propias individualidades y cada una se consideraba como si fuera Krishna. Del mismo modo la Madre, olvidando su existencia individual, actuaba exactamente como el Maestro, sintiendo su unidad con Él. Todos estábamos muy sorprendidos al ver el espíritu de Sri Ramakrishna unificado con el de Ella.  Realizamos que el Maestro y la Madre eran uno en esencia".

A mediados del año 1888 la Santa Madre fue a vivir a la casa quinta de Nilambar Babu en Belur. Swami Yogananda regresó para atenderla. Su servicio a la Santa Madre era admirable. Dejó de lado toda comodidad personal para ocuparse del bienestar de ella en quien veía la presencia viva del Maestro. Servirla con toda devoción y cuidado era su religión. Cada vez que la Santa Madre dejaba su casa para dirigirse a otros lugares Swami Yogananda casi siempre la acompañaba.  En noviembre de 1888 estuvo con ella en Puri, donde permanecieron junto con Swami Brahmananda y otros, hasta comienzos del año siguiente. Estuvo con ella en Ghushuri, cerca de Belur en 1890, en la casa de Nilambar Babu en Belur en 1896 y en otra casa alquilada en Bosepara Lane, Calcuta en 1897.

Yoguin practicó austeridades en diferentes lugares hasta que su salud lo obligó a abandonar esas prácticas y a permanecer en Calcuta. Sobre esos días de práctica de austeridades no hay mucho registrado. En algún momento del año 1891 fue a Benares donde vivió en una solitaria casa jardín absorto en prácticas espirituales. Dicen que en ese período escatimaba el tiempo aún para comer. Algún día mendigaba un poco de pan y por los siguientes tres o cuatro días esos pedazos mojados en agua constituían su único alimento. Por esa época hubo un gran motín en Benares, sin embargo él inspiraba tanto respeto a los vecinos que los amotinados de ambos lados no lo perturbaron. La penalidad excesiva que estaba llevando a cabo era demasiado para su constitución física y ésta se deterioró por completo. Nunca recobró su salud. Desde Benares regresó al monasterio de Baranagore. Estaba enfermo pero su rostro sonriente y luminoso desmentía su enfermedad. Era difícil imaginar que estaba enfermo al verlo bromear y divertirse con sus queridos hermanos discípulos.

Cuando la Santa Madre volvió a Calcuta se convirtió nuevamente en su servidor y pasó cerca de un año sirviéndola con devoción. Después vivió principalmente en casa de Balaram Bose, en Calcuta. Por entonces estaba enfermo permanentemente, víctima de malestares intestinales.

Desde 1895 hasta 1897 organizó grandes celebraciones para el cumpleaños de Sri Ramakrishna en Dakshineswar y en 1898 organizó una celebración similar en Belur. El éxito de esas celebraciones, a pesar de las tremendas dificultades, se debía a la gran influencia que Swami Yogananda tenía, especialmente sobre los jóvenes. Asimismo, la capacidad para organizar del Swami se puso en evidencia en la gran recepción brindada a Swami Vivekananda el año 1897, a su regreso de América. Swami Yogananda fue el espíritu que animaba todo por detrás.

Cuando al regresar de Occidente, Swami Vivekananda habló con sus hermanos discípulos sobre su idea de iniciar una organización, Swami Yogananda la objetó aduciendo que Sri Ramakrishna deseaba que dedicaran su tiempo y energía exclusivamente a prácticas espirituales y que Swamiji, por propia iniciativa, se desviaba de las enseñanzas del maestro. Swamiji con mucho sentimiento dijo que él era demasiado insignificante para enmendar las enseñanzas de ese gigante espiritual que era Sri Ramakrishna. Y agregó que si Sri Ramakrishna lo deseaba, podía crear cientos de Vivekanandas de un manojo de tierra, pero que había hecho de él un simple instrumento para llevar a cabo su misión y Swami Vivekananda no tenía otra voluntad que la del Maestro. Su asombrosa fe tuvo el efecto de ganar inmediatamente a Swami Yogananda y cuando Swami Vivekananda fundó la Misión Ramakrishna el 1 de mayo de 1897, hizo a Yogananda su vicepresidente (Swami Brahmananda fue nombrado presidente). 

Debido a su delicada salud, no vivió mucho tiempo. Su salud empeoraba día a día. Fue el primero de los discípulos monásticos en entrar en mahasamadhi. Falleció el 28 de marzo de 1899 a la edad de 38 años. Sarada Devi con dolor expresó: "Nadie me quería como Yoguín. Me atendía constantemente. Ahora ha caído un ladrillo de mi edificio, los otros lo seguirán”. Él la sirvió, amorosamente, hasta el fin de sus días.

Una de sus enseñanzas fue:

“Él es impersonal así como también personal. Dios se divierte y regocija con los devotos y en Su infinita misericordia toma forma humana aceptando, al igual que cualquier otro mortal, los pesares y sufrimientos de la vida. Pero al mismo tiempo, el Avatara, por sus acciones y conducta está muy por encima de todos los hombres. Él es la luz del faro de la misericordia y compasión. Este es un aspecto de Dios. En otro aspecto está mucho más allá de la forma, más allá de la palabra y del pensamiento, más allá de las concepciones del intelecto e impenetrable por la imaginación. Estos dos aspectos son como dos sectores de Su morada.”



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