domingo, 23 de junio de 2019

Artículo: Profesora Ana Maria Menghini (12-6-19): SWAMI VIVEKANANDA






VIDA DE SWAMI VIVEKANANDA
Por sus discípulos de Oriente y Occidente
(Adaptación)
CAPÍTULO I
EL LINAJE


EL ABUELO PATERNO, UN MONJE ERRANTE (II)
¡Alturas y profundidades de la conciencia eterna! ¡La presencia de Dios, la conciencia del alma siempre una con Él! El monje es como un rey; como un león intrépido es el monje errante. Ha abandonado  el mundo como se decía de Rama, el Dios guerrero: "Él se sumergió en el bosque cuando el sol entraba en un cúmulo de nubes". ¿Quién no dejaría las trivialidades del mundo para Eso?
¡Y el romance sublime del alma saliendo como una amante para encontrar a su  Dios! ¡Pasando por muchas naciones y muchos pueblos, viéndolos solo con una visión humana, porque la visión interna está fija en Dios! Vagando por extensos territorios, pero  siempre residiendo en el lugar y la paz del Altísimo. Por lo tanto, ¿cómo puede el monje prestar atención a las cosas físicas?
Algunas veces ha ido más allá de la conciencia mundana, andando  como un niño, inconsciente del cuerpo. Este es el primer estado de bienaventuranza, el estado de Paramahamsa, o Gran Cisne del Alma, quien, aunque reside en las aguas de este mundo, sabe que no lo es; por lo tanto, flota sobre su superficie, dotado con el realmente divino conocimiento de que él es libre. ¿Qué le importan las convenciones?
Son como niños los grandes monjes.  Algunos de ellos usan su cabello tal como crece.  Algunos lo afeitan hasta la coronilla. Otros lo enrollan en grandes masas y nudos. Algunos dejan su barba crecer. Otros la sienten como un estorbo y la afeitan. Algunos se visten con harapos. Otros no hacen ni siquiera eso. Algunos visten largas y sueltas túnicas. Otros llevan ropas que se ponen cuando se acercan a un refugio. ¡Oh, la alegría de la libertad, cuando el cuerpo es tratado por cada uno solo de esa manera por la cual se lo olvida más fácilmente! ¡Y luego no tener hogar! ¿Qué hogar podría sostener un monje? ¿Qué ocupación tendría, sino el pensamiento en Dios? ¿Comida? Ya vendrá. Ese era el costo de Juan el Bautista. A veces era el costo que Cristo tenía en el desierto, antes de que el mundo Lo conociera. A veces es de varios días de ayuno. Sí, hay ocasiones en que puede haber una total falta de alimentos. Cuando el juego termina, el monje se encamina hacia la Iluminación.


Todo esto, Durga Charan  Dutta lo vio a los veinticinco años. ¡Una gran visión para un muchacho! La mayoría de los hombres de esa edad, ocupan su pensamiento en otras cosas. Pero no había término medio para este joven. Él no podía "servir a Dios y al demonio al mismo tiempo”. Sirvió a Dios y eligió la mejor parte.Imagen relacionada
Había visto a menudo Sadhus o Sannyasins, como los monjes son llamados en la India. Solía recibirlos en su casa y los invitaba a comer. Los había visto peregrinando con sus cuencos de mendigos en las calles de la ciudad. A veces los visitaba y les rogaba que fueran a su casa. Ellos aceptaban porque sentían simpatía por él. Un Sadhu conoce a los hombres y debido a ese saber los evita o se asocia con ellos.
 Había grandes conversaciones entre los monjes y Durga Charan Dutta. Ellos le contaban sobre realizaciones y pensamientos que están por encima de la comprensión del hombre común, como lo están las estrellas. Y había éxtasis y escaladas de montañas de sentimientos que pocos mortales conocen. Pero para ganar esa conciencia permanentemente, uno debe renunciar a todo. ¿Quién no lo haría  si lo supiera?
Así que el ojo de la mente sigue a Durga Charan Dutta, aunque este monje no se conoce más por ese nombre, abandona todo nombre, excepto el de Dios. En lugar del nombre familiar, asume un nombre que significa algún atributo de la deidad o del alma. Por ejemplo, podría haber sido conocido como Paramananda, que significa “Bienaventuranza en lo Supremo”. Pero podría no haber tomado ningún nombre. Podría haber vagado, cubierto de cenizas, negándose a hablar, incluso a pedir comida. Incluso hay monjes que practican un severo ascetismo, no solicitando los alimentos, sino esperando a que se los ofrezcan voluntariamente. Estos son los grandes, los que nunca se quedan en ningún pueblo o ciudad durante más de tres días, no sea que el apego por el lugar o por una persona del lugar capture su corazón. A veces esto se extiende incluso hasta los árboles. Hubo una vez un santo que vivió bajo un árbol banyano, en las profundidades de un bosque, durante doce años. Y al finalizar ese tiempo, escuchó una voz que venía de él mismo, y que le dijo: “Vete de debajo de este árbol. Se ha convertido en Maya para ti”. Maya es el nombre de la ilusión causada por los sentidos y los pensamientos, que obsesiona hasta al más sabio de los hombres; este es el nombre de cualquier forma de esclavitud. Y el santo abandonó ese lugar y vagó como un elefante para siempre, sin ningún lugar de residencia permanente.

¿El abuelo de Swami Vivekananda se había convertido en un hombre así, o el “hombre” no está definiendo suficientemente un nombre para alguien que ha tenido este romance del alma, esta perspectiva de vida? Se había olvidado de todo el mundo, incluso de su hogar, tal como lo había olvidado el Señor Buddha. Y el ojo de la mente lo ve vagando a través de bosques y ciudades,  aldeas y retiros en las montañas.

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