Dice San Pablo:” Sois templos del Espíritu Santo que habita en vosotros”. Así el Espíritu Santo reside en la voluntad, y las criaturas residen en el cuerpo.
No puedes preservarte si no permaneces continuamente en la humildad, entregándote a un arrepentimiento continuo, a través de la auto indagación que hagas.
Si por una hora pudieses despegar tu voluntad de todas las criaturas y elevarte allí donde no hay ninguna, quedaría revestida del resplandor más sublime de la gloria divina y cataría interiormente el más dulce amor de Dios. Eso, ninguna lengua lo puede expresar. Escucharía dentro de sí inexpresables palabras de Su gran Misericordia.
Al despegarse de todos los malos deseos e inclinaciones, recibiría un nuevo sentido y una voluntad completamente nueva que estarían continuamente vueltas a Dios.
Discípulo: Pero, Cómo tendría sustento en el mundo y cómo aseguraría sustento a los míos?
Maestro: Recibirías un favor mejor que el favor del mundo entero; porque tendrías por amigos a Dios y todos los santos ángeles, amigos que te protegerían contra toda clase de peligros. Dios esparciría su bendición sobre todos tus asuntos.
Cuando se te dice que te ames, no es que tu mismo te ames a ti mismo, sino que ames en ti el fondo divino, la Sabiduría divina, la Bondad divina, la Belleza divina.
Y que odies tu alteridad, que es el lugar donde el mal puede tocarte y adherirse a ti.
Cuándo dices “yo hago esto, yo hago aquello”, todo eso es un error, y una absoluta confusión que hay en ti, porque nada puedes decir que es tuyo excepto ese yo bajo, ni nada puedes hacer por ti mismo que se te pueda tener en cuenta. Ese egoísmo es un veneno mortal y no puede subsistir con el amor a la vez, ambos son excluyentes. El amor posee el cielo y habita dentro de uno mismo, mientras que el egoísmo posee el mundo con las cosas que hay en el mundo, y también habita en ti, y así como el cielo está por encima de la tierra, y la eternidad por encima del tiempo, así también el amor está por encima de la vida natural.
Discípulo: Dónde reside el amor en el hombre?
Maestro: Allí dónde no reside el hombre, allí es dónde reside el amor en el hombre.
Cuando el alma muere a su propia voluntad y ya no quiere nada sino lo que Dios quiere, ahí es donde habita el amor.
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