Ah! Luces del deseo,
que me otorgan el don
de unirme a Ti
en un eterno irme,
sin retorno alguno!
Ah! Sueño deshecho
de singular ruego,
acepto Tu llamado
que resuena en mi pecho!
Ah! Musa celeste,
del color del ciprés,
que naciste al oriente
y nos diste la vida,
para que al final
se diga todo de Ti!
¿Cuando nos contemplarás
con Tu gracia,
que se insinúa
y pasa como el humo,
sin pestañear?
En la diaria espera de tu misericordia,
solo nos queda la pena
de no estar a la altura,
de no merecerTe!
Pero, no!
Tu no dejarás
que mortal alguno quede
sin Tu incondicional refugio,
porque eres la única y absoluta
Madre Divina,
y Tu voluntad suprema,
Tu total dictadura,
reverenciaremos siempre
hasta el final!
Bella Vista, octubre 2013
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