Swami Vivekananda |
Me encontraba en la estación de Howrah de regreso de un viaje a Bolpur cuando de pronto oí que alguien decía: 'Swami Vivekananda falleció ayer'. Sentí como si alguien clavara un puñal en mi corazón. Cuando la intensidad del dolor disminuyó algo, mi primer pensamiento fue, '¿Cómo continuará ahora el trabajo de Vivekananda?' Tenía, por supuesto, hermanos-discípulos cultos y bien entrenados ... ellos continuarían su trabajo.
De pronto como una inspiración, brotaron en mi interior estas palabras: 'Tú, da lo mejor de ti mismo con lo que posees y trata de poner en acción el sueño de Vivekananda de conquistar occidente'. Pleno de una fuerza incontenible, pocos días después me embarqué para Inglaterra con sólo 27 rupias en mi bolsillo, con este único pensamiento en mi mente: debo ir a Inglaterra y establecer el Vedanta allí. Entonces comprendí quien era Vivekananda: un ser cuya inspiración y fuerza podía despertar en una humilde persona como yo, la intrepidez de cruzar el océano, no puede ser un hombre común.
Finalmente llegué a Inglaterra y comencé a dar conferencias sobre Vedanta en las Universidades de Oxford y Cambridge. Notables eruditos británicos escucharon mis conceptos y expresaron el deseo de aprender la ciencia de Vedanta de maestros eruditos hindúes.
Soy un hombre común. Que tan tremendo trabajo haya sido realizado por este humilde servidor tiene algo de milagro. Un milagro nacido de la inspiración y poder de Vivekananda detrás mío. Esta es mi convicción.
En una ocasión me encontré sorpresivamente con Vivekananda en el Hedua Park de Calcuta. Le dije: 'Hermano ¿qué pasa que estás tan silencioso? ¿Por qué no predicas Vedanta en Calcuta? Yo me encargo de todo, tú no tienes más que aparecer ante el público.' Con profunda emoción dijo 'Hermano Bhavani, no viviré mucho más (esto fue seis meses antes de sus muerte) Ahora estoy ocupado en la construcción de mi Math y de todo lo relacionado con su funcionamiento. No tengo tiempo ahora ... '
Por el tono patético de su voz comprendí que su corazón se sentía apesadumbrado; ¿por quién? Por el país. La indiferencia mortal de sus conciudadanos despertó una penosa respuesta en el corazón de Vivekananda. Y fue por eso que dio un golpe formidable en la conciencia de América y Europa.
¡Swamijí! Fuimos amigos en la juventud. ¡Cuántos momentos felices pasamos juntos conversando durante horas! En ese entonces yo ignoraba que en tu alma anidaba la fuerza de un león, un dolor volcánico y una pasión por India.
He venido para seguir tu camino. En medio de esta lucha cada vez que me siento desalentado evoco tu fuerza, medito en la agonía de tu corazón y todo mi cansancio desaparece. Una divina fuerza colma mi mente y mi corazón.
Por Brahmabandhav Upadhyay
(Amigo de Swami Vivekananda)
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