jueves, 31 de enero de 2019

SEGUIR APRENDIENDO: Lic. Maria Cristina Viturro: Marie Kondo y la espiritualidad




Puede que algunos de ustedes hayan oído hablar de Marie Kondo: es una japonesa que desde hace unos años se dedica a vender un sistema para ordenar las casas y liberarlas (y de paso, liberarnos) del exceso de cosas que tenemos en ellas. Su libro La magia del orden fue un éxito y ahora protagoniza un reality show en Netflix sobre el mismo tema, del que se habla bastante en este momento.
Más allá de la moda, probé hace unos años el método Marie Kondo en mi propia casa y doy fe de que sirve. Se trata de ir tomando un sector en particular (la ropa, los adornos, los papeles,la vajilla, etcétera), poner todos los objetos juntos y tomando uno por uno preguntarse: “¿me hace feliz?” Lo que se puede traducir por: ¿lo uso?, ¿me sirve? ¿haría el esfuerzo de transportarlo en una mudanza y pagaría por eso?, ¿lo salvaría de un incendio? A las cosas que obtienen respuesta negativa se les da graciosamente salida (incluso dándoles las gracias) y el resto queda.
Una principal recomendación del método es ir haciéndolo desde lo que nos importa poco a lo que más nos importa: los libros y los papeles personales son lo último de lo último. A mi me costó mucho desprenderme de más de 400 libros, pero a cambio, liberé una pared donde hoy tengo mi altar, mis imágenes y medito diariamente. No es poco.
Si alguien ya pensó en lo que nos dice constantemente nuestro Swami Pareshananda sobre tarea de simplificar, ya pescó por dónde estoy yendo. Pero no es todo.
En el New York Times  leí un artículo de un tal Christopher Harding, profesor de la Universidad de Edinburgo, especialista en historia de Asia (Japón y la India entre sus principales intereses).  Y él dice que Marie Kondo es la última y más exitosa participante de una tendencia que ya tiene muchos años: consejos de estilo de vida con packaging inspiracional y bastante universales que vienen presentados como un producto especial del alma y la nación japonesa, de los cuales los Occidentales pueden aprender. Da ejemplo de la difusión del Zen en Occidente: “una cultura ayudando a refrescar otra, ofreciendo una preciosa y nueva práctica [el Zen] que ayuda a renovar la atención sobre la propia dimensión contemplativa del Cristianismo, desde los Padres y Madres del Desierto del siglo III  hasta Meister Eckhart, mil años más tarde.”
El éxito de estas tendencias que vienen de Japón, dice Harding, y cito: “…no es que Japón tenga un particular genio para el vivir bien. Y tampoco es solamente el poder de una tendencia de consumo una vez que alcanza su pico de éxito.  Es que que por una perversa razón, las percepciones o los conocimientos humanos más valiosos se pierden u olvidan fácilmente.”
Y entonces me acordé de Swami Vivekananda y de su obra Mi Maestro, que comienza señalando la necesidad que Occidente tiene de Oriente para que le dé otro sentido a su existencia, donde predomina la materialidad, con el aporte de lo espiritual. Swamiji habla largamente de este tema, ya que esto es gran parte de su misión en Occidente: traer la espiritualidad de la India.
A título personal hace poco participé en una misa católica y es cierto que, vista desde una nueva perspectiva espiritual, la misa realmente cobra un nuevo sentido, las mismas palabras tienen otro significado y se puede percibir, a través de un rito ya casi fosilizado, el sentido original de una ceremonia de unión espiritual con Dios.

Esto es lo que, a mi entender, hemos recibido, ustedes y yo, de nuestro gurú, de nuestro Maestro: esta luz que ilumina todas las cosas que ya conocíamos y les da sentido. Como dijo hace poco Leonor Bakún, muy adecuada y bellamente:  nuestro Swami Pareshananda le va poniendo nombre a las cosas en nuestra vida y nos recuerda, otra vez, para qué sirven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa su opinión: