El encanto y poder de los Upanishads
Por Swami Ranganathananda
“Los Upaniṣads y el Islam Indio” – Swami Ranganathananda
El capítulo aborda uno de los encuentros religiosos más fecundos y profundos de la historia de la India: el diálogo entre la espiritualidad védica y la tradición islámica llegada del oeste. Hagamos antes un poco de historia:
El origen de las disputas históricas entre musulmanes e hindúes
No existe un único origen; es un proceso político, social y económico de casi mil años.
Los puntos centrales son:
1. Llegada de sultanatos musulmanes al norte de India (siglos XI–XIII)
No llegaron como invasores religiosos sino como dinastías expansionistas.
Tomaron Delhi y fundaron el Sultanato de Delhi (1206). Los conflictos no fueron “hindúes vs. musulmanes”, sino reinos locales vs. nuevos poderes militares.
2. El Imperio Mogol (1526–1857): convivencia, tensiones y síntesis
Con los mogoles se produce un giro:
Akbar (1556–1605) impulsa un proyecto de pluralismo, elimina impuestos discriminatorios, integra élites hindúes y promueve una cultura sincrética (Din-i-Ilahi).
Aurangzeb (1658–1707) da un giro más ortodoxo, restablece impuestos a no musulmanes y derriba templos en zonas rebeldes. Esto deja huella histórica y es uno de los hitos más citados en la memoria del conflicto.
Aun así, durante siglos hubo intercambio cultural masivo, matrimonios mixtos en las élites, arte indo-islámico, música, literatura y arquitectura compartidas.
3. El papel de los británicos (siglos XVIII–XIX): dividir para gobernar
Este es el factor más decisivo según la mayoría de los historiadores modernos.
Los británicos:
Reescribieron la historia india enfatizando “dos naciones” irreconciliables.
Clasificaron censos por religión e institucionalizaron identidades rígidas.
Incentivaron rivalidades políticas según líneas religiosas.
Esto no reflejaba la realidad previa, que era mucho más fluida y sincrética.
4. La Partición de 1947
La creación de India y Pakistán —basada en líneas religiosas— fue acompañada de:
Migraciones masivas
Pogroms
Más de un millón de muertos
Aquí se cristaliza la narrativa moderna del conflicto.
5. Conflictos contemporáneos (siglos XX–XXI)
Violencias esporádicas entre comunidades.
Políticas identitarias hindú-nacionalistas y respuestas musulmanas.
Pero estas dinámicas son políticas, no teológicas.
Comenzando ahora sí en el capítulo respectivo, advertimos que Swami Ranganathananda sostenía que los grandes conflictos religiosos en India surgen cuando:
Lo espiritual se degrada en identidad tribal,
Se politizan las tradiciones, y
Se absolutizan textos sociales (smṛti) que deberían ser adaptables,
Se pierde la visión universal de śruti, compartida por todas las religiones.
Su propuesta: una espiritualidad intercultural, no dogmática, que permita integrar la diversidad histórica de la India en un marco ético común.
1. Dos grandes tradiciones que se encuentran
S. Ranganathananda comienza recordando que la historia espiritual de la India nunca fue una historia de aislamiento.
Por el contrario, siempre ha sido un gran espacio de encuentro, intercambio y síntesis.
La llegada del Islam —hace más de mil años— no significó solamente un cambio político o cultural. Fue, sobre todo, la entrada de una forma vigorosa de religiosidad que planteaba preguntas nuevas y ofrecía un tipo particular de experiencia espiritual. Para él, el encuentro entre los Upaniṣads y el Islam no es un choque, sino una oportunidad para reconocer afinidades profundas.
2. La visión universal de los Upaniṣads
Antes de analizar el diálogo, S. Ranganathananda recuerda el corazón de la enseñanza upanishádica.
Los Upaniṣads afirman que la realidad última es una, infinita y omnipenetrante.
La llaman Brahman.Y enseñan que esa realidad está en lo más íntimo de nosotros, como Ātman, el núcleo más puro del ser.
Su mensaje fundamental es que detrás de toda diversidad hay una unidad esencial.
La sabiduría consiste en reconocer esa unidad, vivir desde ella y verla expresada en cada ser humano. Por eso los Upaniṣads, lejos de fomentar exclusivismos, invitan a un espíritu abierto, universal y compasivo.
3. Lo que el Islam aportó a la experiencia india
El Islam, al llegar a la India, introdujo un énfasis muy fuerte en la unidad absoluta de Dios, la doctrina del tawḥīd. Aportó también una visión religiosa centrada en la igualdad humana, donde no importa el origen social sino la rectitud interior.
Esta insistencia en la unicidad divina no es ajena a la experiencia upanishádica; ambos sistemas, aunque distintos en forma y lenguaje, señalan una trascendencia que está por encima de todos los límites. De allí que, según S. Ranganathananda, el islam tuvo un impacto espiritual profundo: obligó a la tradición india a mirarse a sí misma, a profundizar y a renovarse.
4. Afinidades entre Upaniṣads e Islam
S. Ranganathananda observa que, en su núcleo, ambas tradiciones buscan llevar al ser humano más allá de su ego. En los Upaniṣads, esto se expresa como la realización del Ātman, donde el individuo trasciende sus deseos y limitaciones. En el Islam, se expresa como la entrega absoluta a Dios, donde el ser humano afirma la unidad divina y renuncia al orgullo.
Ambos caminos exigen disciplina, introspección y humildad. Enseñan que la liberación espiritual implica superar lo fragmentario y reencontrar la unidad. Por eso, dice Ranganathananda, el diálogo entre ambas tradiciones no es accidental, sino profundamente natural.
5. El papel del sufismo
El puente más importante entre las dos tradiciones fue, sin duda, el sufismo, la corriente mística del Islam. Los sufíes llegaron a la India con una actitud de apertura, sencillez y profunda devoción.
Su énfasis en el amor divino, en la interioridad y en la fraternidad resonó poderosamente con la espiritualidad hindú. Los poetas sufíes hablaban de la unión con Dios, de la belleza del corazón purificado, de la música y la danza como formas de elevar el espíritu. Todo este universo espiritual se integró naturalmente en el paisaje devocional de la India.
Para S. Ranganathananda, el sufismo es la prueba viviente de que las grandes tradiciones espirituales pueden encontrarse en el nivel más alto, donde el amor, la verdad y la entrega superan las diferencias doctrinales.
6. La raíz de los conflictos no es religiosa
S. Ranganathananda también advierte algo importante: Los problemas entre hindúes y musulmanes, cuando los hubo, no nacieron de la espiritualidad ni de los textos sagrados. Surgen más bien cuando la religión se politiza, cuando se convierte en identidad rígida, cuando se usa para afirmar poder sobre el otro. Tanto el hinduismo como el islam, en su esencia más elevada, llaman a la humildad, a la compasión y a la búsqueda de la verdad.
Cuando se pierden esos valores, lo que queda no es religión; es tribalismo.
7. Una lección para nuestro tiempo
India, dice S. Ranganathananda, tiene una misión histórica: mostrar que distintas tradiciones pueden convivir si se apoyan en su núcleo espiritual, no en su envoltorio político.
El diálogo entre los Upaniṣads y el Islam indio es un ejemplo luminoso de cómo dos visiones de lo divino pueden enriquecerse mutuamente.
El encuentro auténtico no ocurre a nivel de los dogmas, sino a nivel del corazón, donde cada persona busca sinceramente la verdad.
En definitiva, la enseñanza de este capítulo es simple y profunda: cuando miramos las religiones desde su centro espiritual, descubrimos que todas apuntan a una unidad que abraza a la humanidad entera. Esa unidad puede expresarse como Brahman o como Allah, como Ātman o como entrega devocional, pero en el fondo es la misma aspiración.
S. Ranganathananda nos invita a mirar más allá de las diferencias superficiales y a reconocer esta verdad esencial y nos recuerda que el verdadero diálogo religioso no consiste en convencer al otro, sino en descubrir juntos lo que nos trasciende.

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